El nuevo curso escolar marca nuevas rutinas para muchos bebés. Algunos se inician en la escuela infantil, la que va de los 0 a los 3 años. No es una etapa obligatoria, pero por distintos motivos, especialmente para poder conciliar con la vida laboral, bastantes familias se deciden por esta opción. ¿Cuáles son las recomendaciones más importantes a tener en cuenta para que los pequeños se adapten lo mejor posible?
Alba Jurado, psicóloga infantil y juvenil del Hospital Quirónsalud Córdoba, nos da todas las claves para que tanto padres como hijos vivan este proceso con tranquilidad.
Un cambio de rutina en la organización familiar
La incorporación del pequeño a la escuela infantil supone un gran y nuevo reto para la organización familiar. Hay que adaptarse a unos horarios fijos, llevarlo al centro, recogerlo y, todo eso, en muchos casos, compatibilizándolo con las exigencias del trabajo. En este sentido, la experta señala que las emociones que viven los padres en esta etapa son, a menudo, minimizadas y vividas en soledad, "ya que supone un cambio en la rutina diaria que requiere una reorganización familiar". Y eso suele implicar estrés. No solo un estrés en las tareas y las horas, sino también un estrés emocional.
Ese estrés emocional se produce, fundamentalmente, porque no desearían separarse tan pronto del pequeño, porque surge culpabilidad, porque temen que se contagie con algún virus... Esas emociones se transmiten también al bebé, por lo que las habilidades de afrontamiento de ese momento por parte de los padres son esenciales. "Es importante abordar cómo actuar en estos momentos, lo que les capacitará para hacer de agentes contenedores de las emociones de sus hijos y garantizar una correcta adaptación en el inicio de su escolaridad", señala la psicóloga.
Los bebés son muy intuitivos y captan las emociones negativas de los padres. Nunca debe asociarse la escuela infantil a nada negativo. En todo caso, "anticipar que el niño reaccionará mal o llorará no es acertado, incluso cuando los niños no lloran no significa que ya estén adaptados, así que debemos ser pacientes y estar abiertos a sus cambios de comportamiento".
Anticipar lo que va a suceder y no hacer cambios importantes
Para que la adaptación vaya lo mejor posible hay que ir anticipando las mismas rutinas que se tendrán cuando el bebé se incorpore a la escuela infantil, tanto en tema de sueño como de alimentación. Esto supone ir adaptando sus horarios para que se despierte y se vaya a la cama a la hora que lo tendrá que hacer cuando vaya al centro escolar. Si el niño va cansando los primeros días porque ha dormido poco, o quiere comer en un momento no pautado por la escuela infantil, es más probable que se sienta a disgusto.
Por otra parte, se aconseja que coincidan en el tiempo la entrada al curso con otros momentos importantes para él. A veces no se puede evitar, como el nacimiento de un hermano que se produzca justo en esa fecha, pero en la medida de lo posible, cambios de hábitos como dejar el chupete o el pañal o un traslado de habitación después de estar durmiendo en la de los padres, no serían recomendables. Hay que posponer todos estos objetivos hasta asegurarnos "de que el niño está completamente adaptado a la guardería", señala Alba Jurado.
Familiarizarse con la escuela infantil
Es muy recomendable acudir con antelación con el pequeño a la escuela infantil para que conozca las instalaciones, el entorno, su clase y la persona de referencia que va a tener en ella. Eso le ayudará a familiarizarse y facilitará la adaptación. Las escuelas infantiles suelen ofrecer la posibilidad de una adaptación paulatina para el niño, donde se va incorporando muy poco a poco, cada día más tiempo. Tal como afirma la psicóloga, en la medida de lo posible, los padres han de intentar hacer los ajustes necesarios en su trabajo para, esos primeros días de adaptación, poder acompañar a su hijo tanto en la entrada como en la salida del centro. Esas jornadas iniciales hay que ir sin prisas, con calma, para que el pequeño se quede tranquilo y no perciba el estrés por llegar tarde.
Otra recomendación a tener en cuenta es a la hora de la despedida: "Hay que mostrar seguridad y no alargar las despedidas. Lo ideal es acercarnos y despedirnos, siempre mostrando seguridad y confianza". Para algunos padres será un momento muy difícil, incluso con lágrimas, pero el bebé no debe quedarse con esa imagen, sino con la de que ellos también están tranquilos al dejarlo allí.
Al recogerlo, también hay que mostrar confianza, en lugar de ansiedad por el reencuentro. "Es beneficioso dedicarle un tiempo extra haciendo alguna actividad agradable para el niño en nuestra compañía y ser tolerantes con los cambios de comportamiento fuera de casa, ya que pueden mostrar irritabilidad, cambios en el sueño o retroceso en algún hito del desarrollo", enumera la especialista del Hospital Quirónsalud Córdoba. Son situaciones que, normalmente, van pasando, pero que exigen también una comunicación fluida con los educadores de la escuela infantil.