Apenas quedan unos días para la vuelta al cole, pero muchos menores con discapacidad no podrán regresar a clase. La educación es un derecho para todo niño y adolescente. También para ellos. Sin embargo, tras haber logrado superar todas las trabas burocráticas para cursar Primaria y Secundaria en un centro escolar común, la mayoría se topa con una barrera infranqueable al acceder a Bachillerato.
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Esto les impide, a su vez, acceder posteriormente a estudios superiores a pesar de estar capacitados para ello. ¿Desaparece, acaso, la educación inclusiva en Bachillerato? Para responder a esta pregunta, hemos de responder primero qué es educación inclusiva. “La educación inclusiva es un asunto que tiene que ver con la equidad del sistema educativo, se refiere a todo el alumnado y requiere transformaciones con una perspectiva ecológica y sistémica”, tal y como la define el propio Ministerio de Educación y Deportes en su página web, donde se menciona el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo de la UNESCO, que “hace una llamada explicita para que se entienda que la educación inclusiva es una aspiración para todos y todas, sin excepción”.
¿Por qué, entonces, a los niños con discapacidad les resulta tan difícil acceder a Bachillerato en España? Nos lo explica Ruth, madre de Gema Canales, una niña de Toledo con parálisis cerebral que puede expresarse a través de un comunicador, que activa con el movimiento de sus ojos. Gracias a esta tecnología y a su propio esfuerzo, ha logrado cursar Primaria y Secundaria en un colegio público.
Las trabas de los niños con discapacidad para acceder a Bachillerato
“Los niños y niñas con discapacidad enfrentan varias dificultades al intentar acceder a Bachillerato debido a que esta etapa educativa no es obligatoria, lo que significa que el sistema no está obligado a proporcionar los apoyos necesarios. Como resultado, a menudo se encuentran sin los ajustes y adaptaciones necesarias para enfrentar con éxito esta etapa”, nos dice Ruth. “Esto puede llevar a que se sientan perdidos en el aula, sin el apoyo adecuado para superar los desafíos académicos y sociales, lo que puede afectar su rendimiento y experiencia educativa”.
Tal es la dificultad, que hasta el momento ningún niño con parálisis cerebral ha podido cursar Bachillerato en nuestro país. Así nos lo indican expertos de Irisbond, compañía especializada en eyetracking y Comunicación Aumentativa Alternativa (CAA) que permite que decenas de niños con parálisis como Gema Canales puedan comunicarse con los demás gracias a su comunicador. “Esto refleja una brecha significativa en la implementación de tecnologías y apoyos adecuados en esta etapa educativa”, señalan.
Partiendo de que la experiencia puede variar en cada persona, por sus características personales, así como por las del centro y las de los propios compañeros, los estudiantes con cualquier discapacidad (no solo parálisis cerebral, dado que parece que ninguno ha podido matricularse en Bachillerato), se enfrentan, en general, a dos grandes desafíos, tal y como explican desde Irisbond. Son los siguientes:
- A nivel académico. Los estudiantes a menudo requieren apoyos continuos para acceder al currículo. Esto puede incluir adaptaciones en los materiales de estudio, apoyo en la toma de apuntes, o asistencia tecnológica específica como dispositivos de comunicación. Los ajustes son esenciales para facilitar su participación activa y el cumplimiento de los objetivos académicos.
- A nivel social. Integrarse socialmente puede ser un desafío. Los estudiantes pueden experimentar barreras en la interacción con sus compañeros debido a la falta de comprensión o apoyo por parte de otros estudiantes. Fomentar un ambiente inclusivo y ofrecer formación a compañeros sobre las necesidades y habilidades del estudiante puede mejorar esta situación.
¿Qué alternativas tienen los niños con discapacidad que no logran acceder a Bachillerato?
“La situación más habitual para estos niños en caso de no acceder a Bachillerato o formación profesional adecuada es la inclusión en centros ocupacionales de día. Estos centros están diseñados para ofrecer actividades y formación ocupacional, pero las oportunidades y el desarrollo personal en estos entornos suelen ser más limitados en comparación con una educación inclusiva en un entorno académico o profesional”, se lamenta Ruth. “Los niños pueden enfrentar una reducción significativa en sus posibilidades de desarrollo académico, social y profesional, lo que puede impactar negativamente en su calidad de vida y oportunidades futuras”.