Hay quien cree que los niños y los adolescentes con TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad) suelen tener también altas capacidades. Y, de manera completamente opuesta, no es extraño tampoco que a los menores con TDAH se les considere menos inteligentes, especialmente en el ámbito escolar. ¿Qué hay de verdad en una y otra creencia? ¿Qué relación hay entre TDAH e inteligencia?
Se lo hemos preguntado a Manuel Antonio Fernández, conocido en redes sociales como 'El Neuropediatra', director del INANP, Instituto Andaluz de Neurología Pediátrica (elneuropediatra.es), quien nos da una clara respuesta: “según los datos de los estudios existentes, en el TDAH se distribuye la inteligencia de la misma forma y proporciones que en personas sin TDAH”. Es decir, que los niños y los adolescentes con TDAH no tienen una inteligencia mayor o menor por el mero hecho de tener este trastorno.
“A pesar de estos datos, en aquellos casos en los que el TDAH es intenso o presenta comorbilidades es más frecuente que haya una asociación con otros trastornos del neurodesarrollo como puede ser la discapacidad intelectual”. Eso sí, es muy importante no confundir esta situación con los resultados que habitualmente obtienen los niños y los adolescentes con TDAH en los test de inteligencia.
Estos resultados podrían estar distorsionados a causa de las características y los síntomas propios del trastorno (dificultad de atención, hiperactividad, impulsividad, etc.), por lo que “debemos ser cuidadosos a la hora de evaluarlos”, subraya el neuropediatra.
Los tests de inteligencia en menores con TDAH
“El mayor problema que nos encontramos a la hora de interpretar la inteligencia en los niños con TDAH se basa en confundir rendimiento versus capacidad”, que es lo que hacen “los tests mal llamados de inteligencia”, que lo que realmente miden es el desempeño o rendimiento de una persona a la hora de realizar una actividad en las condiciones en las que las realiza, tal y como detalla el director del Instituto Andaluz de Neurología Pediátrica.
“Esto quiere decir que, si hay algunas interferencias como, en el caso del TDAH, por ejemplo, la dificultad de atención, la hiperactividad o la impulsividad, esta persona rendirá de forma menos eficiente en cualquier actividad y, por lo tanto, el resultado de un test de inteligencia no debería ser valorable antes de tener una detección, un diagnóstico y, en el mejor de los casos, un tratamiento del propio TDAH”.
¿Es posible evaluar de manera adecuada la inteligencia de niños con TDAH?
“Rotundamente sí”, responde con contundencia Fernández a esta pregunta. “Lo que debemos tener en cuenta es la situación del chico a la hora de hacer la evaluación, si está tratado o no, en qué condiciones la hace… y ser conscientes de que el resultado de la prueba hay que ponerlo en contexto de la situación clínica del paciente”.
El motivo es que en la mayoría de los tests de inteligencia, como el WISC 4 ó 5 (de los más habituales), es que no miden únicamente la capacidad cognitiva, sino también la capacidad ejecutiva, “o lo que es lo mismo, capacidad autocontrol, o lo que es lo mismo, regulación, que es precisamente lo que se altera en el TDAH”.
Por eso, un niño con TDAH que ya ha sido diagnosticado y que está recibiendo terapia o que se le está administrando un tratamiento farmacológico podría dar un mejor resultado que otro con TDAH que aún no ha sido diagnosticado y que, por tanto, no ha recibido la ayuda que precisa para potenciar las habilidades ejecutivas que se le están evaluando.
De ahí que El Neuropediatra recomiende complementar estos tests con otras pruebas “que nos confirmen el nivel de disfunción ejecutiva de cada chico, para, de esta forma, poder tener una idea aproximada de la interferencia de esta en su rendimiento”.
¿Es más difícil detectar las altas capacidades en un niño con TDAH?
En el caso de niños con TDAH y altas capacidades, ¿cómo se identifican ambas condiciones? ¿Se pueden ver alteradas por los rasgos o síntomas de la otra y dificultar así el diagnóstico? “Al igual que decía en la pregunta anterior, rotundamente sí. Ambos cuadros se afectan entre ellos, se interfieren”.
El mayor problema se da a la hora de valorar de forma adecuada los resultados de las pruebas que se realizan a estos niños y adolescentes, tal y como nos explica Manuel Antonio Fernández. “Si hacemos un test de inteligencia a un chico con un TDAH de una intensidad razonable, su resultado puede infravalorar su capacidad intelectual”.
“Por otro lado, si hacemos una evaluación de TDAH a un chico que además tiene altas capacidades, es probable que su sintomatología de TDAH quede camuflada por esa alta capacidad, ya que en estos tests se comparan chicos con la misma edad y la misma capacidad intelectual”.
El resultado de que una o ambas condiciones pasen desapercibidas es que sea habitual que vayan a consulta chicos y chicas adolescentes con todas las pruebas normales pero con importantes dificultades de aprendizaje, de rendimiento académico, de conducta, de relaciones sociales, o incluso de estabilidad emocional. Por eso, “es fundamental contar con este conocimiento y una alto nivel de sospecha para no pasar por alto estas circunstancias, estas realidades, y dar por imposible una situación, en la que podemos hacer mucho para solucionar los problemas”.