La educación afectivo-sexual es una asignatura pendiente tanto en las familias como en centros educativos. Y eso a pesar de que es clave para prevenir problemáticas cada vez más presentes en los adolescentes, como el consumo abusivo de la pornografía, a comportamientos abusivos en la pareja, a mayor probabilidad de ejecutar y recibir violencia y a conductas de riesgo en las relaciones sexuales.
La consecuencia más evidente es el aumento de las infecciones de transmisión sexual (ITS) en menores de entre 14 y 18 años, de la que los expertos llevan ya tiempo advirtiendo, pues hay una tendencia al alza desde 2001, según datos del Centro Nacional de Epidemiología, según se puso de manifiesto en el primero de los actos del proyecto Hablemos de… Sexualidad, presentado el pasado mes de junio en el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid.
Por ello hemos hablado con Alejandro Villena, psicólogo y sexólogo y coordinador de dicho proyecto, quien señala con claridad las consecuencias de llegar a la adolescencia sin haber recibido educación afectivo-sexual y nos explica cómo debería ser esta y qué debemos hacer las familias para proporcionársela adecuadamente a nuestros hijos.
Consecuencias de la ausencia de educación afectivo-sexual en adolescentes
La realidad es que aún hoy en día hablar de sexo sigue siendo un tabú en muchas familias y, cuando se habla, en no pocas ocasiones la información que se proporciona a los hijos es escasa y tardía. Esta suele centrarse esta en los métodos anticonceptivos a utilizar y es habitual que no se dé un diálogo abierto y sincero que facilite de verdad la comunicación. Y esto tiene una serie de implicaciones; Villena enumera las consecuencias más evidentes de la ausencia de educación afectivo-sexual puede tener en los adolescentes:
- Desconocimiento de los límites entre el respeto y el cuidado del otro en el ámbito de la sexualidad. Por tanto, aumento de violencias y/o agresiones sexuales.
- Utilización e instrumentalización de la otra persona en la sexualidad.
- Disfunciones sexuales o expectativas irreales sobre el sexo.
- Incapacidad para el disfrute o el placer.
- Consumo adictivo de pornografía y otro tipo de conductas sexuales compulsivas.
- Aumento de conductas sexuales de riesgo, como el sexo sin preservativo o bajo los efectos del alcohol.
- Estigma o vergüenza hacia su propia sexualidad.
- Aumentará el riesgo del grooming o ciber-acoso sexual por internet, al no haber hecho prevención sobre el tema.
- Baja autoestima sexual o ansiedad de rendimiento.
Características de una adecuada educación afectivo-sexual
La clave es tener muy presente que la educación afectivo-sexual no empieza en la adolescencia, sino desde mucho antes: “desde que el niño o la niña nace”, asegura el experto. Por supuesto, la información que se les dé será acorde al momento evolutivo del niño, adaptando el contenido a su edad, según nos aclara, pero hemos de hablarles de intimidad, prevención del abuso sexual, educación en emociones, etc.
“Conforme va creciendo, vamos enriqueciendo la información y dotando de mayores habilidades. Algo así como ocurre en las matemáticas, empezamos con las sumas y acabamos haciendo ecuaciones. Lo importante es que se pueda hablar, que haya un canal de comunicación abierto y disponibilidad para tocar estos temas. Desde la primera infancia podemos explicar cómo nacen los niños de una manera más infantil e inocente, pero siendo claros y verdaderos”.
Pero ¿cómo hacerlo? ¿Cómo es una adecuada educación afectivo-sexual? “Yo suelo hablar de la Sexualidad Altamente Sensible”, nos dice el psicólogo y sexólogo, que asegura que una sexualidad basada en la sensibilidad desarrollaría una serie de aspectos de gran interés, entre los que destaca los siguientes:
- Capacidad de escucha activa. “Significa atención a lo que la otra persona quiere o necesita; no solo oírla, sino escucharla de verdad, de forma profunda. No es tarea fácil y no es tan común. En la sociedad del Yo-Yo, las personas estamos pensando más en lo que vamos a contestar a la otra persona que en lo que esta me trata de contar. Los adolescentes son cada vez más impulsivos, menos pacientes, por lo que entrenar esta capacidad puede ser interesante”.
- Capacidad empática. Está muy relacionada con la escucha activa. La empatía es una habilidad que sirve para conectar con las personas, para hacer los vínculos más fuertes, para ayudar y para preocuparnos por ellas. “Se trata de intentar pensar como piensa la otra persona (empatía cognitiva), de tratar de sentir lo que la otra persona está sintiendo (empatía emocional) y de hacerse cargo de estos pensamientos y sentimientos para buscar su bien (preocupación empática). Esta capacidad es un factor clave para establecer relaciones sanas”.
- Habilidad para expresar las emociones. “No expresar una emoción es como enterrarla viva”, advierte el coordinador del proyecto ‘Hablemos de… Sexualidad’. “Muchas de las dificultades psicológicas de los adolescentes derivan de la incapacidad para expresar lo que sienten. En el ámbito de sexualidad y la intimidad, es fundamental aprender a expresar lo que sentimos para estar cómodos con la otra persona, para ser más auténticos en la relación sexual”.
- Capacidad de atención plena. “En un mundo donde la atención está tan dividida y donde la tecnología boicotea de forma constante nuestra atención, entrenar la capacidad de estar en el momento presente será fundamental”. Por eso es fundamental, nos dice, que seamos muy conscientes de que “prestar atención a cinco mil cosas a la vez, de anticipar lo que va a ocurrir en lugar de disfrutar de la experiencia o, en definitiva, de estar en ‘modo hacer’, en lugar de ‘en modo ser’, va a dificultar nuestra capacidad de relación con los demás y a impedir que nos conectemos a la sexualidad de forma sana en un futuro”.
- Desarrollar una autoestima sana. “Lejos de consistir en un estado continuo de bienestar o de deleite consigo mismo, la autoestima sana tiene que ver con la capacidad de dirigir una mirada afectuosa y compasiva hacía sí mismo; de aprender a perdonarse, a aceptar las críticas y a tener deseo de mejora, sin frustrarse”, explica Alejandro Villena. “Valorar quién soy es fundamental para compartir mi vida sexual con otra persona, porque así daré valor a lo que comparto con el otro”.
- Capacidad para poner límites y ser asertivo. “Poner límites significará ser sensible a mis necesidades, a mi propio yo y a mi espacio personal. Poner límites y el entrenamiento de la asertividad implicará saber decir que no y defender mis deseos y opiniones. Será fundamental en el desarrollo de las habilidades interpersonales del adolescente. Implicará saber decir o pedir las cosas con delicadeza y así establecer vínculos más saludables”.
- Capacidad para tolerar la frustración. “Es bien sabida la poca capacidad de los adolescentes hoy día para gestionar la frustración”. Villena considera probable que esta realidad tenga que ver con el manejo tan temprano de la tecnología, lo cual “dificulta el desarrollo adecuado de la corteza frontal, que ayuda a regularlos y calmarlos”. Otro factor determinante es que “se acostumbran a no tolerar las emociones y a obtener lo deseado de forma inmediata; esto es, la cultura del YA-YA”.
- Capacidad para relajarse y regular las emociones. “Muy relacionado con lo anterior, el desarrollo de la capacidad de serenarse y regular las emociones será un gran motor preventivo ante las dificultades psicológicas en el futuro”. En este sentido, el psicólogo advierte de que las adicciones son, en muchos casos, consecuencia de una mala regulación de las emociones o de una incapacidad para gestionar la ansiedad. “Entrenar esta habilidad puede ser fundamental para prevenir tanto el consumo problemático de pornografía, como disfunciones sexuales motivadas por el estrés o la ansiedad de rendimiento”.
- Capacidad de aceptación. “Aceptar no siempre es fácil; sobre todo, cuando se trata de los aspectos que no nos gustan de nosotros mismos, ya sean físicos, emocionales o intelectuales”. Y, sin embargo, es esencial trabajar la capacidad de autoaceptación en nuestros hijos, pues “la aceptación del propio cuerpo y la capacidad de hablarse a uno mismo con sensibilidad también implica una gran habilidad para el futuro desarrollo de una sexualidad sana”. Del mismo modo, “los mensajes negativos hacia la persona misma o el propio cuerpo pueden ser predictores de una baja autoestima y de futuros problemas sexuales”.
- Desarrollo de la curiosidad y capacidad de exploración. “La curiosidad nos permite conocer; conocer nos permite saber y saber nos ayuda a elegir bien, a ser más libres. Para que exista sensibilidad ante la información al alcance de los adolescentes —ya sea leída, escuchada o vista—, es imprescindible que estos tengan curiosidad por informarse. Recomiendo no censurarles esta capacidad de exploración y de conocimiento del entorno. Eso sí, habrá que saber elegir las fuentes de las que beben”.