Médico explorando las piernas de una niña

¿Con qué se puede confundir el síndrome de piernas inquietas en niños?

En España, dos millones de personas padecen el síndrome de piernas inquietas, entre ellos niños, aunque parece una afección propia de adultos. ¿Cuáles son sus manifestaciones en los más pequeños?


13 de agosto de 2024 - 7:30 CEST

El síndrome de piernas inquietas, también conocido como enfermedad de Willis-Ekbom, es un trastorno neurológico que se caracteriza por "provocar en los pacientes la necesidad difícilmente controlable de mover las piernas, generalmente debido a una sensación de hormigueo, picazón o ardor que suele aparecer durante el reposo y disminuye con el movimiento", detalla la Sociedad Española de Neurología (SEN).

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Es un trastorno más común en mujeres que en hombres que suele aparecer en la tarde-noche y que provoca problemas de sueño.

Hasta un 4% de los niños y adolescentes lo padecen (y un 10% de adultos también). La Dra. Celia García Malo, vocal del Grupo de Estudios de Trastornos de la Vigilia y el Sueño de la SEN, nos cuenta su relevancia en la población pediátrica.

Problemas para dormir y otras repercusiones

“Puesto que los síntomas de esta enfermedad suelen darse principalmente durante el descanso o por la noche, es muy común que los pacientes experimenten dificultades para dormir o relajarse, lo que puede afectar mucho a la calidad de vida del paciente”, señala la experta. De hecho, precisamente por esa falta de descanso, los afectados pueden acabar presentando ansiedad y depresión, además de problemas en las relaciones sociales y en su entorno de estudio o trabajo.

Los mayores retrasos en el diagnóstico se dan en la edad pediátrica porque esas molestias en las extremidades se achacan a dolores de crecimiento o hiperactividad

Dra. Celia García Malo

La SEN calcula que en España el 90% de las personas con el síndrome de piernas inquietas está sin diagnosticar. El problema es que al inicio de la enfermedad los síntomas suelen ser leves y esporádicos, por lo que los pacientes no consultan hasta que la enfermedad ya ha evolucionado, lo que supone un retraso en el diagnóstico de hasta 10 años en algunas ocasiones.

“Sobre todo, son los casos que se inician en la edad pediátrica, cuando la presencia de estas molestias en las extremidades pueden ser achacadas a dolores de crecimiento o a hiperactividad, donde se dan los mayores retrasos en el diagnóstico”, comenta la Dra. Celia García Malo. El pediatra o el médico de familia (si es un adolescente) deberá tener en cuenta estos síntomas para hacer un diagnóstico adecuado, de forma que esa inquietud y esas molestias no se identifiquen erróneamente con otros cuadros también presentes a estas edades.

© Adobe Stock

Los problemas de no diagnosticarlo a tiempo

Uno de cada cuatro pacientes con el síndrome de piernas inquietas comienza a sentir los síntomas en la infancia o la adolescencia. Es un dato relevante, pues estos casos que debutan a edades tempranas son los que pueden evolucionar hacia una mayor gravedad. Según la Sociedad Española de Neurología, hasta un 20% de los pacientes que padecen el síndrome de piernas inquietas desarrollan esta enfermedad en su forma más grave y, por lo general, se da en las personas cuyos síntomas empezaron antes de los 20 años. Por esta razón, no tener un retraso en el diagnóstico es fundamental para asegurar una buena calidad de vida del paciente pediátrico.

El consejo de la Dra. García Malo es que "todas las personas que experimenten molestias en las piernas, sobre todo cuando ocurren con tal frecuencia que dificultan el inicio o el mantenimiento del sueño, consulten con su médico para realizar un correcto diagnóstico, estudiar si existe alguna causa subyacente y tratar de forma adecuada el trastorno".

Se sabe que el 25% de las personas que consultan por problemas de insomnio son diagnosticadas finalmente con el síndrome de piernas inquietas.

Por lo tanto, cuando al niño o al adolescente le cueste dormir y no se hayan identificado otras causas, habría que descartar también este síndrome que puede comprometer en gran medida su descanso.

¿Cuál es el tratamiento a aplicar?

Por el momento se desconocen las causas que provocan el síndrome de piernas inquietas, aunque se ha relacionado con factores genéticos, deficiencias de hierro y alteraciones del nivel de dopamina en el cerebro. No obstante, también pueden tener que ver ciertas enfermedades, como la diabetes o afecciones de la médula espinal, entre otras. 

Si se identifica lo que provoca el síndrome de piernas inquietas, el tratamiento se dirige a ese problema en concreto. "En todo caso, por lo general, el tratamiento se centrará en abordar los síntomas y mejorar la calidad del sueño", señala la neuróloga. Así, se puede recomendar, según indica:

"En casos más graves o cuando la enfermedad interfiere significativamente con la calidad de vida, existe medicación específica para mejorar los síntomas", destaca. Para que la enfermedad no vaya a más es importante hacer un correcto seguimiento de la misma y de sus síntomas, "ya que, cuando la enfermedad evoluciona y los pacientes sufren una forma grave de esta enfermedad, es mucho más difícil dar con una pauta de tratamiento que sea efectiva”, confirma la Dra. Celia García Malo.