En verano es habitual que se den más casos de picaduras de garrapata. Por un lado, porque el buen tiempo y las vacaciones estivales hacen más propicios los paseos por el campo y, por otro, porque estos insectos aumentan su actividad con la subida de las temperaturas. Es fundamental, por tanto, saber cómo proceder si una garrapata pica a nuestro hijo.
Si bien la mayoría de las veces no implica más que un simple enrojecimiento de la piel o hinchazón, hay que ser consciente de que puede haber graves consecuencias y producir lo que se denomina ETG (enfermedades producidas por garrapatas). De hecho, a finales de julio un hombre fallecía en el Hospital de La Paz de Madrid tras varios días ingresado en la Unidad de Aislamiento de Alto Nivela causa de la picadura de una garrapata en el municipio de Buenasbodas, en Toledo. El arácnido le había transmitido la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo (FHCC).
Tanto es así que este año el Ministerio de Sanidad ha emitido una alerta por el aumento de picaduras de garrapata, si bien subraya que producen complicaciones solo en un pequeño porcentaje de los casos. Complicaciones que pasan por enfermedades infecciosas como la citada fiebre de Crimea-Congo, por reacciones alérgicas y por neurotoxicidad.
¿Qué hacer si una garrapata pica a un niño?
El primer paso para proceder de manera adecuada ante la picadura de una garrapata es reconocer la picadura, pues puede ser indolora al principio y que el niño o el adolescente afectado ni siquiera se dé cuenta de que le ha picado. “Reconocerla es fácil”, asegura Carla Quintana, directora médica de Maternify. “A veces se verá la garrapata adherida a la piel, donde se está alimentando de la sangre. Suelen permanecer adheridas durante un día o dos si no se eliminan. Cuanto más tiempo permanecen adheridas, más se hinchan de sangre. Una vez que la garrapata se cae o se quita, la mordedura parece un bulto pequeño y enrojecido que pica”.
Para intentar quitarla, es habitual recurrir a la tradición y a las recomendaciones de nuestros mayores y utilizar ungüentos varios. Sin embargo, ante la duda es preferible acudir a un centro médico para que un profesional sanitario retire la garrapata de la piel del niño, puesto que hacerlo de manera inadecuada puede ser contraproducente: “el mayor error es tratar de retirar la garrapata poniendo alcohol, esmalte de uñas, vaselina o una cerilla caliente sobre la garrapata”, señala Quintana. “Estos remedios no son eficaces y pueden dañar la piel o hacer que la picadura de garrapata empeore”.
¿Y si nos encontramos en un municipio o una zona en la que no hay acceso fácil a un centro médico cercano? ¿Cómo proceder? “Lo primero que hay que hacer es retirar la garrapata agarrándola con unas pinzas curvas y sacándola”, según explica la especialista. Es muy importante hacerlo con sumo cuidado y con unas pinzas como las descritas, ya que podríamos extraer el insecto mal, tirando demasiado y provocando así que la cabeza quede dentro de la piel, facilitando de este modo la infección y haciendo mucho más difícil sacarla posteriormente.
Cuando ya hemos conseguido retirar la garrapata por completo de la piel del niño, Carla Quintana indica que hemos de aplicar un ungüento antiséptico en la picadura para prevenir la infección. “Si la zona está hinchada o la piel que la rodea cambia de color, puede administrar un antihistamínico, como la difenidramina”.
En cualquier caso, debemos estar pendientes de ciertos síntomas que pueda mostrar el pequeño en los días posteriores. Así, si observamos que empieza a aparecer un sarpullido en la zona hasta dos semanas después o que parece que la picadura está infectada, debemos llevarlo a atención médica. También si en esas dos semanas el niño tiene fiebre o vemos que se encuentra decaído o en mal estado. La intervención rápida es esencial para evitar consecuencias de gravedad.
¿Cómo evitar la picadura de una garrapata?
Lo que recomiendan los expertos es llevar la mayor parte de la piel cubierta, especialmente las piernas cuando vayamos a zonas en las que pueda haber garrapatas. El problema es que no suele ser habitual saber dónde las hay y, por tanto, con las altas temperaturas del verano no llevaremos al niño con piernas y brazos cubiertos. Por ello, la manera más sencilla suele ser utilizar repelentes contra insectos en zonas campestres y, por supuesto, es imprescindible revisar bien la piel de nuestros pequeños al llegar a casa.