Cada año se producen en España unas 160 muertes (entre niños y adultos) debidos a los golpes de calor. En niños, la hipertermia, lo que conocemos clásicamente como insolación, afecta especialmente a los menores de cinco años y en especial a los menores de un año, que son muy vulnerables a ella. El motivo es que el organismo de un niño tiene menos capacidad de reserva de agua y que su mecanismo de sudoración también es menos eficiente que el de un adulto.
En niños pequeños, la temperatura corporal puede subir de tres a cinco veces más rápido. Además, su sistema respiratorio aún no está formado, por lo que pueden sufrir lo que se llama agotamiento por calor.
¿Cuáles son los síntomas del golpe de calor en niños?
Hablamos de golpe de calor cuando la temperatura del cuerpo sube hasta tal punto que el organismo no es capaz de eliminar ese calor acumulado. Los síntomas del golpe de calor en niños son los siguientes:
- Mareos.
- Vómitos.
- Temperatura corporal por encima de los 40ºC.
- Dolor de cabeza.
- Irritabilidad.
- Taquicardia.
- Desmayos o pérdida de conciencia (en los casos más graves).
- Convulsiones (cuando el cuadro es grave).
Además, desde el Comité de Soporte Vital de la Asociación Española de Pediatría (AEP) advierten de que "también hay que estar atentos a otros síntomas como piel seca y muy caliente, fatiga (cansancio excesivo), debilidad, respiración superficial y rápida o calambres musculares".
“Una causa frecuente de golpe de calor en niños pequeños sucede cuando la familia les deja, por ejemplo, dentro del coche y sin ventilación, hay que saber que, con una temperatura ambiente de 39ºC, existen zonas en el interior del coche donde la temperatura puede alcanzar los 70ºC. Y con una temperatura ambiente de 29ºC, la temperatura interior aumenta casi 20ºC en los primeros 45 minutos de exposición”, explica el Dr. Ignacio Manrique, coordinador del citado comité de la AEP, quien alerta de que “esa temperatura tan elevada puede causar un golpe de calor con pronóstico muy malo para ese lactante o niño”.
Consejos para evitar el golpe de calor en niños
Para que las temperaturas elevadas no supongan un problema al niño, la AEP recomienda adoptar las siguientes medidas:
- No exponerse al sol y tener cuidado en la sombra. "Los menores no deberían exponerse al sol en días de temperaturas elevadas, sobre todo en las horas centrales del día". Hay que recordar que los bebés de menos de seis meses (para algunos autores, los menores de un año) no se deberían exponer nunca al sol. No obstante, bajo la sombrilla también hay riesgo, porque la arena refleja el sol y se puede alcanzar una temperatura muy alta. Están desaconsejados especialmente los trapos o muselinas que algunas familias ponen encima del carrito del bebé, pues no puede circular bien el aire y lo puede poner en peligro. Por el contrario, en estos días de altas temperaturas, la Asociación Española de Pediatría aconseja "descansar en un ambiente fresco, utilizando aire acondicionado o ventiladores".
- Usar ropa para protegerlos. Si los niños están bajo el sol, lo mejor es cubrir su cuerpo "para limitar el porcentaje de área expuesta a la luz solar, ofreciendo una barrera para evitar el sobrecalentamiento", destacan los expertos. Así, indican que habría que cubrir tanto la cabeza del menor como el resto del cuerpo con ropa, "pero esta debe ser fresca y holgada, y de colores claros, que evite la absorción excesiva de calor y no contribuya a aumentar la temperatura corporal". Para el baño en el mar o en la piscina hay ropa con factor de protección solar (UPF) que puede ayudar.
- Dejar el ejercicio para las horas de menos calor. A los niños les gusta moverse, hacer deporte, saltar, correr... Pero en días en que el calor es muy elevado hay que tenerlo en cuenta para elegir un momento propicio en la jornada. "Al realizar algún ejercicio físico, en el que se produce una gran cantidad de calor, se desencadena un mecanismo reflejo a nivel de los vasos sanguíneos de la piel, denominado vasodilatación, comenzando de inmediato a sudar para mantenerse fresco", explican desde la AEP. Se produce una reacción inmediata del cuerpo para perder calor, lo que ayuda a recuperar la temperatura normal. ¿Qué sucede entonces? "Cuando la temperatura del exterior es muy alta, los mecanismos termorreguladores funcionan, pero no pueden disipar el calor con suficiente rapidez, lo que provoca que el cuerpo no se refresque lo suficiente y sufra algún golpe de calor. Por ello, conviene evitar la práctica de ejercicio en las horas centrales del día, las de más calor".
- Hidratarse bien. Aunque el niño no pida agua, es muy importante que los padres estén atentos para que permanezca bien hidratado en todo momento. En la franja de seis a 12 años, deberían tomar de 750 ml a 2 litros de agua al día, según la AEP. En cuanto a los adolescentes, hay que recordarles que el alcohol deshidrata. El alcohol es un diurético, lo que produce una mayor eliminación de agua. Produce además vasodilatación, lo que dificulta que el organismo pueda regular su temperatura y así se pueden alcanzar los 40 grados centígrados".
¿Qué hacer si el niño ha sufrido un golpe de calor?
Si las medidas preventivas anteriores no han funcionado y el niño ha sufrido un golpe de calor, la Asociación Española de Pediatría recomienda las siguientes actuaciones:
- Colocar al niño tumbado boca arriba a la sombra, en un sitio fresco y ventilado. Aflojar su ropa y quitar las prendas innecesarias.
- Colocar compresas de agua fría en cabeza, cara, cuello, nuca y pecho.
- Si el niño está consciente, darle de beber agua fría o una bebida isotónica.
- Si está inconsciente, avisar al 112 y, si es preciso, iniciar reanimación.
- Trasladar al niño al hospital lo antes posible, para que sea valorado.