Skip to main contentSkip to footer
Niños en el bordillo de la piscina

6 mitos a desterrar para evitar ahogamientos infantiles

Cada año, las noticias informan de desgraciados accidentes en la piscina, el mar u otros medios acuáticos que tienen como protagonistas a menores de edad. La Asociación Española de Pediatría destaca qué ideas falsas hay que dejar de lado en la lucha contra los ahogamientos infantiles.   


8 de agosto de 2024 - 7:30 CEST

Los ahogamientos son la segunda causa de fallecimiento accidental en España en menores de 14 años. Así, en 2023 hubo 27 fallecimientos por esta causa. Además, por cada ahogamiento mortal se estima que hay de uno a cuatro ahogamientos no mortales que van a requerir hospitalización y que pueden dejar secuelas neurológicas de distinta gravedad.

“Aunque se disponga de socorrista, los adultos no deben dejar de supervisar activamente a los niños, incluso si están usando sistemas de flotación”, explica el Dr. Ignacio Manrique, coordinador del Comité de Soporte Vital de la Asociación Española de Pediatría (AEP). “El único sistema que previene el ahogamiento infantil son los brazos, por lo que no deberíamos estar a más distancia, especialmente, en el caso de menores”, añade.

Hay dos picos de incidencia de ahogamientos en menores: uno es en niños que están por debajo de los cuatro años y el otro el de adolescentes.

En el caso de los adolescentes, los afectados son casi siempre varones, duplicando el número de chicas. Los accidentes en los más pequeños suelen suceder especialmente en piscinas particulares, mientras que los adolescentes suelen verse envueltos en percances en el mar, ríos y lagos, "asociándose el alcohol y las drogas como causas desencadenantes", alerta la AEP. La franja horaria en la que más ahogamientos se producen en entre las 16 y las 18 horas. 

Para evitar que los ahogamientos sigan creciendo, la Asociación Española de Pediatría confronta seis ideas falsas extendidas que pueden propiciar o empeorar la situación en caso de ahogamiento.

1. "La bandera roja no afecta a todos los bañistas"

Todas las personas que utilicen una playa, sea cual sea su condición física, han de atender a las señales de los socorristas y a las banderas que indican si el baño es posible, teniendo en cuenta la situación del mar y del viento.

"Tener un alto conocimiento de un deporte náutico, practicar surf, ser nadador de aguas abiertas o cualquier modalidad acuática no exime del cumplimiento de las normativas y no implica inmunidad ante los incidentes acuáticos", indica la AEP.

Por tanto, aunque el niño o el adolescente practiquen este tipo de actividades deportivas han de acatar lo que digan las banderas oficiales y si hay bandera roja, el baño queda prohibido para todos.

2. "Los manguitos y flotadores previenen el ahogamiento"

Cuando los niños no saben nadar, se les coloca distintos sistemas para que floten como manguitos, cinturones... Pero hay que tener en cuenta que estos dispositivos por sí solos no previenen el ahogamiento de los pequeños, "ya que no garantizan que las vías respiratorias queden fuera del agua en todo momento". El problema es que pueden generar una sensación de falsa seguridad en los padres y en los niños.

Tal como destaca la AEP, "el único material efectivo y recomendado para la flotación de los bañistas es el chaleco salvavidas, que debe usarse siempre que se navegue en un bote, tabla de pádel surf o se esté en cualquier superficie sobre agua. Se recomienda también como medida preventiva para los niños que estén en cualquier entorno acuático (arenales, ríos, pantanos)".

3. "La persona que se ahoga pide ayuda"

La vigilancia hacia los niños debe ser siempre exhaustiva por parte de sus padres o cuidadores. Una persona puede ahogarse en segundos, y la víctima puede desaparecer de la superficie del agua en 90 segundos. A veces, en un entorno de juegos, que el niño se vaya al fondo puede interpretarse erróneamente como una actividad lúdica o una broma.

Además, es muy importante saber que "una persona que se ahoga, frecuentemente, lo hace en silencio, no grita y no pide ayuda, trata de sacar la cabeza y concentra todos sus esfuerzos en respirar", aclaran los expertos de la Asociación Española de Pediatría.

Niño tirándose a la piscina© Adobe Stock

4. "Ante un ahogamiento hay que lanzarse a socorrer"

Cuando una persona es consciente de que otra se está ahogando debe actuar de inmediato llamando a los servicios de socorro y "si es posible, acercando o lanzando un objeto flotante al que la víctima pueda agarrarse o al menos que pueda mantenerse a flote hasta la llegada de ayuda especializada".

A veces los intentos de rescate, especialmente en el mar, acaban con dos víctimas, por lo que hay que intentar buscar ayuda especializada y contar con materiales de flotación para el rescate.

5. "Hay que colocar a la víctima ahogada boca abajo para vaciar el agua de los pulmones"

La creencia popular habla de que a una persona que ha estado en peligro de ahogamiento hay que ponerla boca abajo para que se vacíe el agua de sus pulmones. No es así en realidad. "Estas maniobras, además de ser inútiles, suponen una pérdida del tiempo esencial para revertir la hipoxia (falta de oxígeno) de la víctima".

Actualmente se recomienda para las personas ahogadas que no respiran aplicar el protocolo de RCP (resucitación cardiopulmonar) con ventilaciones y compresiones torácicas. 

6. "Tras la comida no hay que bañarse para evitar el corte de digestión"

Uno de los mitos más arraigados desde siempre es el del famoso 'corte de digestión', por el que se pedía a niños y mayores esperar unas dos horas después de haber comido para entrar en el agua. Pero la realidad es la siguiente: "Este término se refiere a la interrupción del proceso digestivo y puede ocurrir tanto en el agua como fuera de ella, pero en realidad lo que debemos evitar es el choque térmico tiene que ver con la circulación sanguínea y que se denomina correctamente síncope por hidrocución".

¿De qué manera prevenirlo? Haciendo una aclimatación gradual al agua, manteniendo una hidratación adecuada, evitando comidas copiosas y procurando no exponerse excesivamente al calor. Ante cualquier señal de mareo, malestar o debilidad habría que actuar saliendo del agua, aconseja la AEP.