Nos pasamos el año deseando que lleguen las vacaciones de verano, pero cuando llegan… no siempre son idílicas. ¿Te da la sensación de que tu hijo se porta peor en esta época del año? ¿Puede el calor afectar al comportamiento de los niños? “Sí, el calor puede afectar significativamente el comportamiento de los niños y niñas”, asegura Sonia Martínez Lomas, psicóloga y directora de Centros Crece Bien.
“Las altas temperaturas pueden hacer que los niños se sientan más irritables, cansados y menos tolerantes”. Pero… ¿por qué? ¿Qué tiene que ver el calor con el comportamiento? Pues bien, según la psicóloga, hay varios factores que pueden producir ciertos cambios en la conducta de los menores y tienen todo el sentido del mundo: “En primer lugar, el calor puede causar deshidratación, lo que afecta el estado de ánimo y la energía. Además, cuando hace calor, los niños pueden dormir peor, lo que influye en su comportamiento diurno”, aclara. “La combinación de estos factores puede llevar a que los niños estén más propensos a tener rabietas, mostrar menos paciencia, mayores enfados y tener dificultades para concentrarse o prestar atención”.
A estos factores hay que añadir otros que son también determinantes, como los cambios en las rutinas y no saber qué van a hacer a lo largo del día, de la semana o el resto del verano. A los niños les da tranquilidad saber qué es lo que viene a continuación, de ahí la importancia de las rutinas; la falta de planes más estructurados diariamente puede provocarles cierto malestar.
Eso no quiere decir que tengamos que llenar su agenda también en verano, pues necesitan no hacer nada y aburrirse y descansar. La clave es informarles de qué es lo que vamos a hacer (si vamos a ir a la piscina, a ver a los abuelos o a merendar con unos amigos, por ejemplo) para darles seguridad y tranquilidad.
En muchos casos, influye mucho que los padres sigan trabajando mientras los niños están de vacaciones.
Por un lado, porque eso puede hacer que los padres estén más estresados por tener que hacer frente a su cuidado sin tener tiempo para ello, lo que se traduce en mayor estrés en sus hijos, que es probable que sientan, además, que sus padres no les prestan la atención que necesitan y acaben reclamando mayor presencia a través de comportamientos inadecuados.
Por otro lado, si están a cargo de otros familiares, normalmente los abuelos, estos pueden no seguir las mismas normas y no imponer los límites a los que los niños están acostumbrados en casa, lo que les puede generar cierta confusión.
¿A qué edades es más habitual el cambio de comportamiento en verano?
“Aunque todos los niños pueden verse afectados por el calor, los más pequeños, especialmente los menores de cinco años, suelen ser los más vulnerables”, apunta Sonia Martínez. “Esto se debe a que todavía están desarrollando sus mecanismos de regulación de temperatura y no siempre pueden expresar claramente su incomodidad o necesidad de agua”.
Otro aspecto a tener en cuenta es que, como señala la psicóloga, los bebés y los niños pequeños tienen menos capacidad para adaptarse a los cambios ambientales extremos, lo que hace que el calor les afecte más intensamente.
Pautas para evitar el mal comportamiento de los niños en verano
Una vez que tenemos claro que no solo es una cuestión de percepción, sino que efectivamente el calor puede influir de manera negativa en el comportamiento de nuestros hijos, lo importante ahora es averiguar qué podemos hacer para evitarlo o, al menos, para que estas situaciones de conducta inadecuada se den con menos frecuencia y con menos intensidad. Al respecto, la directora de Crece Bien nos asegura que hay varias estrategias que los padres pueden utilizar para ayudar a sus hijos a sobrellevar el calor y minimizar los cambios de comportamiento, y enumera las siguientes:
- Hidratación constante. Si la falta de ánimo y de energía se debe a la deshidratación, la solución es sencilla: “asegúrate de que los niños beban suficiente agua durante todo el día. Las bebidas refrescantes y saludables como el agua con un toque de fruta pueden ser atractivas para ellos”.
- Ropa adecuada. Vestirlos con ropa ligera, de colores claros y fabricada con materiales transpirables como el algodón puede ayudarles a sobrellevar mejor el calor y, en consecuencia, a no perder el control sobre sus propias emociones.
- Ambientes frescos. “Mantén la casa fresca utilizando ventiladores, aire acondicionado o simplemente creando corrientes de aire. Limita las actividades al aire libre en las horas más calurosas del día, generalmente entre las 12 y las 16 horas”.
- Descanso adecuado. Es esencial que descansen y duerman bien. Por ello, “asegúrate de que duerman en un ambiente fresco y cómodo. Una siesta corta en un lugar fresco puede hacer maravillas para su humor”.
- Actividades tranquilas. “Opta por actividades que no requieran mucho esfuerzo físico durante los momentos de más calor, como juegos de mesa, lectura o manualidades”.
- Alimentación ligera. “Ofrece comidas ligeras y frescas, como ensaladas, frutas y verduras, que son más fáciles de digerir y ayudan a mantener el cuerpo hidratado”.
- Autoconocimiento. Es clave enseñar al niño a identificar y a expresar sus propias necesidades. En este sentido le podemos ayudar preguntándole “cómo se encuentra de temperatura, apetito, sueño, emociones y grado de activación del 1 al 10 e invitarle a buscar la manera de sentirse más cómodo, por ejemplo, pidiendo ayuda a un adulto, yendo a una zona más fresca... de esta manera le será más sencillo encontrarse bien, esté cerca de las personas que le conocen bien o no, fomentando su autonomía”.
Todas las anteriores son pequeñas acciones muy fáciles de llevar a cabo y que, sin embargo, tal y como afirma Sonia Martínez, “pueden marcar una gran diferencia y ayudar a que los días de verano sean más llevaderos y agradables para todos”.