Niño sonríe y descansa en una hamaca en la playa© Getty Images

Verano

Por qué deberías dejar que tus hijos tengan tiempo para aburrirse

Es una manera muy sencilla y, sobre todo, muy eficaz de potenciar en ellos habilidades esenciales en su desarrollo


24 de julio de 2024 - 16:22 CEST

Adultos, niños y adolescentes pasamos el año entero soñando con las vacaciones de verano. Es el momento más idóneo para descansar, para hacer aquello que más nos gusta (o para no hacer nada también); en definitiva, una desconexión necesaria para todos y, sin embargo, a veces nos empeñamos en que nuestros sigan activos; en ocasiones, con deberes o actividades de refuerzo escolar, pero sobre todo con miles de planes que organizamos para ellos y que, aunque puedan estos ser lúdicos y divertidos, copan casi toda su jornada diaria ¿Por qué no permitir que ellos también tengan tiempo para no hacer nada? “No solo es recomendable, si no que tendría que ser obligatorio”, comenta Raquel Torres, coach familiar (raqueltorrescoachfamiliar.com).

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El motivo es que “cuando los niños y adolescentes no tienen nada que hacer, entra en juego el aburrimiento y esto desarrolla su creatividad y su imaginación”. Es entonces cuando se les da pie a que inventen juegos, manualidades, cuentos e historias y proyectarlas a su manera.

“Cuando los niños y adolescentes no tienen nada que hacer, entra en juego el aburrimiento y esto desarrolla su creatividad y su imaginación”

Raquel Torres

Razones por las que deberíamos dejar que los niños no hagan nada

La anterior, la de generar la oportunidad de que su imaginación e inventiva se pongan en marcha, es la razón más poderosa para no tener estructurado todo el tiempo de nuestros hijos en las vacaciones de verano, pero no es la única. Torres enumera otros motivos a los que las familias deben dar la importancia que merecen:

  1. Descanso y recuperación. Han pasado un año escolar lleno de deberes, extraescolares, deportes, etc. Necesitan un descanso para reparar.
  2. Aprenden a gestionar su tiempo. Como los niños no están sujetos a horarios, disponen de autonomía para poder gestionarlo a su manera, lo que les da independencia y autodescubrimiento de sus habilidades.
  3. Reducción de estrés. Un calendario lleno de actividades y que sea poco flexible puede generar estrés y ansiedad en los niños. El tiempo libre les permite relajarse y fluir en el día a día.
  4. Fomento de las relaciones familiares. El tiempo, como no está sujeto a un horario fijo, permite que surjan actividades espontáneas juntos, como paseos, deportes y juegos. Esto hace que haya más conexión familiar.
  5. Desarrollo de habilidades sociales. Cuando los niños se juntan entre ellos, sin monitores y sin actividades estructuradas, les permite cooperar, negociar y practicar la empatía.
© Getty Images

Niña en la playa

Cuando los niños y adolescentes no disponen de tiempo libre tampoco en verano

Como hemos visto, el poder parar e, incluso, el poder aburrirse, es esencial para el cerebro infantil y adolescente. También es cierto que brindar a nuestros hijos esta posibilidad también depende de las necesidades de la propia familia, pues a veces no queda más remedio que estructurar sus vacaciones mientras los progenitores siguen trabajando. Por otro lado, entran en juego las necesidades del menor; bien por su edad o bien porque tengan que trabajar determinadas habilidades o reforzar materia escolar puede obligar en cierto modo a organizar su tiempo más de lo deseable. Habrá que valorar siempre cada caso particular y analizar los pros y los contras. En este sentido, Raquel Torres tranquiliza a aquellas familias que, por un motivo u otro, organicen el tiempo de asueto de sus hijos en verano, pues señala no solo las implicaciones negativas de esta situación, sino también las positivas:

Implicaciones positivas:

  • Seguridad y supervisión. La mayoría de las ocasiones esa estructuración del tiempo libre de nuestros hijos pasa por apuntarlos a campamentos de verano. En estos casos, al estar en actividades estructuradas con monitores, los niños se sienten seguros porque cuentan con límites y, al mismo tiempo, “la madre y el padre se sienten despreocupados y en calma porque sus hijos están a buen recaudo y entretenidos”.
  • Oportunidades para hacer amigos. Como se trata de campamentos o actividades diferentes a las del invierno, en la mayoría de las ocasiones conocen a niños nuevos, lo que les permite socializar y ampliar sus círculos de amigos. Es una oportunidad perfecta para desarrollar o potenciar sus habilidades sociales.
  • Adquieren seguridad en ellos mismos. Es muy probable que les propongan realizar juegos para conseguir metas y objetivos; esto los llevará a sentirse orgullosos de sus logros y aumentará su autoestima.
  • Se limita el tiempo de las pantallas, ya que el día está estructurado para hacer otras cosas sin tener que entrar en conflictos por el uso de las pantallas.

Implicaciones negativas:

  • Estrés y agotamiento. Mantener a los niños constantemente ocupados puede ser totalmente agotador, para ellos y para las familias, pues hay que organizar la logística del hogar y de los traslados a los campamentos y a las demás actividades.
  • Falta de tiempo de la unidad familiar. El estar todo estructurado en actividades hace que el tiempo en familia sea poco y nada espontáneo.
  • Presión y ansiedad. Los niños pueden sentirse saturados al estar sometidos a tantos horarios y tareas.
  • Pérdida de la creatividad. Los niños no se aburren, no generan ideas, con lo cual no acostumbran a crear porque se les da toda la jornada organizada y estructurada.