Niña con los ojos abiertos tumbada en su cama© Getty Images

Salud

Los problemas para dormir de un niño ¿cuándo pasan a considerarse un trastorno?

Los trastornos del sueño pueden tener importantes repercusiones en la calidad de vida del niño o el adolescente que los padece


18 de julio de 2024 - 7:55 CEST

Las parasomnias son alteraciones del comportamiento y la conducta que se producen durante el sueño, que pueden alterarlo o disminuir su calidad. Aunque son procesos aparentemente benignos, sin repercusiones sobre la salud, en algunos casos pueden dar lugar a repercusiones negativas en la vida diurna, consecuencias negativas en la calidad de vida e importantes alteraciones domésticas y riesgos potenciales para la integridad física del niño o el adulto que las padece. 

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Son más frecuentes en niños y adolescentes (y más en varones), pueden ser recidivantes y en la mayoría de los casos desaparecen tras el desarrollo.

Tipos de parasomnias

Se clasifican en relación a cuándo aparecen y cuándo se producen, en las diferentes fases del sueño. Trastornos del despertar, trastornos de la transición sueño-vigilia, trastornos del sueño REM y otras que no dependen del tipo de sueño en el que aparecen, son los grupos en los que se incluyen todas las parasomnias.

 Los terrores nocturnos, el sonambulismo, la somniloquia, las pesadillas, la parálisis del sueño, el bruxismo y la enuresis, son las más frecuentes y conocidas.

1. Terrores Nocturnos

Aparece en la fase lenta del sueño, en el primer tercio de la noche. En el niño (más frecuente entre los 4 y los 10 años) se caracteriza por llanto agudo, persistente, con expresión de miedo, ojos abiertos, taquicardia y taquipnea. La situación no se resuelve hasta que se despierta, que reconoce a su madre y donde se encuentra, volviéndose a dormir rápidamente. No se recuerda el episodio a la mañana siguiente.

En el adulto, afortunadamente menos frecuente que en el niño, la situación es más violenta y dramática, con gritos, pánico y en ocasiones daño corporal, con amnesia posterior. En el tratamiento, generalmente poco eficaz, se han probado antidepresivos y psicoterapia. Suele ser un trastorno familiar. Su prevalencia es de un 3% en la infancia y menor del 1% en la edad adulta. 

2. Sonambulismo

El sonambulismo es la parasomnia más popular y una de las más frecuentes. Se presenta habitualmente en la fase de sueño lento, o sueño NREM, desde el comienzo hasta la mitad de la noche.  Los niños son los más afectados, entre los 4 y los 12 años de edad, y pueden presentar algún episodio aislado o presentar episodios de forma pertinaz y recidivante. Mejora o desaparece con la edad y, aunque en la infancia-adolescencia los síntomas de sonambulismo tienen una prevalencia de casi el 12 %, en la edad adulta la cifra disminuye hasta el 1 – 6 %.

Consiste en conductas complejas, realizadas durante el sueño, con actividades motoras automáticas sencillas, que semejan a las realizadas en la vigilia.  

La persona sonámbula se levanta, anda, se mueve y actúa como si estuviera despierta, pero estando dormida. 

Se desplaza con los ojos abiertos pero sin ver la realidad y los episodios suelen acabar espontáneamente volviendo al sueño normal y a la cama, con amnesia posterior. En contra de la creencia general, despertar a un sonámbulo no es peligroso para su salud, suele permanecer confuso durante unos minutos y, al darse cuenta de su situación, busca de nuevo la cama para continuar el sueño.

  • Riesgo para los sonámbulos. Los sonámbulos pueden ser un peligro para sí mismos o para otros, pues las escaleras, las ventanas, o actividades con elementos peligrosos, pueden lesionarle o provocar accidentes. Si se descubre la presencia de un sonámbulo en la familia, es conveniente protegerle de estos peligros con medidas de protección y, si asistimos a uno de los episodios de sonambulismo, es recomendable acompañarlo, tranquilizarlo y meterlo de nuevo en su cama.

El sonambulismo no tiene tratamiento eficaz. Las medidas preventivas de protección y seguridad en el hogar y el uso de medicamentos diacepoxidos y la psicoterapia han sido los más utilizados.

© Getty Images

3. Somniloquia

La somniloquia es hablar en voz alta durante el sueño. Es la parasomnia mas frecuente, sobre todo en los niños, en los que su prevalencia llega al 50%. Disminuye con la edad y en los adultos no llega al 5%.

En los niños la somniloquia suele tener relación con vivencias conscientes vividas durante la vigilia y sus palabras, frases o discurso suelen tener algún sentido. En los adultos esto no suele suceder, las palabras a veces son ininteligibles y su discurso no suele tener sentido.

4. Pesadillas

Es la parasomnia mas frecuente en la fase REM del sueño. Afecta más a los niños menores de 6 años y en los adultos son menos frecuentes, más espaciadas y menos intensas. Se suelen presentar en la segunda mitad o al final de la noche y el paciente se despierta recordando lo soñado y el miedo y estrés padecido.  Suelen ser sueños largos, complejos, elaborados y que provocan intenso miedo y ansiedad, generando el despertar y la dificultad para volver a conciliar el sueño. Pueden estar influidas por enfermedades febriles, comidas copiosas, determinados alimentos o determinados fármacos.  Las pesadillas que alteran el descanso nocturno y deterioran la calidad de vida diurna, pueden beneficiarse de tratamiento médico con benzodiacepinas.

5. Bruxismo

Consiste en el desgaste de los dientes producido por el frotamiento (rechinar los dientes) y la contracción de la musculatura mandibular durante el sueño. Aparece en cualquier momento de la noche, es más frecuente en la infancia y afecta alrededor de un 10% de la población en general. El tratamiento es instrumental con la aplicación de una férula en la arcada dentaria superior para evitar el frotamiento, la presión y el desgaste. 

6. Enuresis nocturna

Es la perdida de orina durante el sueño. A partir de los 4 años se controla el esfínter vesical durante el sueño. Si esto no se produce, hablamos de enuresis nocturna. Afecta sobre todo a los niños. Su incidencia es familiar, se presenta en la fase de sueño lento y profundo NREM, al comienzo de la noche, debido a la intensidad de este y al aumento del umbral para despertar. El tratamiento se realiza con técnicas conductales, alarmas mecánicas o farmacoterapia.