Si hay un pilar esencial para que los niños y los adolescentes aprendan cualquier cosa, desde abrocharse un botón a hacer una raíz cuadrada, esa es la capacidad de concentración. ¿En qué consiste exactamente esta capacidad? ¿Es lo mismo concentración que atención? “La atención es la capacidad de notar cosas en tu entorno, mientras que la concentración es la capacidad de mantener la atención en una sola cosa específica durante un tiempo”, nos explica Ana Isabel Olivares Valencia, psicopedagoga experta en dificultades de aprendizaje y autora del libro Lectoescritura y dislexia, de la teoría a la práctica (Ed. Neuroaprendizaje infantil).
Para que quede más clara la diferencia entre concentración y atención, la especialista utiliza un símil muy visual: la atención “es como una linterna que puedes encender y apuntar en diferentes direcciones. Ilumina un área amplia y te permite ver y notar muchas cosas a la vez. Por ejemplo, cuando un niño está en el parque, su atención puede moverse rápidamente entre diferentes cosas: un árbol, un perro, otros niños jugando”, nos dice. “Es la capacidad de darse cuenta de lo que está sucediendo a su alrededor”.
Por otro lado, la concentración “es como un rayo láser que enfoca intensamente en un solo punto. En lugar de iluminar un área grande, se centra en un solo objetivo con mucha precisión y detalle”. Olivares pone como ejemplo cuando un niño está armando un rompecabezas complicado, para lo cual necesita concentrarse en esa tarea específica, bloqueando otras distracciones.
¿Qué debemos tener en cuenta sobre la capacidad de concentración de niños y adolescentes?
Para fomentar de manera adecuada la concentración de nuestros hijos, hemos de tener muy claro a qué están capacitados en función de su edad o de su ritmo de desarrollo porque, de lo contrario, podemos generar el efecto adverso al provocarles rechazo y frustración por no poder conseguir lo que les proponemos. La psicopedagoga detalla las características principales de cómo es la concentración de los niños por tramo de edad:
- Educación Infantil (3 a 6 años): “Imagina que la atención de los niños de esta edad es como una mariposa que vuela de flor en flor. Pueden centrarse en algo que les interese mucho, pero solo por cortos periodos de tiempo, alrededor de 5 a 10 minutos. Su atención es muy sensible a cualquier cambio en el entorno, así que se distraen fácilmente”.
Cuando son tan pequeños hay que ofrecerles actividades variadas y atractivas para mantener su interés y ayudarles a concentrarse gradualmente.
- Educación Primaria (6 a 12 años): A medida que los niños crecen, “su atención se vuelve un poco más como una abeja trabajadora”. Su capacidad de concentración va aumentando y pueden lograr enfocarse en tareas específicas por más tiempo, “entre 15 y 30 minutos, especialmente si encuentran la actividad interesante o si tiene un propósito claro”.
Entre los 6 y 12 años hay enseñarles técnicas de autocontrol y organización para que puedan manejar distracciones y mantenerse concentrados en sus estudios.
- Educación Secundaria (12 a 16 años): "En esta etapa, la atención de los adolescentes puede compararse con un halcón cazador. Pueden concentrarse en objetivos específicos durante periodos más largos, típicamente de 30 a 45 minutos, o incluso más si están muy interesados o motivados. Sin embargo, también enfrentan muchas distracciones, especialmente con el uso de tecnología y redes sociales”.
En la etapa adolescente hay que ayudarles a desarrollar estrategias de manejo del tiempo y técnicas de estudio efectivas para que puedan maximizar su concentración y rendimiento académico.
Cómo fomentar la concentración en función de la edad
Es posible aplicar estrategias para mejorar o potenciar la capacidad de concentración de niños y adolescentes, pero, una vez más, adaptándolas a sus necesidades y etapas de desarrollo, tal y como indica Ana Isabel Olivares. “Es necesario ajustar las estrategias de gestión del tiempo”. Entre las estrategias o pautas que recomienda la psicopedagoga, se encuentran las siguientes, basadas en investigaciones científicas:
- Estructuración y rutinas. Cuando los niños tienen entre 6 y 12 años, “la estructura y las rutinas son vitales para crear un entorno predecible y seguro que facilite la concentración y el aprendizaje”. Cuando tienen unos horarios y unas actividades más o menos fijos en el tiempo, les ayuda “a saber qué esperar, reduciendo la ansiedad y mejorando su capacidad de enfocarse”. En lo que a los adolescentes respecta, la situación es diferente; ellos “necesitan más autonomía, aunque aún se benefician de una estructura que les ayude a organizar su tiempo de manera efectiva. Esta estructura puede incluir horarios de estudio, actividades extracurriculares y tiempo libre, permitiendo un equilibrio que favorezca la concentración”.
- Tareas y descansos. Cuando son pequeños, como hemos señalado anteriormente, la clave es ofrecerles tareas cortas y variadas para mantener su interés. “Los niños en primaria tienen una capacidad de atención más limitada, por lo que es beneficioso alternar entre diferentes tipos de actividades para mantenerlos comprometidos”. Los adolescentes, por su parte, “pueden manejar tareas más largas, pero necesitan aprender a tomar descansos regulares para evitar la fatiga mental y mantener la concentración. Técnicas como la Pomodoro, que alterna periodos de trabajo con breves descansos, pueden ser especialmente útiles”.
- Ambiente de estudio. “Mientras que los niños en primaria pueden necesitar un ambiente libre de distracciones bajo la supervisión de un adulto, los adolescentes deben ser guiados a crear su propio espacio de estudio que minimice las distracciones, permitiendo así desarrollar habilidades de autorregulación". Es decir, para niños más pequeños, disponer de un espacio de estudio designado con materiales necesarios y, por supuesto, sin juguetes o dispositivos electrónicos puede ser ideal, como indica Ana Isabel Olivares. “Los adolescentes, en cambio, deben ser animados a personalizar su espacio de estudio para que sea cómodo y propicio para la concentración, aprendiendo a identificar y eliminar distracciones por sí mismos”.
- Apoyo emocional. En todas las edades, ya sean muy pequeños, ya estén en primaria o ya en la adolescencia, “el apoyo emocional es crucial”. Lo que hemos de saber al respecto es que “los niños en edad primaria necesitan sentirse seguros y apoyados, con adultos que les proporcionen ánimo y comprensión”. En cuanto a los adolescentes, vuelven a diferir sus necesidades, pues estos “requieren un enfoque que reconozca su necesidad de independencia mientras se les ofrece apoyo para gestionar el estrés y la presión académica. Esto puede incluir conversaciones abiertas sobre sus sentimientos, proporcionar estrategias de manejo del estrés y ofrecer un ambiente en el que se sientan comprendidos y no juzgados”.
Ana Isabel Olivares (@neuroeducacion_madrid, en Instagram) asegura que implementar estas estrategias puede ayudar significativamente a mejorar la capacidad de concentración de los niños, “adaptándose a sus necesidades específicas y fomentando un entorno propicio para el aprendizaje y el desarrollo personal”.