10 pautas para no perder la paciencia con tus hijos
A veces sentimos que hemos perdido los papeles ante determinadas situaciones con los niños. La especialista en comunicación familiar Helena Ruiz Pino explica cómo evitar que vuelva a ocurrir
Repetir lo mismo una y otra vez y que no hagan caso, comprobar los mismos comportamientos inadecuados en nuestro hijo después de haber probado mil formas diferentes para ayudarle a corregirlo, malas contestaciones… Son multitud las situaciones en las que padres y madres pueden llegar a sentir que no pueden más, que han perdido la paciencia, lo que en ocasiones se traduce en reacciones de enfado desproporcionado. ¿Es posible evitar esta situación? ¿Cómo lograr no perder la paciencia con nuestros hijos? Helena Ruiz Pino, especialista en comunicación familiar, coach y creadora de la metodología My Family Lab (@myfamilylab) nos da 10 pautas esenciales para conseguirlo:2
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Practica el autocuidado
Es importante cuidar de tu bienestar emocional para poder guiar a tu hijo de la mejor manera posible y ofrecerle un buen modelo de comportamiento. Por eso, asegúrate de cuidar de ti mismo. Descanso adecuado, una alimentación equilibrada y tiempo para actividades que disfrutes pueden mejorar tu bienestar general y tu capacidad para ser paciente.
Cuida tu diálogo interno
"Todos cometemos errores. Si pierdes la paciencia, no te castigues. Aprende del momento y sigue adelante. La auto-compasión aumenta nuestra auto-confianza y mejora nuestra capacidad para ser pacientes". Intenta reparar el error con tu hijo y pedirle disculpas; tanto él como tú os sentiréis mejor.
No te tomes sus comportamientos como algo personal
Aunque a veces parezca que nuestros hijos se comportan mal para retarnos o faltarnos al respeto, esos comportamientos obedecen a otros motivos, como necesidades físicas o emocionales no cubiertas. Cuando tu hijo repite comportamientos inadecuados y sientes que no puedes más, es crucial intentar entender qué puede estar causando ese comportamiento. ¿Está cansado? ¿Tiene hambre? ¿Necesita movimiento? ¿Está buscando atención? ¿Se siente poco tenido en cuenta? Una vez que identifiques el origen, puedes trabajar en soluciones específicas.
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Establece expectativas realistas
"Recuerda que los niños están aprendiendo y cometerán errores. Ajusta tus expectativas a su edad y desarrollo. Esto te ayudará a ser más paciente cuando no todo salga como esperabas. Establece límites claros con respeto y empatía". No lo compares con otros niños de su edad que ya no tengan determinados comportamientos que tu hijo sí; cada niño tiene su propio ritmo de desarrollo tanto en lo cognitivo como en lo que a madurez se refiere.
Entiende cómo funciona su cerebro
Su corteza prefrontal, que es la parte del cerebro que se encarga de la autorregulación emocional, todavía está en desarrollo, recordarte esto te ayudará a mantener la calma.
Usa la palabra “todavía”
Adopta este mantra “el adulto soy yo, mi hijo TODAVÍA no tiene ni las habilidades ni la madurez para autorregularse emocionalmente”.Te servirá de ayuda para relativizar ciertas conductas o comportamientos y para evitar que reacciones de manera desproporcionada con tu hijo. Otro ejercicio muy útil al respecto es recordar cómo se comportaba hace exactamente un año o hace dos e ir visualizando la evolución; es importante hacerlo de este modo, a largo plazo, para no caer en la desesperación de los posibles pasos hacia atrás que se puedan ir dando en lo que a mejora del comportamiento se refiere.
Crea tu 'botiquín emocional'
"Haz una lista de recursos que a ti personalmente te sean útiles para calmarte, como respirar profundamente, escuchar música que te cambie el estado de ánimo, realizar algunos saltos o una serie rápida de estiramientos". Saber qué hacer en momentos de tensión para autoregularte, será el mejor ejemplo, además, que darás a tus hijos para que ellos también vayan aprendiendo a hacerlo y, a la larga, notarás los resultados.
Técnicas de respiración rápida
Prueba la respiración 4-7-8: inhala contando hasta 4, mantén la respiración contando hasta 7, y exhala contando hasta 8. Repite esto unas cuantas veces para calmarte rápidamente. Se trata de realizar respiraciones profundas en intervalos de 4, 7 y 8 segundos y de relajar la boca tras soltar el aire, de tal forma que los labios queden ligeramente separados; (después, hay que cerrarla e inspir suavemente por la nariz durante 4 segundos).
Acuerda un código
"Crea una señal con tu hijo que indique que necesitas un momento para calmarte. Puede ser una palabra clave o un gesto que ambos entendáis, permitiendo tomar un respiro antes de que la situación escale". A él le servirá para entender que se está sobrepasando o que no está teniendo un comportamiento adecuado, por lo que irá aprendiendo a saber cuándo parar y qué es lo que es correcto y qué no de su conducta.
'Entrena' la empatía
Ponte en los zapatos de tu hijo. Intenta entender que sus prioridades y las tuyas son diferentes, qué está sintiendo y por qué actúa de esa manera. A veces, su comportamiento es su forma de decir que algo no va bien. Este enfoque te ayudará a reaccionar con más calma y compasión.