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Virginia del Río© Virginia del Río

Entrevista

Virginia del Río, periodista: ‘La vida después de enterrar a mi hijo es diferente a la que tenía antes’

Acaba de publicar ‘La habitación de Uriel’, libro que ella misma describe como un manual de supervivencia que busca ayudar a quienes sufren una experiencia tan traumática como la suya


4 de julio de 2024 - 16:06 CEST

Con el firme convencimiento de que algunas historias tienen “el poder de sanar otras”, la periodista Virginia del Río ha escrito La habitación de Uriel (Ed. Carambuco Narrativas), libro en el que cuenta su propia experiencia, la de estar a una semana de salir de cuentas de su hijo, Uriel, y acudir a urgencias porque dejó de sentir sus movimientos. Allí le confirmaron que el pequeño había fallecido y que debía darlo a luz de forma natural. A pesar de que es una de las experiencias más dolorosas y traumáticas, el propósito de Virginia es transmitir a quienes pasen por el duelo perinatal (o por cualquier otro tipo de duelo) que es posible volver a vivir. “Hubo un tiempo en el que yo no sabía cómo podría hacerlo. Quería volver a vivir, pero no conocía el camino para lograrlo”, nos dice. Hemos hablado con ella sobre todo ello, sobre su terrible experiencia y sobre cómo ha logrado vivir de nuevo. Virginia del Río es, sin duda, un ejemplo de superación y una de las mayores voces en nuestro país que luchan por visibilizar el sufrimiento que conlleva el duelo perinatal y las necesidades de acompañamiento que presentan las familias.

El libro es autobiográfico, compartes tu propia experiencia tras la pérdida de Uriel; ¿qué te llevó a escribirlo? ¿Te ha servido como catarsis?

La habitación de Uriel es un paso más en el proyecto Tengo una estrella, que pretende visibilizar el duelo perinatal para que sea reconocido y respetado. Es una evolución natural de todo el trabajo de divulgación que he hecho desde que murió mi hijo, primero en el blog y después en mi cuenta de Instagram @tengounaestrella. 

A mí me gusta decir que el libro es un manual de supervivencia, porque es el camino que yo recorrí para sobrevivir primero y volver a vivir después. Comparto mi vivencia con todos los detalles porque creo fielmente que existen historias con el poder de sanar otras. Y eso es La habitación de Uriel: que quien me lea se sienta acompañado, que logre confiar en que se puede vivir de nuevo, aunque seamos otras personas. 

Cuando empecé a escribir el libro yo ya había sanado. De otro modo no hubiera sido posible dar esperanza, porque el camino del duelo es desolador. Digamos que he escrito mi historia con la ilusión de que sea una catarsis para quien me lea

Casi al instante de que te dieran la terrible noticia te comunican que tienes que dar a luz a Uriel y que te iban a inducir el parto; ¿cómo pudiste sacar fuerzas para afrontar un parto natural?

Los seres humanos somos mucho más fuertes de lo que pensamos y, en cualquier caso, hay veces que no te quedan más opciones que serlo. Nadie podía parir por mí, eso era algo que tenía que hacer yo sola, igual que atravesar el dolor y afrontar la vida que se abría ante mí y que estaba muy lejos de la que había planeado y elegido.

Fueron muy importantes las palabras que me dijo mi matrona cuando yo suplicaba una cesárea, porque me animaron a aceptar ese parto vaginal que me proponían: “Esto te va a acompañar toda la vida, pero no necesitas una cicatriz que te lo recuerde cada vez que te mires al espejo”.

¿Cómo explicar a una madre o a un padre que acaba de sumergirse en el duelo perinatal las fases por las que pasará?

Las fases son las conocidas en cualquier tipo de duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. La depresión entendida como tristeza absoluta. Lo que pasa es que no siguen ese orden, se mezclan muchas veces, incluso a veces se experimenta un retroceso que desanima mucho, pero que remontarás. Como decía antes, no sabemos lo fuerte que podemos llegar a ser hasta que no te queda otra opción. En La habitación de Uriel se describe toda la montaña rusa de emociones por la que yo pasé, la tormenta, la oscuridad. Pero también las lucecitas que se iban encendiendo y me empezaron a  alumbrar el camino. Es un libro que habla de la vida después de perder un hijo, porque es lo que yo he vivido pero, en realidad, es un libro sobre duelo en general, porque el dolor es dolor. 

¿Qué es necesario para volver a sacar fuerza, a ver la luz? ¿Cómo lo lograste tú?

Para sanar hay que atravesar el dolor, vivirlo, sentirlo. No hay otra opción. Si huyes de él y lo bloqueas, que es una reacción natural del ser humano, el duelo saldrá en otro momento por otra parte. La única manera de sanar y volver a vivir es sentir ese dolor, aceptarlo (con todo lo que cuesta), e ir viendo la luz poco a poco.

'La habitación de Uriel', de Virginia del Río© Carambuco Narrativas
'La habitación de Uriel', de Virginia del Río

¿Qué implica esa ‘luz’? ¿Cómo es el día a día tras atravesar todas las fases del duelo más terrible?

La expresión que más uso es “volver a vivir”, porque me parece la más gráfica. Hubo un tiempo en el que yo no sabía cómo podría hacerlo. Quería volver a vivir, pero no conocía el camino para lograrlo. Una vez que logras aceptar lo que ha sucedido, que no es resignarse, sino dejar de pelear contra una realidad que no puedes cambiar, puedes empezar a rescatar de tus ruinas algo bonito y reconstruirte. Yo lo llamo “belleza colateral”, que viene a ser todo lo bello que logré extraer, aunque parezca mentira, de una experiencia tan traumática. Belleza colateral es, por ejemplo, todas esas mujeres que llegaron a mi vida arrastrando el mismo amor y el mismo dolor. Es que llamen a un bebé recién nacido Uriel en nombre de mi hijo. Es que le sigamos mencionando. 

La vida después de enterrar a mi hijo es diferente a la que tenía antes, yo también lo soy. Tiene que ver sobre todo con la serenidad. Esa que me costó tanto conseguir y que abrazo como un tesoro. 

¿Cómo ha afectado esta experiencia tan dura a tu familia?

Cuando sucede algo así en una familia, cada uno atraviesa su propio duelo, aunque las madres y/o los padres se lleven la peor parte. Uriel era hijo, sobrino, nieto, primo, etc., y sus abuelos, tíos, primos, seres queridos, también se quedaron con los brazos vacíos. 

En mi familia hicimos ese camino desconocido llamado “duelo perinatal” cada uno a su manera, pero juntos. Quizá la principal indicación la di yo cuando les dije a mis padres y hermanos que necesitaba hablar de Uriel. Que por favor no lo silenciaran por miedo a hacerme daño. Creo que esa fue la puerta de salida a la relación sana y especial que tenemos hoy con su vida y su muerte.

La muerte perinatal sigue siendo un gran tabú. ¿Por qué crees que es así?

Lo has dicho tú: sobre todo, por el dolor tan grande que produce. El ser humano huye por naturaleza de lo que le produce dolor, sea propio o ajeno, porque el dolor de los demás también nos duele. Además, los bebés que mueren antes de nacer han sido siempre absolutamente ignorados, al punto de taparlos bajo frases como “eres joven, ya tendrás otro”, “todo pasa por algo”, “la naturaleza es sabia”, y así. El Estado tampoco ayuda, ya que ni siquiera nos deja inscribirlos en el libro de familia, a pesar de que pedimos que se haga sin efectos jurídicos. Esa es otra de mis luchas; mía y de mucha más gente. Hemos avanzado gracias a todas las familias que han alzado la voz para darles un lugar en el mundo a nuestros hijos, pero aún queda mucho por hacer, y en ello estamos. 

¿Qué debería cambiar para tratar como verdaderamente necesitan y merecen a las familias y, en concreto, a las madres que han sufrido la pérdida de su hijo antes de que este naciera?

Muchísimas cosas. Más educación emocional, más empatía, más respeto. Que nuestra cultura pudiese acercarse a la muerte sin entrar en pánico. Si aceptamos que la muerte es parte de la vida dejará de ser un tabú. Que modifiquen el Código Civil con el que actualmente se legisla, que es del año 1889, para que podamos inscribir a nuestros hijos en el libro de familia como se merecen y como nos merecemos las familias. Que los padres tengan derecho a su baja de paternidad para hacer su duelo. Protocolos en casos de muerte perinatal en todos los hospitales. Asistencia psicológica pública y de calidad para las madres y los padres. Y podría seguir…

El día que entendamos que perder a un hijo antes de nacer es absolutamente traumático y respetemos el dolor sin juzgarlo, estaremos avanzando como sociedad.