Durante el embarazo se puede consumir marisco, pero es uno de los alimentos sobre los que hay que mantener ciertas precauciones que garanticen tanto una ingesta segura como equilibrada. Esto supone tener en cuenta una serie de consejos que permitan a la gestante aprovecharse del valor nutricional de este alimento, pero sin correr riesgos.
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El aporte nutricional del marisco en el embarazo
Tal como comenta la Dra. Ana María Román Guindo, jefe del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja de Madrid, el marisco “es una fuente valiosa de energía, proteínas y nutrientes esenciales como el yodo, selenio, calcio y vitaminas A y D, además de ácidos grasos omega 3, por lo que tiene que estar presente en una dieta saludable”. No obstante, en relación al embarazo, hay que tener en cuenta que “es recomendable evitar el consumo de forma cruda debido al riesgo de contaminación que implica, el cual es superior a los posibles beneficios nutricionales”, añade.
En general, este consejo es válido para todos los pescados (blancos y azules) que se coman durante el embarazo. En términos generales, no hay problema siempre que el pescado esté bien cocinado y haya sido congelado previamente al menos durante tres días. Por este motivo, cuando se toma fuera de casa hay que asegurarse con total certeza de que ha seguido este procedimiento y si no, es mejor pedir otro plato.
La única excepción con respecto al consumo de pescado en el embarazo es la de aquellos con presencia de mercurio, que son pez espada, tiburón, atún rojo y lucio. Según las recomendaciones de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición, las mujeres embarazadas, las que sospechen que podrían estarlo o las que estén buscando el embarazo deben abstenerse totalmente de consumir estas variedades de pescado. El motivo es su alto contenido en mercurio. Esta recomendación se extiende a todo el periodo de lactancia y también a todos los niños menores de 10 años.
Qué tener en cuenta a la hora de tomar marisco en el embarazo
Ya sabemos que el marisco tiene un valioso perfil nutricional, pero para consumirlo sin riesgo habría que seguir estas recomendaciones, según los expertos de Sanitas:
- Comprar en lugares de confianza. Nunca comprar marisco en lugares ‘no oficiales’ o donde no se haya podido garantizar un buen tratamiento térmico del producto. Lo mejor es adquirirlo en mercados y tiendas de confianza donde aseguren la calidad del género y puedan ofrecer producto fresco y bien conservado desde el origen.
- Evitar el mercurio. Además de renunciar a los pescados con alto contenido en mercurio ya citados, hay que tener en cuenta que algunas variedades como los mejillones y los berberechos pueden concentrar altas cantidades de este contaminante, por lo que hay que limitar su consumo. Igualmente, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria desaconseja chupar las cabezas de las gambas y los langostinos, pues tienen una alta concentración de cadmio. Es una advertencia para toda la población, no solo para las gestantes.
- Mantener una buena higiene alimentaria. Cuando se manipula el marisco es muy importante asegurar una limpieza correcta. Así, hay que lavarse bien las manos y limpiar los utensilios de cocina después de manipular marisco crudo. Es la forma de evitar la contaminación cruzada que se podría producir con el producto que está ya cocinado.
- Almacenar el marisco de forma segura. Tanto al adquirirlos y transportarlos hasta casa como a la hora de refrigerarlos allí hay que conservarlos con la temperatura adecuada para evitar la proliferación de bacterias que se puede dar en cuanto sube algún grado desde el punto óptimo de conservación.
- Moderar su consumo. Aunque el marisco aporta nutricionalmente elementos valiosos para la gestante, no conviene abusar de él. Dependiendo del estado de la mujer, será su médico el que le indique las cantidades máximas a tomar, teniendo en cuenta que un exceso puede aumentar, por ejemplo, el ácido úrico.
Para la Dra. Ana María Román, un consejo fundamental es “buscar orientación específica de un médico o profesional de la salud, ya sea de manera presencial o a través de videoconsulta”, teniendo en cuenta que las pautas pueden variar dependiendo de cada embarazada y del lugar geográfico en el que se encuentre. “Dejarse asesorar por un experto asegura una decisión informada y adaptada a las necesidades y condiciones de cada gestante”, comenta.