Estefanía Pineda es madre de tres hijos con distintas alergias alimentarias. Ha plasmado su experiencia en La alergia no es un cuento (Ed. Zenith), un libro muy didáctico y útil, donde, además de contar su realidad día a día, ofrece los conocimientos básicos para todos aquellos que se acerquen a este problema.
Al igual que hace en su cuenta de Instagram (@sintrazasdeleche), ofrece también soluciones prácticas para convivir con las alergias e intolerancias, evitando complicaciones. Y propone menús semanales y más de 60 recetas sencillas para facilitar la vida de estas familias. Hemos charlado con ella.
Cuentas en el libro de que dos de tus hijos desarrollaron una alergia a las proteínas de la leche de vaca tras un 'biberón pirata' al nacer. ¿Podrías explicar en qué consiste y cómo prevenir que se lo den al niño?
El biberón pirata es un biberón de fórmula que se le ofrece a los recién nacidos cuando tienen dificultades para alimentarse exclusivamente con leche materna en sus primeras horas de vida. El problema viene cuando ese bebé tiene una predisposición a tener una alergia alimentaria, ya sea porque sus padres tienen alergias, asma o simplemente tiene predisposición a ser alérgico. Al tener contacto con la leche de fórmula de forma "puntual" con ese biberón y después alimentarse exclusivamente de lactancia materna, según los expertos puede hacer que la memoria inmunológica del bebé reaccione (alergia) cuando se le vuelve a ofrecer leche de vaca.
Mi recomendación como mamá de alérgicos es, siempre que sea posible, alimentar con lactancia materna exclusiva. Si no es posible y se ofrece un suplemento de fórmula, mantener ese suplemento y no retirar; en caso de antecedentes de hermanos alérgicos, que el suplemento sea de fórmula hidrolizada, siguiendo siempre los pasos de nuestro especialista.
Cuando aparecen las alergias en un hijo, las madres suelen plantearse si han hecho algo mal en el embarazo y aparece la culpa. ¿Qué les dirías, bajo tu experiencia?
Cuando aparecen las alergias alimentarias en nuestros hijos, es común que muchas de nosotras nos preguntemos si hemos hecho algo mal durante el embarazo. Esa sensación de culpa puede ser abrumadora. Cuando descubrimos que mi hijo tenía alergia a la proteína de la leche de vaca, me sentí perdida y llena de culpa. Me preguntaba si algo en mi dieta o estilo de vida durante el embarazo había provocado su alergia. Me atormentaba pensando en qué podría haber hecho diferente. Con el tiempo, investigando y con el apoyo de los especialistas, aprendí que las alergias no son tu culpa, las alergias alimentarias son complejas y pueden estar influenciadas por muchos factores, incluidos los genéticos y ambientales. No hay una acción específica durante el embarazo que provoque directamente las alergias en tu hijo. Como madres, siempre estamos buscando lo mejor para nuestros hijos. La culpa solo nos distrae de lo más importante: darles el apoyo y el cuidado que necesitan ahora.
Muchas de nosotras hemos sentido esa culpa y esa incertidumbre; tómate un momento para respirar y recordar que estás haciendo un trabajo increíble.
Mucha gente confunde alergia con intolerancia y no llegan a entender la gravedad de la primera. A los padres de niños afectados se les culpa de ser exagerados, de sobreproteger… ¿Faltan campañas de concienciación o qué sucede?
Muchas veces, la gravedad de una alergia no se comprende bien y los padres de niños afectados pueden ser injustamente juzgados por ser "exagerados" o "sobreprotectores".
Para los padres de niños con alergias alimentarias, cada comida puede ser una fuente de ansiedad. La necesidad de ser vigilantes y protectores no es una exageración, sino una medida vital para asegurar la salud y seguridad de sus hijos.
Desafortunadamente, aún falta mucha concienciación sobre la gravedad de las alergias alimentarias. Aquí es donde todos podemos hacer la diferencia:
- Educar: Compartir información precisa sobre las alergias y sus riesgos.
- Apoyar: Ser comprensivos y respetuosos con las medidas que los padres deben tomar para proteger a sus hijos.
- Promover: Apoyar campañas de concienciación que ayuden a difundir la gravedad de las alergias alimentarias.
Como mamá de un niño con alergia a las proteínas de la leche de vaca (APLV), he enfrentado estos malentendidos y juicios. Es frustrante y doloroso, pero también me ha motivado a compartir mi historia y educar a otros. La protección de nuestros hijos siempre será nuestra prioridad, y eso nunca es exagerado.
En familias como la tuya, con distintas alergias en cada hijo, la logística puede ser muy complicada y circunstancias cómo ir a un cumpleaños o a una celebración familiar son todo un reto. ¿Cuáles son tus consejos para estas ocasiones?
En familias como la nuestra, donde cada hijo tiene diferentes alergias, la logística puede ser un desafío constante. Ir a un cumpleaños o a una celebración familiar puede parecer todo un reto, pero con un poco de planificación y comunicación es posible disfrutar de estas ocasiones sin estrés.
Siempre es una buena idea llevar tus propias opciones seguras. Esto no solo garantiza que tus hijos tengan algo que comer, sino que también te da tranquilidad. Puedes preparar una versión segura del pastel de cumpleaños que sabes que tus hijos pueden disfrutar.
Aprovecha la oportunidad para educar a familiares y amigos sobre las alergias alimentarias. Explica la diferencia entre alergia e intolerancia y por qué es crucial evitar ciertos alimentos. La educación ayuda a crear un entorno más comprensivo y seguro para tus hijos.
Siempre lleva contigo un kit de emergencia que incluya antihistamínicos y autoinyectores de adrenalina. Asegúrate de que los adultos sepan cómo usarlo en caso de emergencia.
Las celebraciones no solo giran en torno a la comida. Planifica actividades divertidas que no involucren alimentos, como juegos, manualidades o deportes. Esto ayuda a distraer a los niños y reduce el enfoque en lo que no pueden comer.
En mi familia, hemos aprendido que la preparación es clave. Cada celebración es una oportunidad para demostrar que las alergias no tienen que impedirnos disfrutar. Hemos tenido que adaptarnos y ser creativos, pero al final del día, lo más importante, es estar juntos y disfrutar del momento.
La alergia de un hijo, confiesas en el libro, te lleva a un estado de alerta constante por el riesgo (cuentas cómo incluso limpias los columpios por si algún niño los ha tocado después de comer algo que hace daño a tu hijo). Y todo esto tiene una repercusión en la salud mental de los padres. ¿Cómo cuidarse en este aspecto?
Tener un hijo con alergias alimentarias nos lleva a un estado de alerta constante. En mi libro, comparto cómo esta situación me ha llevado a extremar precauciones, como limpiar los columpios antes de que mi hijo los use, por miedo a que haya restos de alimentos que puedan hacerle daño. Este nivel de vigilancia constante puede afectar seriamente nuestra salud mental.
Entre los consejos para cuidar tu salud mental propongo:
- Busca apoyo. Hablar con otros padres que pasan por lo mismo puede ser muy reconfortante. Únete a grupos donde puedas compartir tus experiencias y escuchar las de otros.
- Dedica tiempo para ti. Aunque sea difícil, trata de reservar tiempo para ti misma. Ya sea leer un libro, hacer ejercicio, o simplemente tomar un baño relajante, estos momentos de autocuidado son esenciales.
- Practica la meditación y la respiración profunda. La meditación y las técnicas de respiración profunda pueden ayudarte a reducir el estrés y la ansiedad.
- Habla con un profesional. No dudes en buscar la ayuda de un profesional de la salud mental si sientes que la ansiedad o el estrés son abrumadores. Un profesional puede ofrecerte herramientas y estrategias para manejar mejor tus emociones.
- Acepta que no puedes controlarlo todo. Es natural querer proteger a nuestros hijos de cualquier peligro, pero es importante aceptar que no podemos controlar todas las situaciones. Haz tu mejor esfuerzo para mantener a tu hijo seguro, pero también aprende a confiar en el proceso y en tu capacidad de manejar cualquier situación que surja.
En torno a las alergias alimentarias hay mucho desconocimiento y falsas ideas. ¿Cuáles te parece las más peligrosas?
Las alergias alimentarias están rodeadas de mucho desconocimiento y falsas ideas que pueden ser peligrosas.
- Mito 1: "Una pequeña cantidad no puede hacer daño". Uno de los mitos más peligrosos es la creencia de que una pequeña cantidad del alérgeno no causará una reacción grave. Incluso trazas mínimas de un alérgeno pueden desencadenar una reacción severa, incluyendo anafilaxia, que es potencialmente mortal.
- Mito 2: "Los niños superan las alergias alimentarias con el tiempo". Aunque es cierto que algunos niños superan ciertas alergias, no es una regla general para todas. Algunas alergias, como la alergia a los frutos secos o al pescado, tienden a ser de por vida. Siempre es crucial seguir las indicaciones del especialista.
- Mito 3: "Una reacción alérgica siempre es inmediata". Muchas personas piensan que si no hay una reacción inmediata, entonces no hay alergia. Las reacciones alérgicas pueden ser inmediatas o retardadas, apareciendo horas después de la ingesta del alérgeno.
- Mito 4: "Las alergias alimentarias no son tan graves". Subestimar la gravedad de las alergias alimentarias puede llevar a situaciones peligrosas. Las alergias alimentarias pueden causar reacciones graves y potencialmente mortales. Es fundamental tomar las precauciones necesarias y educar a quienes rodean a nuestros hijos.
- Mito 5: "Los antihistamínicos son suficientes para tratar una reacción alérgica grave". Aunque los antihistamínicos pueden ayudar con síntomas leves, no son suficientes para tratar reacciones severas. En casos de anafilaxia, el tratamiento inmediato con un autoinyector de adrenalina es esencial. Después, se debe buscar atención médica de emergencia.
La educación y la concienciación son clave para crear un entorno seguro para nuestros hijos.
En relación al entorno que rodea a una familia con un hijo alérgico, ¿cómo pueden apoyarla de forma efectiva?
En mi camino como madre de niños con alergias alimentarias, he aprendido que el apoyo de nuestro entorno es invaluable. Los amigos y familiares que se han educado y se han mostrado comprensivos han hecho nuestra vida mucho más fácil y segura. La vida con un hijo alérgico puede ser estresante y agotadora. A veces, solo necesitamos a alguien que nos escuche y comprenda.