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Niños

Por qué los niños que comen más ultraprocesados tienen más rabietas, según la ciencia

Hablamos con la psicóloga M.ª Luisa Ferrerós sobre cómo la alimentación influye en el comportamiento de los niños


27 de junio de 2024 - 16:04 CEST

La alimentación juega un papel decisivo en el neurodesarrollo de los niños, pero también en su comportamiento. El cerebro y el intestino tienen una conexión directa, sobre la cual ha investigado la psicóloga M.ª Luisa Ferrerós, quien acaba de publicar el libro Dime qué come y te diré cómo se porta (Ed. Planeta), para el que ha contado con la colaboración de la neurobióloga Victora Revilla. ¿Puede la alimentación hacer que un niño tenga más rabietas? Se lo hemos preguntado a Ferrerós y nos ha dado una respuesta tajante, con su correspondiente explicación científica.

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¿Por qué al estómago se le llama ‘el segundo cerebro’?

Porque el intestino está conectado con el cerebro, y es ahí donde se segregan un montón de neurotransmisores que le envían información al cerebro. Por lo tanto, la conexión es bidireccional y el estómago y el intestino ayudan muchas veces a identificar patologías, porque es donde salen las sintomatologías. Entonces va íntimamente relacionado, ya que es un eje que está conectado neurológicamente, hay un nervio que conecta ambas cosas y envía la información de forma bidireccional. Entonces dirige muchos procesos, ya que al ser el que segrega neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, controla los estados de ánimo, controla el comportamiento… Entonces gestiona como un segundo cerebro el comportamiento y la manera de funcionar de los niños y de los adultos.

¿Existe relación entre alimentación y neurodesarrollo?

Sí, claro, porque para que se desarrolle todo nuestro sistema neurológico necesitamos minerales, vitaminas y nutrientes que no fabricamos nosotros y que, por lo tanto, los hemos de comer y nos hemos de alimentar con ellos. Por ejemplo, las grasas omega 3 y omega 6 nosotros no las fabricamos, por lo tanto las hemos de ingerir. 

Entonces, en función de los alimentos y los nutrientes, los minerales y las vitaminas, que ingerimos en nuestra alimentación, nuestro sistema neurológico se va a desarrollar de una manera o de otra. Si hay nutrientes que faltan, esto nos afectará y este desarrollo será menos elaborado, tendrá deficiencias y problemas. Hay muchas enfermedades que tienen que ver con la alimentación. Muchas otras las hemos solucionado, como el escorbuto que sufrían a  principios de siglo por falta de vitamina C gracias a comer naranjas y limones. Tenemos que tener claro también que el yodo es otro alimento importantísimo, y es obligado por ley en los comedores de los colegios que la sal sea yodada, para asegurarnos de que los niños no sufran bocio. Realmente está íntimamente relacionado y nuestro neurodesarrollo será de una manera o de otra en función de los alimentos que ingeramos.

Los niños que comen más ultraprocesados tienen más rabietas, según algunos estudios; ¿es esto cierto?

Sí, es cierto, porque los alimentos ultraprocesados llevan ocultos azúcares, estabilizantes, conservantes y muchos químicos, que afectan al estado de ánimo porque irritan el intestino y el estómago, que es donde se segregan los neurotransmisores para tener un bienestar emocional y, entonces, ahí es donde se dan las rabietas y las pataletas de los niños.  

© Editorial Planeta

Mª Luisa Ferreros, psicóloga y autora de 'Dime qué come y te diré cómo se porta'

En general, ¿cómo afecta la alimentación al comportamiento infantil?

Si tenemos déficit de según qué alimentos o exceso de según qué otros alimentos, como el intestino es este segundo cerebro en el que se segregan los neurotransmisores responsables del equilibrio emocional y del comportamiento, entonces se ve alterado. Por lo tanto, la conexión de la alimentación con las emociones y el comportamiento va íntimamente ligada.

Habláis en el libro de alimentación infantil cerebrosaludable; para conseguirlo, ¿cómo debe ser la dieta de los niños?

La dieta de los niños tiene que ser dieta mediterránea, que es la que se ha demostrado científicamente que es cerebrosaludable. Lo que hemos de añadir, que es lo que menos comen los niños, son las grasas saludables. Además, hay que tener claro que los niños, en todas sus comidas, no solo en la comida y en la cena, sino también en el desayuno y en la merienda, tienen que tener un tercio de hidratos de carbono, un tercio de proteínas y un tercio de grasas saludables, porque eso es lo que previene los deterioros cognitivos. Entonces hay que añadir aceite de oliva virgen, aguacates, frutos secos, pescado azul… Todo este tipo de alimentos son cerebrosaludables porque contienen grasas saludables que protegen y ayudar a esta formación del cerebro.

¿Puede una dieta no equilibrada provocar alteraciones nerviosas?

Evidentemente, si en la dieta hay déficits de determinados componentes alimentarios, grupos nutricionales o la alimentación es restrictiva y solo se come determinados tipos de alimentos y no se consumen minerales ni vitaminas, pues sí que se producen alteraciones. Por ejemplo, si se elimina de la dieta la vitamina B, como la vitamina B6, B12 o B9, evidentemente las alteraciones nerviosas están aseguradas.

¿Son diferentes las ‘consecuencias’ de aquello que ingieren los niños en su comportamiento o en sus alteraciones nerviosas según la edad que tienen?

Sí, evidentemente cuanto más pequeños son más les altera. A medida que estamos ya más construidos, más evolucionados y más mayores afecta menos, pero sigue afectando, no es que no afecte, lo que pasa que afecta en menos cantidad. Pero sí, cuanto más pequeñitos son, todo lo que estamos hablando afecta íntimamente, porque si nos fijamos en la pirámide de Maslow, la base de la pirámide es la alimentación y el sueño. Si las necesidades de alimentación y sueño no están bien cubiertas, el niño no puede pasar a la siguiente fase y no puede pasar al desarrollo social, al desarrollo emocional ni al desarrollo cognitivo, por lo que queda atrapado en esta primera fase.

¿Qué hacer si el niño no quiere comer lo que debe?

Por norma general, los niños nunca quieren comer lo que deben. Si fuese por ellos, los niños se alimentarían exclusivamente de patatas fritas, hamburguesas, pizzas, pasta… Esto lo sabemos todos los que somos padres y yo incluida, pero nosotros somos los capitanes del barco y sabemos lo que significa que los niños se alimente mal, porque tiene muchas implicaciones a nivel de desarrollo neurocognitivo, a nivel emocional y al nivel social, por lo que nosotros hemos de ayudarlos a que coman de manera buena haciéndolo haciéndolo de una manera lúdica. Si prohibimos vamos a conseguir el efecto contrario. No hay que prohibir porque así lo que se va a conseguir es que el niño coma a escondidas y ese alimento prohibido se convierta en algo muy deseado. Hay que intentar educar el paladar para que coma comida real con el sabor real. Y, para los niños inapetentes y los niños que les cuesta comer y probar diferentes cosas, a mí siempre me ha funcionado en diferentes casos que hemos tenido las técnicas de psicología inversa, es decir, poner un plato combinado grande con poca cantidad de comida, pero que en realidad es la misma que se la pondrías en un plato más pequeño, pero psicológicamente eso ayuda, y poner colores diferentes como 4 guisantes, 2 tomates cherry y un trocito de tortilla, teniendo un plato de amarillo, verde y rojo, y se lo come rápido bien. Luego de postre puede tener un yogur o la fruta que le guste.

Además, siempre que el niño esté muy nervioso porque se acaba de comer un tableta de chocolate o unas chuches o porque ha comido algo excesivamente dulce y ultraprocesado que luego le ha dado ansiedad, hay que explicarle al niño por qué le ha ocurrido eso, diciéndole cosas como: “estás muy nervioso porque has comido esto, entonces cuando no comes esto y comes natural y real estás mucho mejor”. Ellos tienen que ir interiorizándolo porque les ayuda también a gestionar el autocontrol y eso es muy bueno para los niños.

También es muy importante para que ellos aprendan a comer lo que deben que los impliques en el en el proceso de cocinado. Es decir, que hagan de pinches y ayuden en el proceso porque normalmente es mucho más fácil que el niño coma lo que ha cocinado él, que no lo que le da. Por lo tanto, implicarlos dentro del proceso cocinado, que ayuden a hacer los preparados, dentro de las de la edad que tengan, siempre va a ayudar a que luego se lo coman con mucho más gusto y con muchas más ganas. 

© Editorial Planeta

¿La calidad del sueño forma parte de la ecuación alimentación-cerebro?

Sí, como he explicado antes, en la pirámide de Maslow se habla de alimentación y sueño porque son las dos bases fisiológicas en las que se basa el bienestar y que permiten pasar a los siguientes estadios emocionales, sociales y cognitivos. El sueño es muy importante tanto en calidad como en cantidad. Los niños tienen que dormir un mínimo de 10-11 horas por la noche porque tienen que hacer cuatro fases de sueño que son vitales para ellos. Si recortamos las horas, eliminan fases de sueño. 

El sueño sirve para cosas importantísimas como la regulación de las hormonas, los dos neurotransmisores de la serotonina y de la domina, que se segregan en el intestino, se segregan y se regulan cuando estás durmiendo. Luego tenemos otra fase que es el descanso propiamente físico, ya que el cuerpo necesita hacer un stand by para ponerse en hora todo. Después tenemos la fase del sueño REM, que hace el cerebro es guardar en la memoria todo lo que has aprendido durante el día. Y, por último, las 3 o 4 horas de más que duermen los niños respecto a nosotros son para crecer. Es en ese momento cuando se segrega la hormona de crecimiento. 

Por lo tanto, si los niños acaban durmiendo lo mismo que duermen los adultos, se estarán saltando fases. Entonces, como las principales fases de supervivencia no las pueden eliminar, que son las del reset y el crecimiento, aunque de todas formas afecta y crecen un poco menos, se verán muy afectadas la memoria y el estado de ánimo.  Si un niño no duerme las horas que le tocan durante mucho tiempo estará irritable, insoportable y de mal humor. Por ello, la alimentación y el sueño van totalmente de la mano en esta ecuación conexión intestino-cerebro-comportamiento