Ya sabe desde hace años que la música es muy beneficiosa para los bebés y los niños, pero ¿por qué exactamente? ¿Qué es lo que les aporta? Se lo hemos preguntado a Elvira Perejón Díaz, neuroeducadora, formadora y divulgadora sobre cerebro, emociones y crianza (@educacionincondicional, en Instagram), quien asegura que “la música tiene un impacto integral y profundo en el cerebro del niño, afectando diversas áreas del desarrollo cognitivo, emocional y social”. Detalla, además, que el aprendizaje musical activa múltiples áreas del cerebro, incluyendo las áreas responsables del procesamiento auditivo, motor y emocional.
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Beneficios de la música en el desarrollo del cerebro del niño
Elvira Perejón desarrolla, de manera pormenorizada, cómo la música impacta en el cerebro del niño, en función de la evidencia neurocientífica actual, que “subraya la importancia de la educación musical temprana, no solo como una forma de arte, sino como una herramienta esencial para el desarrollo holístico del cerebro infantil”. Así, los aspectos concretos en los que la música marca el desarrollo del niño son, según enurmera la neuroeducadora, los siguientes:
1. Capacidades cognitivas y motoras.
“Diferentes estudios de neuroimagen han demostrado que los niños que reciben estimulación musical temprana muestran una mayor densidad de materia gris en regiones del cerebro asociadas con el control motor, la percepción auditiva y la coordinación visomotora. Esto sugiere que el entrenamiento musical no solo mejora las habilidades musicales, sino también capacidades cognitivas y motoras”.
La especialista nos habla de otro estudio (Hyde et al. 2009) comprobó que los niños que habían recibido entrenamiento musical manifestaron “cambios significativos en la estructura cerebral, incluyendo un aumento en el grosor cortical en áreas motoras y auditivas”. Este aumento de grosor en estar áreas concretas “supone una mejor coordinación y precisión en habilidades como la manipulación de objetos pequeños, la escritura y otras tareas que requieren movimientos finos y gruesos”.
2. Capacidad de entendimiento.
Ese incremento de grosor cortical en áreas auditivas puede también beneficiar el rendimiento académico, “mejorando la capacidad de entender y producir el habla, así como mejorar la fluidez verbal y la capacidad de memoria auditiva”.
3. Habilidades de lectura.
“La música y el lenguaje comparten muchas estructuras neuronales. Por ejemplo, el procesamiento rítmico en la música se relaciona con la habilidad para discriminar los sonidos del habla, lo cual es crucial para la conciencia fonológica, la lectura y la adquisición del lenguaje. Es decir, la música y en concreto el canto, pueden ayudar a desarrollar este aspecto”, asegura Perejón.
En este punto, destaca la importancia del uso de los cuentos cantados como herramienta didáctica “para aplicar tanto en casa como en el aula, multiplicando los beneficios de este tándem perfecto como son la música y la literatura infantil”. Nos explica que los cuentos cantados son canciones compuestas para relatar la historia de un cuento o álbum ilustrado que promueven el hábito de la lectura. “Recientemente se ha demostrado que la lectura compartida en familia mejora el rendimiento y promueve el éxito académico respecto a los que no la practican”.
Además, la experta señala que los niños que participan en actividades musicales tienden a tener un vocabulario más amplio y mejores habilidades de lectura; cita, al respecto investigaciones como la de Gordon et al. (2015), que “mostró que los niños con formación musical tuvieron mejores puntuaciones en pruebas de lectura y habilidades lingüísticas comparados con sus pares no músicos”.
4. Habilidades emocionales.
“La música puede inducir cambios duraderos en la estructura y la función del cerebro, aumentando la plasticidad cerebral. Este hecho se refiere a la capacidad del cerebro para reorganizarse y adaptarse a nuevas experiencias, facilitando el desarrollo de habilidades cognitivas y emocionales que perduran a lo largo de la vida”.
5. Mejora de la memoria y la atención.
“La práctica musical está vinculada con mejoras en la memoria y la atención”, asegura Elvira Perejón. “La música requiere la integración de diversas formas de memoria, incluyendo la memoria a corto plazo para recordar notas y ritmos, y la memoria a largo plazo para almacenar piezas musicales completas. Además, la práctica musical puede fortalecer la atención sostenida y la capacidad de concentración, habilidades que son esenciales para el éxito académico y el aprendizaje en general”. Tanto es así que se trata de una de las estrategias más utiliizadas en técnicas de estudio como la mnemotecnia, según nos indica la neuroeducadora.
“Otro estudio de Moreno et al. (2011) demostró que después de solo 20 días de entrenamiento musical, los niños mostraron mejoras significativas en tareas de memoria verbal y habilidades de atención. Este hecho nos arroja un detalle significativo dado el problema atencional que reina en nuestras aulas, donde los profesionales educativos tienen que hacer malabares para secuestrar la atención y motivación de su alumnado”.
6. Funciones ejecutivas.
Según nos cuenta la divulgadora, investigaciones recientes han demostrado que la educación musical puede tener un impacto positivo significativo en el desarrollo de las funciones ejecutivas del cerebro de los niños, incluyendo la memoria de trabajo, la flexibilidad cognitiva y el control inhibitorio. “Estas habilidades son esenciales para el control y la autorregulación del comportamiento y son fundamentales para el éxito académico y el bienestar emocional”.