Los trastornos convulsionantes son relativamente comunes en los niños y los adolescentes. Pueden ser de causa desconocida, de origen genético o provocados por las siguientes patologías: por la fiebre (convulsiones febriles, las más frecuentes), por infección del sistema nervioso central (meningitis, encefalitis), por traumatismo craneal, por accidentes vasculares cerebrales, por tumores, por intoxicaciones, por epilepsia o por enfermedades degenerativas y progresivas del sistema nervioso central.
Las convulsiones generan en la familia gran estrés y ansiedad, pues son acontecimientos imprevistos los cuales son difíciles de controlar y que producen una grave alteración en el niño y en su entorno. El niño debe ser visto y controlado lo antes posible por su médico o por un Servicio de Urgencias pediátricas desde la primera crisis para saber y aprender de cómo comportarse y de las actuaciones a realizar, en el caso de que esta situación se repita.
Convulsiones febriles
La convulsión febril es una crisis convulsiva tónico-clónica que aparece en lactantes o niños de corta edad, desencadenada por la fiebre, en el curso de una enfermedad febril y en ausencia de infección del sistema nervioso central.
Se presenta con una frecuencia que se encuentra entre el 3% y el 5% de los niños sanos. Es una patología de incidencia familiar que suele aparecer a partir de los seis meses de edad. Tiene una incidencia máxima a los 18 meses y esta condición puede durar y repetirse, siempre provocada por la fiebre, hasta los cuatro años de edad.
- Síntomas de las convulsiones febriles
Las crisis convulsivas febriles se presentan al comienzo de la enfermedad febril, en la primera subida de la fiebre. Se caracterizan por la aparición de movimientos convulsivos tónico-clónicos generalizados en las cuatro extremidades. Se acompañan de rigidez, ojos vueltos o mirada fija. Pueden durar entre tres y cuatro minutos y posteriormente a la crisis el niño presenta somnolencia o sueño profundo.
Cómo debemos actuar cuando un niño tiene convulsiones
En cuanto comienza la crisis convulsiva, es preciso actuar de inmediato y tener claras una serie de pautas básicas a seguir. Son las siguientes:
- Colocar al niño en un lugar seguro para evitar que se autolesione.
- Mantener la vía aérea respiratoria permeable para mantener la respiración adecuada.
- Ponerle en posición de tumbado de lado para evitar la aspiración de vómito.
- Prevenir lesiones de mordedura de la lengua.
- Acudir lo antes posible a un Servicio de Urgencias Pediátricas para que sea valorado y atendido por un equipo médico.
- Si se tienen experiencias previas, administrar por vía rectal, medicación antitérmica y una micro cánula de diacepan.
Es necesario saber que...
- Las convulsiones febriles tienen en general buen pronóstico. Normalmente no dejan secuelas y casi nunca generan riesgo vital.
- Suelen repetirse en un tercio de los niños, a veces más de una vez y suelen desparecer antes de los seis años.
- No necesitan estudios ulteriores, aunque a veces se realiza un electroencefalograma para comprobar su normalidad.
- Las convulsiones febriles recidivantes y prolongadas pueden complicarse con lesiones secundarias de la corteza cerebral y, si son muy persistentes, pueden dar lugar a epilepsia en la edad adulta.