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adolescente triste© GettyImages

Neurología

Cuando el autismo no viene solo: los obstáculos de niños autistas y una segunda condición

Atención Divergente, ansiedad, depresión… pueden pasar desapercibidas en niños y adolescentes autistas; ¿cómo les afecta no recibir este segundo diagnóstico?


3 de junio de 2024 - 17:30 CEST

Cada niño y cada adolescente autista es único, al igual que el resto de niños y adolescentes, neurodivergentes o neurotípicos. Sin embargo, no es extraño que todo aquello que no se corresponde con lo esperado o que no se considera dentro de la norma en los primeros se asocie al autismo y no se valore la situación particular del menor autista. Y no, el diagnóstico de autismo no tiene por qué dar respuesta a todo lo que tiene que ver con el comportamiento o la personalidad de un menor autista. “En muchos casos, es posible que las características de una persona autista sean atribuidas exclusivamente al autismo, y no se reconozcan otras condiciones coexistentes. Esto es un problema significativo, ya que cada condición puede requerir diferentes enfoques de manejo y apoyo”, nos dice Tatiana Luis, neuropiscóloga especializada en autismo, fundadora de Autismo en Positivo (autoismoenpositivo.es) y autista.

Las coexistencias más comunes en personas autistas son, tal y como nos detalla Tatiana Luis, atención divergente (anteriormente conocida como TDAH), epilepsia, trastornos del sueño, ansiedad y depresión. De hecho, “según estudios recientes, aproximadamente entre el 30% y el 80% de los niños autistas también presentan atención divergente”. Se trata de unos porcentajes demasiado elevados como para no tener en cuenta la posibilidad de que determinadas conductas o pautas comportamentales no se deban exclusivamente al autismo.

Y no solo atención divergente; “se estima que alrededor del 20% a 30% de las personas autistas tienen epilepsia. Los trastornos del sueño afectan a entre el 50% y el 80% de los niños autistas, mientras que los trastornos de ansiedad se encuentran en aproximadamente el 40% de esta población”, nos informa la especialista. “La depresión también es común, afectando a entre el 30% y el 50% de las personas autistas, especialmente durante la adolescencia y la adultez joven”.

De ahí la necesidad de que los profesionales de la salud mental y otros especialistas consideren la posibilidad de estas condiciones coexistentes cuando evalúan a una persona autista. “No reconocerlas puede llevar a una falta de apoyo adecuado y a una comprensión incompleta de las necesidades del individuo”. La fundadora de Autismo en Positivo subraya, además, la importancia de adoptar una perspectiva de género, “ya que las mujeres autistas a menudo son subdiagnosticadas o diagnosticadas incorrectamente con condiciones como el trastorno límite de la personalidad o la bipolaridad, ocultando el autismo subyacente”.

Niño mira por la ventana© GettyImages

Consecuencias para los menores autistas de que no se les diagnostique su segunda condición

Tatiana Luis advierte de que el hecho de que los niños y adolescentes autistas que tienen una segunda condición o coexistencia y esta no se les diagnostique puede tener múltiples consecuencias negativas, tanto a corto como a largo plazo. “Una de las consecuencias más graves es que la persona no recibe el apoyo adecuado que necesita para manejar todos los aspectos de su vida”. Esto tiene, a su vez, una serie de repercusiones tanto en lo que respecta a la salud mental como a la física y, por supuesto, se reflejan también en el plano académico:

  •  Impacto en la salud mental y emocional. Es preciso que las familias de niños y de adolescentes autistas sean conscientes de trastornos como la ansiedad y la depresión son muy comunes en personas autistas. “Sin un diagnóstico adecuado, estos problemas pueden agravarse, llevando a un aumento del estrés, la angustia y, en casos extremos, a pensamientos suicidas”. Así lo corroboran diversos estudios a los que hace referencia Luis y que indican que aproximadamente el 40% de los niños autistas presentan trastornos de ansiedad y entre el 30% y el 50% sufren de depresión durante su vida. “Un estudio reciente reveló que los niños autistas manifiestan ideas de morir a los 8 años de edad, esto debido a la ansiedad tan alta a la que se enfrentan debido a la falta de adaptaciones y la no aceptación de la neurodiversidad”.
  •  Dificultades en el aprendizaje y el rendimiento académico. No cabe duda de que, si un niño autista tiene también atención divergente ( TDAH) y esta última no se le diagnostica, puede tener problemas significativos en el ámbito educativo. “La falta de concentración, la impulsividad y la hiperactividad pueden ser malinterpretadas y atribuidas incorrectamente solo al autismo o una ‘mala conducta’, lo que puede impedir la implementación de estrategias educativas adecuadas, además de la estigmatización y exclusión social”.
  • Impacto en la salud física. Teniendo en cuenta que entre el 20% y el 30% de las personas autistas padecen epilepsia y que la epilepsia requiere una atención médica específica, que el hecho de que a un niño autista esta no se le diagnostique y que, por tanto, no se le prescriba el tratamiento que necesita, “pone en riesgo su salud y seguridad”.

“En definitiva, la ausencia de un diagnóstico adecuado puede perpetuar estigmas y malentendidos sobre las capacidades y comportamientos de la persona autista. Esto puede afectar negativamente su autoestima y su identidad”, explica Tatiana Luis. “Cuando todas las dificultades se atribuyen únicamente al autismo, sin reconocer otras condiciones coexistentes, se puede generar una percepción errónea y limitante de las habilidades de la persona”.

¿Cómo saber que un menor autista tiene una segunda condición?

La clave para identificar posibles condiciones coexistentes en niños y adolescentes autistas que los padres deben tener en cuenta la necesidad de que los valore un profesional adecuado, a ser posible, especializado en autismo, y que tenga en cuenta la valoración con otros profesionales, pues “es fundamental adoptar un enfoque holístico, multidisciplinario y personalizado”, según indica la neuropsicóloga.

“Los diagnósticos deben ser realizados por un equipo de profesionales de diferentes áreas, incluyendo psicólogos, psiquiatras, neurólogos y terapeutas ocupacionales, quienes deben basarse en la observación detallada y continua de la persona en diversos contextos y a lo largo del tiempo”, añade. “Además, y para mí, una de las cosas más importantes, es realizar pruebas médicas: analíticas, encefalogramas, estudios genéticos, etc. Todo esto nos puede dar mejores pistas del panorama de la persona. Sumado a eso, la escucha activa y la valoración del contexto proporcionan información valiosa sobre las dificultades y necesidades específicas de la persona, por lo que es esencial crear un ambiente de confianza donde se sientan cómodos compartiendo sus experiencias”.