Una mujer decide preservar sus óvulos con el objetivo de iniciar un tratamiento de fertilidad años después. Se trata de una situación cada vez más habitual, dado el estilo de vida actual, en el que el retraso generalizado de la maternidad es un hecho. ¿Cabe la posibilidad de que esa mujer, en el momento en el que regresa a la clínica para que le implanten sus propios óvulos, congelados años atrás, descubra que esos óvulos se han perdido? “Las clínicas de fertilidad tienen un registro personal (respaldado por un software) que nos permite almacenar los embriones sin equivocarnos de paciente, además de un doble check por parte de los operadores a la hora de descongelar la muestra. Gracias a estos protocolos, podemos así reducir los riesgos de que se produzca algún error”, nos asegura Massimiliano Saladino, embriólogo responsable de Laboratorio de Clínicas EVA.
¿Pueden los óvulos perder calidad en el proceso de ‘descongelar’?
Es, por tanto, muy difícil que se produzca una confusión y se pierdan físicamente los óvulos congelados, pero ¿es posible que, en el momento de descongelarlos, nos encontremos con que hayan perdido la calidad necesaria para iniciar el proceso de reproducción asistida con ellos? Para responder a esta pregunta, en primer lugar hemos de explicar qué es exactamente la descongelación: “es una técnica previa a la trasferencia (implantación) donde el embrión recupera su temperatura fisiológica, sustituyendo las moléculas crioprotectoras (que permiten la conservación a -196ºC) por agua intracelular”, nos informa el embriólogo.
Sí que es posible que se produzca la degeneración del óvulo en el proceso de descongelación. “Esa degeneración puede ser debida a la calidad subóptima del embrión mismo, a errores por parte del operador, o a condiciones no óptimas de laboratorio”, según Massimiliano Saladino. “Es por esto que es muy importante acudir a clínicas que tengan todas la certificaciones necesarias para garantizar el correcto desarrollo de estas técnicas”.
Sin embargo, con las técnicas actuales de congelación y descongelación, es muy poco probable que esa degeneración ocurra. Hace unos años, únicamente era posible criopreservar óvulos y embriones mediante un sistema de congelación lenta en el que era más común que los ovocitos sufrieran alteraciones en su estructura o en su funcionalidad tanto en el proceso mismo de congelación como en el de descongelación. Ahora, afortunadamente, se emplea la vitrificación, que es una “técnica ultrarrápida de congelación” mucho más eficaz y segura para el éxito del posterior tratamiento de fertilidad.
De hecho, “actualmente la supervivencia de los embriones post descongelación es el 95%, haciendo de la vitrificación el método más común y más seguro de congelación de ovocitos y embriones”. Mientras, sí que se sigue empleando la técnica de congelación lenta en la criopreservación de espermatozoides porque, al contrario de lo que ocurre con óvulos y embriones (por tener una estructura celular mayor), sigue siendo muy eficaz con los gametos masculinos.
También es importante tener en cuenta la edad a la que la mujer decidió criopreservar sus óvulos. Cuanto más joven sea en ese momento, mayor calidad tendrán estos cuando se vayan a descongelar para su implantación en el útero materno y, por tanto, menor probabilidad de que haya degeneración cuando se procede a descongelarlos.
¿Por qué se sigue empleando la congelación lenta de óvulos si es menos eficaz?
La diferencia de la vitrificación con la congelación lenta es que, al congelarlos de manera ultrarrápida, se evita que se forme en ellos cristales intracelulares, que pueden dañar gravemente la estructura interna del óvulo. ¿Por qué entonces la criopreservación de congelación lenta no se ha desestimado por completo en las clínicas de fertilidad?
Esta técnica se utiliza en casos muy concretos, como mujeres que se encuentran en tratamiento de determinados tipos de cáncer. Es muy habitual que pacientes en tratamiento oncológico decidan preservar su fertilidad y congelar sus óvulos (o sus espermatozoides, en caso de los hombres) para poder ser madre o padre una vez finalizado el tratamiento. Sin embargo, la vitrificación requiere de una estimulación hormonal que no es compatible con algunos tipos de cáncer; tampoco lo es en aquellos casos en los que no se pueda detener el tratamiento oncológico por un corto período de tiempo para criopreservar la fertilidad.
En estos casos es cuando se procede a la congelación lenta, pues no requiere de ningún tipo de estimulación previa; es un procedimiento quirúrgico que consiste en extraer un fragmento de la corteza del ovario mediante laparoscopia. Después de procede a seleccionar, del tejido extraído el material necesario para la congelación.
También es la técnica empleada en niñas que aún no han llegado a la pubertad y que, por motivos muy concretos, relacionados con temas de salud, necesitan preservar su fertilidad a una edad muy temprana.
Por todo ello y, en toda circunstancia, “la comunicación entre equipo clínico y pacientes es fundamental”, subraya el responsable de Laboratorio en Clínicas EVA. “Desde la primera visita hasta el embarazo, las pacientes tienen un seguimiento y son informadas sobre todos los procedimientos científicos del laboratorio”.