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Neurociencia

¿Cómo afecta la tecnología a la capacidad de concentración de niños y adolescentes?

Los profesores llevan años alertando de que cada vez más alumnos tienen problemas de atención, y diversos estudios lo relacionan con el abuso de las pantallas


24 de mayo de 2024 - 14:46 CEST

La capacidad de concentración es fundamental para que nuestros hijos obtengan un adecuado rendimiento académico, algo que preocupa mucho a los padres, pero también para otras muchas áreas de su vida, como puede ser escuchar atentamente una conversación sin desviar su atención en medio del discurso de la otra persona, por ejemplo. Y la presencia de la tecnología en nuestras vidas y en la vida de niños y de adolescentes es una verdadera losa para la concentración. Los profesores llevan ya algunos años advirtiendo de ello por lo que observan en sus aulas. “Lamentablemente sí. Por un lado, se ha observado que el uso de pantallas, en especial con actividades pasivas, como ver videos y consumir contenidos, puede afectar negativamente a la capacidad de concentración de los menores”, comenta el Dr. Javier Quintero, Jefe de servicio de Psiquiatría del Hospital Infanta Leonor (Madrid), profesor de psiquiatría y psicología médica en la UCM, director de la Clínica Dr. Quintero y de Psikids en Madrid (psikids.es) y autor de libros como El cerebro adolescente (Ed. Shakelton Books).

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Así lo corroboran diversos estudios en los que se ha encontrado una relación directa entre el uso de pantallas y serios problemas de atención e, incluso, de hiperactividad. El motivo es que “un cerebro habituado a estímulos de alta intensidad se acostumbra a ese umbral estimular, con lo que después la vida real le parece poco estimulante”, explica el doctor.

A esto hay que unir que “hay una serie de funciones cognitivas muy importantes, pero quizás no tan conocidas, llamadas funciones ejecutivas, como la organización, regulación emocional o la planificación entre otras, que son determinantes en nuestro desarrollo y que también se está viendo que un uso excesivo de pantallas puede interferir en su desarrollo”. Y estas funciones ejecutivas influyen, a su vez, en la concentración, pues un niño o un adolescente al que le resulte más difícil regularse emocionalmente o planificarse, probablemente tendrá mayor dificultad para mantener su atención sobre algo el tiempo que podría en función de su edad.

Cómo el uso excesivo de pantallas afecta a la concentración de niños y adolescentes

El uso abusivo de las pantallas afecta a diferentes ámbitos. “Podríamos definir 3 áreas donde impactan principalmente, siguiendo el concepto de salud de la OMS (Organización Mundial de la Salud), como el bienestar físico, psíquico y social”. Y todos estos ámbitos impactan, a su vez, en la capacidad del menor, como veremos a continuación:

1. Efectos sobre la salud física. En primer lugar, el abuso de las pantallas impacta directamente sobre el sueño y el descanso. “El tipo de luz de las pantallas, la llamada luz azul, sabemos que puede interferir con los ciclos de sueño y la secreción de melatonina. Y esto afectar sobre todo a la calidad del sueño”, señala el doctor. “El descanso es una actividad importante a lo largo de la vida, pero clave en está etapa”. La falta de este afecta directamente a la capacidad de concentración; si un niño o un adolescente no ha dormido bien durante la noche, al día siguiente le costará más lograr mantener la atención en las explicaciones de los profesores y en las tareas a realizar. Si esto ocurre de manera sostenida en el tiempo, con mucha frecuencia, el problema se agrava y una de las primeras consecuencias de esta situación se reflejará en el rendimiento académico, en las notas.

“Por otro lado, hay una correlación entre el tiempo de uso de pantallas y el sedentarismo, es decir, todo el tiempo que pasan sentados delante de un dispositivo, es tiempo de actividad física que no hacen. Amén de una mayor incidencia en dolores de cuello, espalda y cabeza”. Es evidente que si el menor llega a tener dolor físico, este contribuirá también a una mayor dificultad para mantener la atención.

2. El impacto sobre la salud mental. “Ya que sabemos que el uso excesivo de pantallas está relacionado con niveles más elevados de ansiedad y depresión. También es relevante lo que se hace con esas pantallas, ya que también hay algunos datos inquietantes en relación con los desordenes de la alimentación”.

“Por otro lado, el impacto cognitivo que tiene como sustractores de atención, en momentos clave en el desarrollo del cerebro”, advierte Javier Quintero. “Las pantallas nos invitan a no estar presentes, a no prestar atención a lo que ocurre, sino a ellas, y a veces lo que ocurre puede estar pasando frente a nosotros, y otras veces, dentro de nosotros, nuestros pensamientos y nuestras emociones”.

3. La salud social. A pesar de la apariencia de comunidad que crean las redes sociales y de la posibilidad de estar conectados en todo momento “estamos viendo un crecimiento sorprendente de la soledad no deseada en población adolescente”, hecho ligado al abuso de pantallas. La causa es, como explica el psiquiatra, que “las conexiones digitales no son sustitutivas de las reales; podrían ser complementarias, pero no una alternativa”.

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¿Cómo darnos cuenta de que los problemas de concentración de nuestro hijo se deben a las pantallas?

A la hora de tomar consciencia de cómo el abuso de las pantallas está afectando a la capacidad de concentración de un niño o de un adolescente, hemos de tener en cuenta ciertas señales de alarma. “Lo que vamos a poder observar en un primer tiempo, como un termómetro, va a ser el rendimiento escolar, principalmente por un cambio o deterioro del mismo”. Es el aspecto en el que una menor capacidad de concentración se observa más fácilmente, pero no es el único. El Dr. Quintero señala este y otros:

  • Una bajada en las notas o una dificultad para realizar las tareas escolares. “Puede ser una señal clave para pensar que algo este ocurriendo”, reitera. “También podemos observar que le cuesta prestar atención a tareas que requieran un poco de esfuerzo. A veces los padres observan cómo sus hijos pueden pasar largas horas delante de una pantalla, pero son incapaces de aguantar unos minutos delante de un libro, y piensan que no puede ser por la atención, cuando en realidad ese es el problema”.
  • Problemas para conciliar el sueño. Otro punto interesante sería observar la duración y calidad del sueño, según nos indica el psiquiatra. “Que se levanten cansados o que les cueste conciliar, pueden ser señales a tener en cuenta”, advierte. “Por eso es tan importante la desconexión digital antes de irse a dormir, ¡ojo! también para los mayores”.
  • Cambios de humor. A veces lo que observamos son cambios en el humor y vemos que nuestros hijos están más tensos o irritables -en ocasiones, incluso sin motivo aparente- “y buscan la pantalla para relajarse”. Pues esta vía de relajación no es precisamente la más adecuada: “quizás suene un poco brusco, pero sería como si un alcohólico buscara una copa para relajarse”. Por tanto, en momentos así, debemos ayudarle a gestionar sus emociones y a que busque opciones reales (y offline) para buscar esa relajación, aunque si ya han generado dependencia por las pantallas no nos resultará fácil lograrlo y puede que sea causa de un conflicto en casa.