Las infusiones para consumo humano son disoluciones en agua a punto de ebullición de las substancia contenidas en determinadas plantas, ya sea en las hojas, las raíces, las flores o los frutos, los cuales contienen substancias aromáticas, estimulantes, tónicas, sedantes y de muchas otras características, que ejercen determinados efectos sobre el organismo.
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Desde tiempos antiguos, las infusiones se han utilizado como remedios para tratar determinados síntomas o trastornos orgánicos o funcionales: para adelgazar, para la anemia, el asma, la artrosis, la bronquitis, la celulitis, el colesterol, la cistitis, el dolor de cabeza, la depresión, el estreñimiento, el estrés, la gastritis, la gripe, la hipertensión, la osteoporosis, el reumatismo, la tos, las varices, el vértigo, el nerviosismo y el insomnio, son algunas de las múltiples indicaciones de las diferentes infusiones.
Se pueden clasificar en base a los efectos que se pretenden ejercer en nuestro organismo y así se habla de infusiones aromáticas, depurativas, digestivas, estimulantes, energéticas, refrescantes, relajantes y sedantes. El número de plantas con las que se pueden realizar las infusiones es muy extenso y los efectos y terapias que con ellas se desean tratar es también muy numeroso. En lo que respecta a los niños esta batería es más restringida, pues sus aplicaciones son más reducidas y las patologías que pueden cubrir son más escasas.
Un aspecto a tener en cuenta: cómo se prepara una infusión
En el recipiente donde se realice la infusión se ponen de 3 a 6 gramos del producto y se añade agua que acaba de romper a hervir. Se mantiene tapado durante cinco minutos y posteriormente se cuela para tomarla. Si la infusión fue hecha con bolsita, se mantendrá esta en el agua durante cinco minutos.
¿Podemos dar infusiones a los niños?
La necesidad de administrar infusiones a los niños está en discusión. Sus efectos terapéuticos suelen ser leves y siempre utilizados ante síntomas leves y, por el contrario, sus efectos secundarios, sobre todo a edades tempranas, pueden ser perjudiciales y no deseados.
Debemos anticipar que, antes del año de vida, no es recomendable administrar infusiones a los niños. Es más, pensamos que está contraindicado. Por norma, nunca se deben administrar infusiones a los niños por debajo de los cuatro años si no han sido indicadas por su pediatra. Y a edades más avanzadas, también será conveniente consultar previamente con el médico.
La causa de estos consejos se fundamentan en que muchos de los principios inmediatos de los medicamentos utilizados para el tratamiento de enfermedades se obtiene de los vegetales naturales, pero nosotros desconocemos la dosis obtenida en la infusión.
Los niños muy pequeños no tienen preparados sus órganos y sistemas para metabolizar las substancias contenidas en determinadas plantas, lo que les impide metabolizar correctamente sus principios activos, pudiendo dar lugar en determinados casos a una hepato-toxicidad, con repercusiones graves para su salud.
Además, dar infusiones a los niños pequeños puede aumentar las posibilidades de que se contagien de determinadas infecciones gastrointestinales. Por ello la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) desaconseja que los niños pequeños, hasta que cumplan 12 meses, tomen infusiones.
La única excepción que podría aliviar esta situación es que, algunas empresas dedicadas a alimentación infantil han presentado en el mercado infusiones para niños. Dosificadas para su edad y peso y así evitar problemas o efectos secundarios, estas infusiones podrán ser administradas, siempre bajo prescripción y control del pediatra.
Infusiones para dormir mejor: ¿qué debemos saber?
Las infusiones hechas con manzanilla, tila, melisa y pasiflora pueden ser administradas a los niños mayores de un año para que duerman mejor. Siempre teniendo muy presente que esta terapia debe ser dirigida por un médico pediatra a las dosis adecuadas a su peso y su edad.
Estos tratamientos no se deben prolongar en el tiempo; deben ser puntuales y de corta duración. Recordar que las substancias contenidas en las plantas pueden ejercer una dependencia en el organismo del niño y si se habitúa a la infusión y esta se retira súbitamente pueden aparecer síntomas de abstinencia.