¿Generan las redes sociales comportamientos adictivos en los menores de edad? Esta pregunta, que cada vez más padres, educadores y psicólogos se cuestionan, se sustenta en el diseño mismo de las redes sociales más populares y en el algoritmo, que detecta los gustos e intereses del usuario y le ofrece contenidos afines de manera casi infinita. Tiene tal sustento esta pregunta que la Comisión Europea ha iniciado sendas investigaciones contra la red social china TikTok y contra la estadounidense Meta (dueña de Facebook e Instagram). El objetivo de ambas investigaciones es averiguar si estas plataformas generan comportamientos adictivos en menores de edad y si establecen sistemas para protegerlos.
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Teniendo en cuenta que los menores españoles dedican a TikTok más de una hora y media diaria, y a Instagram, más de una hora (según el informe Nacer en la era digital: la generación de la IA, de la empresa de ciberseguridad Qustodio), se hace esencial revisar los posibles riesgos que el uso excesivo de estas plataformas puede conllevar para niños y adolescentes porque, si bien es cierto que hay una edad mínima para poder acceder a ellas, la realidad es que no hay suficiente control por parte de las compañías que están detrás de las redes sociales para evitar el acceso a ellas a niños con una edad menor a la permitida. De hecho, hay expertos en la materia que apuntan a que sus algoritmos detectan la edad real de estos usuarios e incluso llegan a ofrecerles contenidos ilícitos para ellos.
Aun así, “es importante reconocer que el uso de las nuevas tecnologías, incluidas las redes sociales, no es intrínsecamente negativo”, puntualiza Pedro Neira, responsable del departamento de psicología de la Clínica López Ibor de Madrid. “De hecho, estas herramientas pueden ofrecer numerosas ventajas, como el acceso a la información, la comunicación y el aprendizaje. Sin embargo, los niños y adolescentes son más susceptibles de desarrollar comportamientos adictivos con las redes sociales”. Los motivos son, según expone Neira, los siguientes:
- Desarrollo cerebral: “los cerebros de los jóvenes aún están en desarrollo, especialmente las áreas responsables del control de impulsos y la toma de decisiones”.
- Necesidad de aceptación social: esta necesidad de aceptación y de validación social cobra especial relevancia en la adolescencia, y “las redes sociales proporcionan una plataforma inmediata para recibir refuerzos positivos hacia esta necesidad”.
- Búsqueda de identidad: en esta etapa, los jóvenes están explorando su identidad y personalidad. “Las redes sociales les permiten experimentar con diferentes aspectos de su identidad y buscar su lugar en la sociedad a través de la interacción con los otros y el acceso a figuras de referencia e ‘ídolos’ sociales”.
- Accesibilidad y disponibilidad: “la facilidad de acceso”. Es muy fácil que puedan acceder a todo tipo de contenido, incluso a aquellos que no son aptos para ellos por su edad.
Cómo saber si tu hijo es adicto a las redes sociales
El hecho de que ese uso adictivo o el abuso de las redes sociales dé comienzo en la adolescencia temprana, “supone un aumento del riesgo a desarrollar psicopatologías cuando se llega a la juventud”, advierte Oliver Serrano, director del Máster de Psicología General Sanitaria de la Universidad Europea de Canarias y especialista en comunicación digital y redes sociales. El motivo es que TikTok, Instagram u otras plataformas activan los centros de recompensa del cerebro, produciendo una sensación de bienestar que puede dar lugar a conductas adictivas.
Por eso, “reconocer la diferencia entre un uso saludable y uno problemático de las redes sociales es esencial para no patologizar el uso normal de la tecnología”, afirma el responsable del departamento de psicología de la López Ibor. ¿Cómo reconocer esa diferencia? ¿A qué debemos prestar atención e interpretar como señales de alerta de un posible comportamiento adictivo en el uso de las redes sociales por parte de un niño o un adolescente? Las señales que pueden indicar una posible adicción son, tal y como enumera Pedro Neira, las siguientes:
- Uso excesivo: “si el tiempo en redes sociales interfiere significativamente con otras actividades como los estudios, el deporte o el tiempo en familia, podría ser motivo de preocupación”.
- Cambios de comportamiento: “irritabilidad, ansiedad o depresión cuando no puede acceder a las redes sociales”, a lo que se puede añadir un cambio en sus patrones de conducta social hacia la familia o el entorno.
- Problemas de sueño: “quedarse despierto hasta tarde usando las redes sociales y mostrar signos de fatiga durante el día, afectando así a su funcionamiento en las rutinas diarias”.
- Impacto en el rendimiento académico: “notable disminución en el rendimiento escolar debido a la distracción y falta de concentración”.
- Obsesión con la imagen: “preocupación excesiva por su apariencia online, incluyendo la persecución y pensamientos constantes hacia el número de ‘me gusta’ y comentarios”.
- Aislamiento social: “preferencia por interactuar online en lugar de en persona, mostrando una disminución en las actividades sociales fuera de internet”.
- Mentir sobre el uso: “ocultar el tiempo real que pasa en las redes sociales o intentar esconder lo que está haciendo online”.
Más vale prevenir que curar
“Para proteger la salud mental de los jóvenes se deben implementar medidas que fomenten el uso consciente de las redes sociales, educar sobre su impacto psicológico, establecer límites de tiempo y promover una cultura digital más saludable”, recomienda Oliver Serrano, para quien es fundamental la colaboración entre padres, educadores y plataformas digitales para poder obtener resultados al respecto. Al igual que Pedro Neira, Serrano también considera importante no demonizar a las redes, pues “pueden ser beneficiosas cuando se convierten en espacios de apoyo y conciencia, permitiendo a los jóvenes conectarse con comunidades que comparten experiencias similares”.
“Para fomentar un uso sano de las redes sociales, es vital establecer límites claros y promover actividades offline que también resulten gratificantes”, añade Neira. “Involucrarse en la vida digital de los hijos de manera positiva, dialogar sobre los riesgos y beneficios de las redes sociales, y ofrecer apoyo emocional puede ayudar a los jóvenes a desarrollar hábitos tecnológicos saludables y una buena adaptación a la sociedad moderna”.