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estudiante cansada© GettyImages

Adolescentes

Estos son los riesgos de utilizar psicoestimulantes en época de exámenes

Un estudio advierte de la tendencia al alza de este tipo de sustancias entre estos estudiantes


13 de mayo de 2024 - 17:11 CEST

En época de exámenes, el estrés y la ansiedad por llegar a todo el temario es generalizado entre los estudiantes. Más aún, por lo general, entre los universitarios, muchos de los cuales buscan con ahínco refuerzos que les ayuden a concentrarse. El problema es que hay una tendencia al alza hacia el uso de psicoestimulantes entre alumnos matriculados en alguna universidad, según un estudio publicado en la revista   International Journal of Psychological and Behavioral Sciences  del que hace eco el Colegio de la Psicología de Madrid. “Estamos en un mundo muy competitivo y los estudiantes recurren a psicoestimulantes en período de exámenes por la presión académica que enfrentan, con objeto de mejorar su concentración y rendimiento”, señala Valentín Martínez-Otero, Doctor en Psicología. “La falta de información sobre sus riesgos y efectos secundarios, contribuye a su uso por parte de estudiantes”.

Riesgos del consumo de psicoestimulantes para concentrarse en época de exámenes

Entre los fármacos a los que más recurren se encuentran los de tipo anfetamínico, tal y como nos indica Martínez-Otero. Entre ellos, los que se recetan habitualmente para el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), que favorecen la concentración. El problema viene de los riesgos asociados al consumo de este tipo de fármacos sin supervisión médica: “agitación, ansiedad, nerviosismo, insomnio, aumento de la presión arterial y del ritmo cardíaco, alteraciones mentales, entre otros”. Efectos que, como advierte el psicólogo, “pueden acrecentarse en dosis elevadas o en personas con vulnerabilidad”.

Hay que tener en cuenta, además, que “el uso continuado de psicoestimulantes puede generar dependencia tanto física como psicológica”. Normalmente esta dependencia se produce porque puede haber cierta tolerancia, “el organismo se acostumbra a la sustancia y requiere dosis mayores para obtener el mismo efecto”. De este modo, el estudiante puede acabar entrando en una rueda de la que es muy difícil salir.

El estudio publicado en la International Journal of Psychological and Behavioral Sciences ha hecho un seguimiento a más de 700 universitarios que recurren este tipo de medicamentos, pero también cannabis, éxtasis o MDMA y concluye que el consumo de este tipo de sustancias (incluido el fármaco frente al TDAH sin necesitarlo) está directamente relacionado con una peor salud mental, así como con una mayor vulnerabilidad al estrés.

Otro aspecto muy importante a tener en cuenta es que, según queda plasmado en el citado estudio, el consumo de estos fármacos puede impactar de manera negativa en el desarrollo cerebral y, en consecuencia, en la función cognitiva. Esto se haría patente en la edad adulta temprana (recordemos que, según los últimos avances en neurociencia, el cerebro humano continúa madurando al menos hasta los 24 años).

Estudiante cansado© GettyImages

Los psicoestimulantes no sirven para mejorar la concentración

A todos posibles efectos secundarios hay que sumar un aspecto esencial que es, probablemente, lo que más interés suscite entre los universitarios que consumen estas sustancias con el objetivo de incrementar su rendimiento académico y que, en muchos casos, sean conscientes de que implican riesgos. La cuestión es que no les aportaría la utilidad que buscan en ellos, es decir, no les ayudaría a mejorar su capacidad de concentración.

Así se desprende de otro estudio, publicado en la revista de Neurología, que señala que, mientras en personas con déficit de atención los psicoestimulantes como la anfetamina o los medicamentos específicos para ello logran normalizar las áreas del cerebro afectadas (atención, memoria de trabajo y control de impulsos), no así a los estudiantes sanos. En ellos, las zonas en cuestión del cerebro funcionan correctamente, por lo que el consumo de estos fármacos no solo no incrementarían más la capacidad cognitiva, sino que podrían incluso disminuirla, puesto que provoca alteraciones. En concreto, puede afectar negativamente a aspectos directamente relacionados con la capacidad de estudiar, como la comprensión lectora, la memoria a corto plazo y la fluidez verbal.