Se van acercando las vacaciones de verano y muchas familias empiezan a pensar en el encaje de bolillos a hacer con los niños el largo período estival en el que ellos no tendrán clase, pero papá y mamá sí tendrán que trabajar (a excepción de unas pocas semanas en las que ellos también podrán descansar). ¿Qué opciones elegir? ¿Es mejor optar por actividades deportivas o lúdicas que les permitan desconectar por completo o es preferible que aprovechen el tiempo para llevar a cabo algún tipo de aprendizaje? Parece que la clave está en aunar aprendizaje y diversión.
¿Optar por una escuela de verano o por un campamento en las vacaciones estivales?
1. Escuela de verano
Una escuela de verano ofrece “un programa de actividades lúdicas y de aprendizaje diseñado para niños y jóvenes que se realiza en el entorno escolar por las mañanas o a lo largo de todo el día durante el periodo vacacional”, nos indica Pedro Sala, Business Development Officer y Coordinador de la Escuela de Verano de The British School of Barcelona (BSB). Es, por tanto, una magnífica oportunidad para que niños y adolescentes puedan continuar aprendiendo y adquirir nuevas habilidades en un entorno más relajado: “al participar en las actividades de una forma más libre y creativa, sin la presión académica, pueden explorar sus propios intereses disfrutando de la experiencia educativa de una forma altamente efectiva”.
En este sentido, hay una amplia variedad de temáticas sobre las que nuestros hijos pueden aprender en función de sus gustos e intereses, desde robótica o codificación a artes escénicas o distintas prácticas deportivas. “No se trata solamente de pasarlo bien en un área de aprendizaje. Hoy en día se combinan diferentes áreas para aprender idiomas, practicar deportes, desarrollar conocimientos en tecnología, robótica, arte… y al mismo tiempo desarrollar habilidades personales, además de académicas”, señala Pedro Sala. “En BSB, las actividades principales son impartidas en inglés por especialistas en una amplia gama de áreas, que incluyen arte, drama, ciencia, danza moderna o natación”.
2. Campamento de verano en tu propia urbanización
También está la opción de llevar a nuestros hijos a un campamento de verano. En este sentido, el abanico es muy amplio y existe, incluso, la posibilidad de elegir un campamento temático para que los niños puedan sacar más provecho de sus habilidades o disfrutar al máximo de sus hobbies. Una de las propuestas de campamentos urbanos de verano que más éxito está empezando a alcanzar últimamente es la de los campamentos en la propia urbanización; es decir, varios vecinos con hijos se ponen de acuerdo para contratar una empresa que lo organice todo en el jardín de su propio edificio, con monitores y actividades lúdicas incluidas.
El éxito de este tipo de propuestas viene de la facilidad de no tener que llevar a los niños de un lado a otro (opción más que valorable en una gran ciudad) y de que su precio suele ser más económico. “La idea es que el niño se entretenga, que disfrute haciendo actividades en grupo y conozca a otros niños de su urbanización con los que podrá seguir jugando el resto del año, mientras los padres se marchan a trabajar como cada día, con la conciencia tranquila, sabiendo que sus hijos están en un entorno conocido y seguro”, nos dice Almudena Triana, psicopedagoga, profesora de primaria y CEO de Funnycamp.
“Realizar todas las actividades al aire libre, en contacto con la naturaleza, beneficia a los niños, que desconectan por completo de la tecnología. Interactuando con niños nuevos, también aprenden a hacer amigos, a tomar decisiones y a trabajar en equipo”, añade Triana, que señala también como otro de los grandes beneficios de los campamentos en la propia urbanización la oportunidad que estos ofrecen al niño para que desconecte, juegue y aumente la confianza en sí mismo, “lo que no quita para que busquemos juegos con los que refuerce materias que ha aprendido durante el año”, puntualiza. “A través del juego todo se aprende mucho mejor, así es que si hacen una búsqueda del tesoro en inglés o repasamos una teoría científica haciendo un experimento con ellos; son cosas que no van a olvidar nunca”.
En la misma línea, la escuela de verano busca ofrecer aprendizaje a través de la diversión y el juego, como detalla Pedro Sala: “la ventaja de la escuela de verano es que los niños, niñas y jóvenes están expuestos a una variedad de actividades atractivas, estimulantes, y en muchas ocasiones nuevas, con las que aprenden y desarrollan nuevas habilidades pasándoselo bien”. Señala que lo bueno de la escuela de verano es que puede adaptarse para satisfacer las necesidades e intereses individuales de cada niño y así, mientras que algunos niños buscan beneficiarse más de actividades que refuercen habilidades académicas, otros pueden preferir opciones más creativas o deportivas. “En general, el objetivo no es tanto reforzar lo aprendido durante el curso, sino continuar aprendiendo sin dejar de hacer cosas nuevas e interesantes”.