Cuando los niños están acatarrados y, sobre todo, si son muy pequeños, sus padres (o muchos padres) tienden a administrarles mucolíticos para tratar de frenar el ‘avance’ de los mocos por miedo a que bajen a los pulmones y les cause un problema mayor. De hecho, se pueden adquirir sin receta médica y, sin embargo, no son precisamente adecuados, tal y como corrobora la Dra. Marisa López Gómez, jefa del Servicio de Pediatría del Hospital Universitario Sanitas La Zarzuela: “los pediatras no aconsejamos administrar fármacos mucolíticos porque no han demostrado ser eficaces frente a los síntomas que pretenden mejorar, de forma que, si nos fijamos en las guías de tratamiento de las infecciones respiratorias de las sociedades científicas pediátricas, en ninguna de ellas aparece la indicación de los fármacos mucolíticos”.
En la misma línea se manifiesta Jennifer Cueva Díaz, especialista en otorrinolaringología pediátrica y patología de la voz que ejerce en el Hospital Universitario de Cruces (País Vasco), en la Clínica Indautxu y en los Hospitales Quirón de Bilbao y Erandio. “La eficacia de los mucolíticos en infecciones agudas de vía respiratoria no está probada, por lo que su uso no está recomendado por ninguna sociedad científica”. Ni siquiera está probada su eficacia en casos de neumonía, de manera que la otorrina es contundente al respecto: “no estaría indicado recetarlo”.
¿Cuál es la utilidad real de los mucolíticos?
Si los pediatras y otros especialistas médicos no recomiendan su administración, ¿para qué sirven entonces los mucolíticos? Estos fármacos “tienen como objetivo modificar las características físicoquímicas de las secreciones mucosas generadas a nivel bronquial para que su expulsión sea más fácil haciendo que su viscosidad disminuya”, explica la Dra. Cueva. Este es su objetivo, pero su utilidad real no ha sido posible demostrarla hasta el momento, de modo que “muchos de estos medicamentos son en ocasiones administrados por complacencia o placebo más que por su acción real”.
Por tanto, “en un niño sano no está justificada la prescripción de fármacos mucolíticos”, recalca la Dra. López Gómez. “Los niños solo deberían recibir medicamentos con una relación beneficio-riesgo favorable, y esta premisa no la cumplen los fármacos mucolíticos, como hemos visto previamente”.
¿Los mucolíticos implican riesgos para los niños?
“En la bibliografía científica encontramos enumerados los efectos adversos de estos fármacos, sobre todo en menores de 6 años: náuseas, vómitos, cefalea, somnolencia, broncoespasmo”, advierte la jefa de Pediatría del Hospital Universitario Sanitas La Zarzuela. De ahí que haya países que, como Inglaterra y Francia, tienen prohibido su uso en menores de 2 años, según nos indica la otorrinolaringóloga pediátrica.
¿En qué casos se pueden administrar mucolíticos a los niños?
Es habitual que se prescriban mucolíticos en bronconeumopatías agudas; aun así, también con esta patología sería controvertida su administración, puesto que tampoco está demostrada su eficacia en estos casos. “Ocasionalmente y bajo indicación médica, puede prescribirse su uso sobre todo en ambientes hospitalarios o patologías crónicas determinadas, como la fibrosis quística, en bronquiectasias o atelectasias (que son trastornos pulmonares), siempre bajo la prescripción médica”, señala Jennifer Cueva.
El motivo, como añade la Dra. Marisa López, hay algunas enfermedades (entre ellas, la fibrosis quística) que presentan secreciones muy espesas en distintos órganos, como los pulmones o el aparato digestivo: “en las vías aéreas estas secreciones tan espesas no se movilizan, lo que hace que se produzca obstrucción e infecciones graves; en estos casos tan especiales, se pueden utilizar fármacos mucolíticos, junto con fisioterapia y otros tratamientos con el fin de evitar que las secreciones se queden impactadas en los bronquios”, detalla la jefa de Pediatría.
La Dra. López subraya que lo adecuado para combatir la mucosidad en niños es hidratarla: “En un niño sano previamente, los mocos suelen ser líquidos, y si no lo son debemos hidratarlos bien (dando agua para beber) para convertirlos en líquidos para que se eliminen por nariz, aunque a veces se los tragan y podemos verlos en las heces o incluso en ocasiones en algún vómito, si se da el caso”. Lo recomendable será, por tanto, que los pequeños beban mucha agua y que les hagamos lavados nasales “para eliminar el moco de la nariz y darles tratamiento sintomático como paracetamol o ibuprofeno para aliviar los síntomas de la enfermedad”.