Aunque hay síntomas similares a los que se producen en la edad adulta, la alergia a pólenes en niños muy pequeños tiene características propias. ¿Cómo se puede detectar a esta edad? ¿Por qué algunos menores la desarrollan y otros no? ¿Desde qué edad se les puede vacunar?
Responde a estas y otras preguntas el Dr. Miguel Tortajada Girbés, jefe de la Unidad de Neumología y Alergia Pediátrica del Hospital Universitario y Politécnico La Fe, de Valencia, y profesor de Pediatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valencia.
Los síntomas de la alergia al polen en niños pequeños
Hay distintas áreas en las que se manifiesta la alergia polínica en niños. Así, hay síntomas respiratorios, oculares y cutáneos.
Síntomas respiratorios
Cuando el alérgeno afecta a la nariz, el niño mostrará síntomas de rinitis alérgica, como goteo nasal, moco claro, picor de ojos o de nariz, taponamiento nasal, estornudos repetidos y enrojecimiento y lagrimeo ocular, detalla el experto. “Si el niño tiene estos síntomas cuando está en espacios abiertos, sobre todo durante los días soleados y con viento, y mejora los días de lluvia, es muy probable que tenga alergia al polen”, destaca.
Hay que tener cuidado para no confundir este cuadro con un catarro común. Generalmente, en los resfriados los síntomas principalmente son tos, y puede haber fiebre y la tos suele acompañarse de expectoración. En cambio, “en la polinosis casi siempre hay conjuntivitis (ojos rojos con picor ocular), no hay fiebre y la tos es seca. A veces se escuchan sibilancias (leve pitido producido con la respiración) y se produce dificultad para respirar”, aclara el especialista.
Síntomas oculares
En este caso, la alergia genera una reacción en los ojos, que darán síntomas de conjuntivitis y que en niños se concreta en lagrimeo y picor, que llevan al pequeño a frotarse los ojos con la mano. Pero no todo queda ahí, porque la alergia al polen puede hacer que parpadee de forma frecuente o guiñe demasiado los ojos, lo que, tal como advierte el Dr. Tortajada, “puede confundirse de forma errónea con un tic visual”. Además, puede haber sensación de cuerpo extraño, enrojecimiento, inflamación de los párpados y legañas más abundantes, comenta. Por todo ello, en el caso de los niños, “es especialmente importante saber identificarlos de forma precoz por los pediatras alergólogos y que no pasen desapercibidos, simulando otras causas, por ejemplo, cuando se frotan la nariz o guiñan demasiado los ojos”.
Síntomas cutáneos
La piel es otra de las zonas del cuerpo donde la alergia al polen se hace presente en los niños, especialmente a través de la dermatitis atópica y la urticaria, con habones que provocan enrojecimiento, inflamación o picor, pero también con angioedema, “en forma de hinchazón de cara, e incluso deformación de la misma”.
¿Cómo se trata la alergia al polen en niños?
Al igual que sucede con los adultos, hay dos tipos de tratamiento. Uno que procura disminuir los síntomas, y que se basa en antihistamínicos, corticoides e inhaladores, entre otros, y por otro lado, la inmunoterapia o vacunas de la alergia. No todos los niños pueden recibir estas vacunas, aunque se suelen poner a partir de los cinco años, e incluso antes, según las últimas recomendaciones clínicas.
Las vacunas son la única vía que mejora de forma integral el curso de la alergia por pólenes, ya que reducen la intensidad de los síntomas y evitan que la rinitis evolucione a asma bronquial.
Aproximadamente, la mitad de los afectados por rinitis alérgica puede llegar a desarrollar asma alérgica. “Aunque es menos frecuente, en algunas ocasiones se produce asma aislada, sin síntomas de ojos ni de nariz”, comenta el especialista del Hospital La Fe de Valencia.
Además, en el día a día, hay que procurar evitar la exposición al polen, aunque, al estar flotando en el aire, a veces es muy complicado. La familia debe conocer qué pólenes son los que provocan la alergia y evitar la exposición del niño en el periodo de floración. Además, es importante, ante los primeros síntomas, actuar de acuerdo a como haya indicado el pediatra alergólogo.
En cuanto a las medidas higiénicas que ayudan a reducir la exposición a pólenes, el Dr. Tortajada cita las siguientes:
- En el interior de las casas en la época de polinización se han de ventilar las habitaciones media hora por la mañana temprano, y después cerrar las ventanas, sobre todo por la noche.
- Tender la ropa en el interior de las casas.
- Cambiarse de ropa al volver a casa, tras estar en la calle.
- Emplear gafas de sol e incluso mascarillas con filtros para el polen. Utilizar filtros para el polen en los aires acondicionados del domicilio y los coches.
- Viajar siempre con las ventanillas subidas.
- Evitar las actividades al aire libre en las primeras y últimas horas del día.
¿Qué niños tienen más riesgo de alergia al polen?
Hay niños que tienen una predisposición genética a desarrollar alergia al polen, pero esta no es determinante. Influye también el ambiente en el que viven. “Para desarrollar alergia hay que sumar genética y ambiente; si tenemos mucha carga genética necesitaremos poca carga ambiental; si tenemos poca carga genética necesitaremos más carga ambiental, pero cualquier niño puede desarrollar alergias”, aclara el experto.
Además, hay que tener en cuenta que el niño puede heredar la predisposición atópica, es decir, la facilidad para desarrollar alergia en general, y no frente a determinadas sustancias. No obstante, “como las personas se hacen alérgicas a las cosas que hay en su ambiente, es fácil que padres e hijos se hagan alérgicos a las mismas cosas, pero no porque se hereda esa alergia, sino porque comparten el mismo ambiente”.
La alergia aparece con más facilidad en las personas predispuestas (hay un 25% de probabilidad de presentarla si uno de los padres o un hermano también la tienen), pero cuando no hay familiares alérgicos igualmente se puede desarrollar. “Si un niño vive desde el nacimiento en un domicilio con moquetas, muchas telas y cojines, o numerosos peluches, puede hacerse alérgico a los ácaros del polvo, aunque ni sus padres ni abuelos tuvieran ninguna alergia”, advierte el Dr. Tortajada.