Al igual que pasa con la adolescencia, la primavera es un momento de transición lleno de cambios. Muchos padres y profesores se quejan de que en esta época los chicos están especialmente inquietos o especialmente apáticos, ya que a cada uno le puede afectar de una manera distinta.
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Beatriz Urra, subdirectora clínica de Hospital de Día Retiro Recurra Ginso, nos habla de cómo sortear esta crisis pasajera y de qué modo se manifiesta en los adolescentes.
Astenia y cambios hormonales
Algunos de los cambios de la primavera generan bienestar emocional y físico. Está ligados al aumento de las horas de sol. Aunque también pueden condicionar las fluctuaciones en el ánimo, al desencadenar una respuesta hormonal en el organismo con la liberación de serotonina, dopamina y oxitocina, entre otros, que hacen que las emociones se descompensen.
Entre los efectos claramente negativos de la primavera, como señala la experta, está la astenia primaveral. “La astenia se asocia con síntomas como: sensación de somnolencia, cansancio, fatiga, mareos, apatía, cefaleas, falta de apetito e irritabilidad. En este caso, los adolescentes son especialmente susceptibles a la astenia, ya que sus relojes biológicos van sufriendo cambios a lo largo de su desarrollo madurativo”, comenta.
El aumento de las temperaturas y de las horas solares invita a salir más, a socializar e implica llevar una ropa más ligera. Esto puede suponer un problema para chicos con dificultades en la aceptación de su imagen corporal (se vuelven más controladores en relación al peso, cuentan calorías...). Y, en otro ámbito, también puede ser difícil para aquellos que cuentan con una escasa red social con la que relacionarse. “Observan tristemente que no tienen un grupo de iguales con el que salir ni realizar actividades de ocio”, apunta Beatriz Urra. Y todo ello en un momento del año en que hay un aumento de las relaciones sexuales.
Un momento pasajero
Aunque puede ser difícil relacionarse con un adolescente en primavera, no hay que perder de vista que es algo pasajero y que “nosotros somos los adultos”. Eso “nos ayudará a mantener la calma, mostrarnos empáticos y siendo referente para ellos”, destaca la especialista.
Es importante compartir momentos positivos con ellos en los que se genere y se goce de un buen clima familiar, “para ello podemos realizar actividades que sabemos que les gustan o creen hábitos de vida saludables”. También es importante escucharles y propiciar momentos en los que puedan expresarse libremente, dando rienda suelta a todas las emociones.
Otro punto a tener en cuenta es “evitar hablar de temas que generen malestar cuando les encontremos cansados o estresados. Buscar el momento idóneo hará que se encuentren soluciones y no aumenten los conflictos”. Deben saber, en primavera o en cualquier época del año, que sus padres están cerca de ellos de modo incondicional.
Más cansancio a final de curso
La primavera coincide con el tercer trimestre académico y los estudiantes están sometidos a mucha presión que se mezcla con el cansancio propio de final de curso. Esto afecta a su rendimiento, por lo que Beatriz Urra ofrece una serie de consejos para ayudarlos:
- Alimentacion equilibrada y repleta de nutrientes, sobre todo vitaminas y minerales. No hay que olvidar la hidratación, que debe confiarse al agua, evitando los refrescos y otras bebidas similares.
- Tener claros responsabilidades y objetivos a lograr. “Puede ser buen momento para revisar horarios y espacios de estudio y tal vez realizar cambios pertinentes. Recordarle sus obligaciones en el estudio, pero no presionar constantemente”.
- Introducir alguna actividad al aire libre. Al ser más largos los días, se puede optar entre diario por actividades de ocio fuera de casa para que se despejen una vez cumplidas sus tareas. Puede ser pasear a una mascota, arreglar el jardín, hacer algún deporte...
- Asumir sus logros y consecuencias, puesto que son ellos los protagonistas de los mismos. De esta manera se hacen responsables de sus tareas escolares y del estudio.
- No descuidar el sueño y el descanso para que mantengan un buen estado de vitalidad y energía, además de la concentración necesaria para el estudio.
- Prevenir anticipando en los meses anteriores y no dejar toda la carga de estudio para las últimas semanas de curso.
- Recordar que son síntomas pasajeros, por lo que lo mejor es mantener la calma y adaptarse a los cambios.