Cuando los niños son pequeños, entre los 3 y los 6 años, aunque ya sepan hablar, no suele resultarles fácil entender cómo se sienten y, mucho menos, expresarlo. Si tienen algún tipo de malestar interior, de problema emocional, ellos lo manifestarán de una forma u otra (quizás con más rabietas, con peor comportamiento…) y es posible que pase desapercibido el motivo o los motivos que le provocan ese malestar.
Por eso hemos hablado con uno de los mayores referentes de nuestro país en la materia, Jesús Jarque, pedagogo, formador y escritor que trabaja como orientador en un colegio público y que actualmente imparte el curso Problemas Emocionales en Educación Infantil y Primaria que organiza Educarnos para Educar (educarnosparaeducar.es).
Para ayudarnos a comprender y a identificar los problemas emocionales que puedan sufrir niños de tan corta edad, Jarque parte de tres aspectos básicos que es necesario que todos los padres y educadores tengan muy en cuenta:
- Emociones: “son una respuesta del sistema nervioso que sirven para nuestra propia supervivencia. Tienen un carácter involuntario”.
- No existen emociones positivas o negativas: “todas las emociones son válidas y todas nos ayudan a sobrevivir”, subraya. “Sí podemos aceptar que existen emociones agradables y desagradables”.
- Educación emocional. “Desde la infancia vamos aprendiendo progresivamente a regular y gestionar las propias emociones: esa es la parte ‘voluntaria’ del mundo emocional y esa sería la educación emocional que se lleva a cabo en la familia y en la escuela”.
¿Cómo saber si un niño tiene problemas emocionales?
“Sentir las emociones no es problemático”, reitera Jarque. “No es problemático sentir miedo, ira, asco, alegría…”. Pasan a ser un problema (y no solo en niños pequeños, sino también en los más mayores e incluso, en adultos) “cuando las emociones tienen tal intensidad y duración en el tiempo que no se pueden gestionar y, por tanto, impiden funcionar con normalidad en la vida diaria (dormir, aprender en la escuela, comportarse en casa…) y/o producen un malestar importante: dificultades para dormir, dolores abdominales, dificultad para respirar, llanto continuo, etc.”. En cuanto a la duración en el tiempo, el pedagogo nos indica que se consideraría que se trata de un problema emocional cuando persiste más de 10 o 15 días.
Partiendo de esta premisa, hay “una serie de signos de alerta que pueden avisar a los padres que su hijo o su hija está presentando un problema emocional”. Jesús Jarque enumera los siguientes:
- Un cambio en su manera de actuar. “Por ejemplo, el niño llora con más facilidad cuando antes lo no hacía”
- Cambios en el humor. “Era un niño o niña alegre y ahora parece que está más triste o apagado”.
- Llamadas de atención más frecuentes.
- No quiere ir al colegio.
- Muestra una preocupación excesiva por alguna situación que antes no tenía.
- Quejas somáticas más frecuentes y sin una causa médica que lo explique: dolores de abdominales o de cabeza más frecuentes.
- Se muestra excesivamente miedoso o miedosa.
- Está triste o decaído.
- Le cuesta mucho separarse de su madre o de su padre.
- Está irritable, hace rabietas con más frecuencia o incluso se muestra desafiante.
- Deja de jugar.
- Deja de realizar actividades que antes le resultaban divertidas o atractivas.
- Hace comentarios negativos de sí mismo.
- Le asustan las multitudes.
- Cambios en la pauta de sueño o pesadillas más frecuentes.
- Cambios en su apetito: pierde el apetito o come mucho más que antes y de manera compulsiva.
- Se autolesiona con frecuencia: se muerde, se pega, se arranca el pelo…
- En el colegio comentan que han apreciado alguno de los cambios anteriores.
En el caso de que se detecten estas señales, el experto señala que “lo más conveniente es consultar con algún especialista: el pediatra o el orientador del colegio, son las primeras referencias”. Hay que tener en cuenta, además, que en no pocas ocasiones un problema de conducta puede ser la manera que tiene el niño o la niña de manifestar que tiene un problema emocional. Jarque pone como ejemplo un comportamiento negativista, desafiante, y un incumplimiento continuo de las normas básicas.
“Lo mismo sucede con otro tipo de problemas, como pueden ser dificultades de atención y concentración, que se pueden interpretar como un déficit de atención, cuando también puede ser la manifestación de un tema emocional”.
¿Cuáles son los problemas emocionales más habituales en niños pequeños?
A veces, lo que a los padres nos puede parecer un problema emocional no es más que un proceso de aprendizaje; es decir, “los niños de 3 a 6 años están aprendiendo a gestionar sus emociones” y no siempre es fácil. “Pero en otros casos, los niños de esta edad se pueden ver desbordados y aparecen los problemas”. Así, los problemas emocionales más frecuentes en los niños son los siguientes:
- Miedos y fobias: a la oscuridad, a ciertos animales, a catástrofes naturales, multitudes…
- Ansiedad por separación, la preocupación y miedo excesivo a separarse, especialmente de la madre, por ejemplo, a la hora de llegar al colegio.
- Mutismo selectivo, no hablar en determinados lugares, normalmente la escuela.
- Ansiedad y estrés.
- Depresión.
¿Qué provoca los problemas emocionales en niños pequeños?
Las causas o los factores que lleven al niño a sentirse desbordado pueden ser muy variadas:
- Acontecimientos vitales estresantes. “Se trata de episodios de la vida que cualquier niño puede vivir en cualquier momento y que pueden superar su capacidad para gestionarlos”. Entre ellos, un cambio de ciudad, el nacimiento de un hermanito, la muerte de una mascota, una enfermedad, un accidente, la pérdida de un familiar o cambio laboral de los padres o una separación matrimonial, apunta Jarque.
- De origen familiar. En algunos casos, “los problemas emocionales tienen un componente hereditario y en otros, depende de cuestiones como el tipo de vínculo que los padres establecen con el niño, el ejemplo que le dan, la forma de afrontar que los propios padres tienen de afrontar o de gestionar sus emociones”.