En Mejor diversos (Ed. Bold Letters), la escritora Espido Freire vuelve a la literatura juvenil. En este caso con una obra divulgativa y didáctica que pretende educar en valores a preadolescentes y adolescentes.
Su intención es hacer un recorrido ameno por todos los ámbitos de un mundo plural como en el que nos encotramos. Así, aborda la diversidad cultural, étnica, ideológica, de género, de orientación sexual, clase social, capacidad física y cognitiva. Y lo hace aportando datos reales que se mezclan con la historia literaria.
Mejor diversos es el sexto libro de la coleccion Chic@ Genial, una serie con contenidos prácticos para esta edad cuyo fin es preparar y ayudar a afrontar los cambios físicos, emocionales y del entorno que vivirán durante la adolescencia. Hemos hablado con Espido Freire sobre su obra.
No es la primera vez que te diriges con tus libros a la población juvenil, ¿cómo son los lectores a esta edad?
A ellos les horrorizaría que habláramos con etiquetas generales: son muy individualistas, y se perciben de manera completamente única. Lo cierto es que hay una diversidad mucho mayor que en la generación de sus padres, su atención es más limitada, el acceso a la información más amplio y más caótico y su proceso de maduración es en algunos aspectos más lento que el de la generación anterior. Eso no quita que se adelanten en otros.
En Mejor diversos reflexionas sobre la diversidad humana, ¿por qué nos cuesta tanto aceptar lo que es diferente?
Porque partimos de la idea errónea de que lo ‘normal’, el eje de lo lógico y lo aceptable, es lo que hemos experimentado a nuestro alrededor y, en concreto, en nuestra casa. Para lo bueno y para lo malo, ojo. El esfuerzo que nos supone entender realidades diferentes aumenta, además, con la edad.
Comienzas el libro indicando que “cuando somos muy pequeños, las diferencias entre personas no nos importan en absoluto”, pero, a medida que crecemos, esas diferencias son un arma contra los demás. ¿Qué es lo que falla?
Falla precisamente esa plasticidad neuronal y, sobre todo, el que se introducen los juicios de valor: lo mío, que es lo correcto, lo ‘normal’, lo que controlo, frente a lo tuyo, que me despierta curiosidad, pero también miedo, envidia, desprecio o que desafía lo que me han enseñado. Si no nos exponemos a diferentes modelos presentados con respeto y contextualizados, esa desconfianza, esa mala convivencia, se mantendrá en el tiempo.
¿Crees que esta generación de adolescentes está creciendo con otros valores de respeto a la diversidad por la normalización que se hace de muchos de ellos?
Sí, sin duda. Lo que ocurre es que podemos facilitarles esa experiencia, podemos reforzarla y premiar los valores que son acertados, mientras podemos, como adultos, rechazar la intolerancia, la pequeñez de miras o la exclusión.
En este sentido, ¿qué es lo que puede aportarles tu libro?
Mejor diversos explica y describe las diferencias, e invita a los lectores a que hagan preguntas, que se acerquen a realidades diferentes y que eduquen su sentido crítico. Es un libro que no se olvida de que la diversidad provoca malestar y a menudo rechazo, y que pretende dotar de herramientas a los chavales para que se enfrenten también a esas emociones negativas.
En tu obra ofreces numerosos datos objetivos, para que sea el propio lector juvenil el que saque sus conclusiones, y además hay textos literarios. ¿Es la mejor forma de hacer reflexionar a este grupo de edad, más allá de sermones o discursos adultos?
A nadie nos gusta que nos sermoneen ¿verdad? La excusa para contar lo que deseo es un periódico escolar en el que los chicos deben trabajar en grupo, y con el que potencian, en cada caso, aquello que se les da bien. Una escribe, otro hace las entrevistas, otra dibuja estupendamente… Necesitan un contenido para cada mes, y en esa búsqueda se encuentran, mientras trabajan con temas tan cotidianos como la Navidad, con diferencias muy evidentes y otras que no lo son tanto.
¿Cómo crees que será esta generación de adolescentes cuando llegue a la edad adulta: tendrán más respeto a las diferencias?
Estoy convencida de que así será, y creo que ese rasgo nos enriquecerá como sociedad. Pero si les acompañamos en ese proceso no solo les ayudaremos a ellos sino que sacaremos conclusiones muy interesantes: no podemos fiarlo todo a lo que hagan las siguientes generaciones, sino a aquello que también aportamos nosotros.