La lactancia, y más aún si estamos teniendo ciertos problemas con ella, puede provocar ciertos cambios en el pezón. Es importante conocer estos cambios para, en caso de ser indicativos de alguna patología, tomar las medidas necesarias lo antes posible para evitar nuestra incomodidad y para favorecer la lactancia, dados los beneficios que la leche materna aporta al bebé. Es lo que ocurre con el síndrome de Raynaud, que aunque no entraña gravedad, puede ocasionar dolor y afectar a la lactancia.
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¿Qué es el síndrome de Raynaud del pezón?
“El síndrome de Raynaud es una arteriopatía periférica funcional en la que las arterias de pequeño calibre (arteriolas), se contraen con más fuerza en respuesta sobre todo al frío, pero también a los traumatismos, el estrés y el tabaco”, nos indica Carmela K. Baeza, médico de familia e IBCLC -consultora de lactancia certificada- en Centro Raíces (www.centroraices.com).
Este síndrome se puede reconocer fácilmente porque la zona afectada “se vuelve pálida (palidez) o azulada (cianosis)” y son frecuentes, en la zona en cuestión, el entumecimiento, el cosquilleo, la sensación de hormigueo y la sensación de ardor, como nos indica la experta en lactancia. La duración de estas sensaciones pueden durar desde apenas unos minutos hasta varias horas.
Es más habitual que el síndrome de Raynaud se dé en los dedos de las manos y los pies, pero también puede afectar a otras partes del cuerpo, como la nariz, las orejas, las rodillas, la cara o los pezones. “Al ser más frecuente en mujeres, con edades entre los 15 y 30 años, es interesante conocer esta última localización para realizar un correcto diagnóstico de problemas tanto en la lactancia como fuera de ella”, subraya Baeza.
El síndrome de Raynaud del pezón no lo padecen únicamente aquellas mujeres que ya lo tenían en otras partes del cuerpo antes de quedarse embarazadas, sino que, en aquellas mujeres que nunca antes lo habían sufrido, también pueden aparecer los síntomas en el embarazo o la lactancia y no ir acompañados de ninguna otra afectación.
“Pueden sentir que con el cambio de temperatura (al salir de la ducha, al soltar el bebé el pecho, con las corrientes de aire...) comienza un dolor intenso, punzante, en uno o ambos pezones, con sensación de ardor, a la vez que el pezón se pone blanco o azulado (porque le deja de llegar sangre). A los pocos segundos, el pezón pasa a ponerse más enrojecido (porque la sangre vuelve de golpe), persistiendo el dolor hasta que el flujo sanguíneo en el pezón se normaliza (entre unos segundos y unos minutos)”, detalla la consultora de Centro Raíces. “La mujer también puede sentir ardor y pinchazos en toda la mama”.
¿Por qué se produce el síndrome de Raynaud?
El síndrome de Raynaud se clasifica en dos tipos en función de la causa que lo origine:
- El síndrome de Raynaud primario o enfermedad de Raynaud. Aquí no hay causa aparente que lo produzca
- El síndrome de Raynaud secundario o fenómeno de Raynaud. En este caso sí “se puede identificar un trastorno subyacente, habitualmente una enfermedad autoinmune como el lupus eritematoso”.
Los médicos utilizan el término síndrome de Raynaud para referirse a cualquiera de ellos, según apunta Carmela K. Baeza. “En el contexto de la lactancia, suele desencadenarse, como ya he dicho, por cambios bruscos de temperatura y traumatismo (postura inadecuada del bebé al pecho). El estrés y el tabaco lo pueden propiciar”.
¿De qué manera afecta el síndrome de Raynaud a la lactancia ?
Ante esta pregunta, la experta responde con contundencia que sí puede afectar, pues “la lactancia puede propiciar varios escenarios en los que se active este vasoespasmo del pezón: se pasa más tiempo con el pecho al aire, el pezón cambia de temperatura al soltarse el bebé cuando termina la toma, y además si el agarre del bebé al pecho no es del todo adecuado, también favorece que ocurra este fenómeno en las mujeres propensas”.
La buena noticia al respecto es que es posible tratarlo. Para ello, la primera medida que es preciso tomar es procurar no exponernos a cambios bruscos de temperatura. “Tener a mano discos de lactancia templados (por ejemplo, pueden haber estado encima del radiador) y ponerlos en los pezones nada más salir de la ducha, o nada más soltarse el bebé del pecho, es de gran ayuda. Puede bastar con ponerse las manos sobre los pezones, si éstas están calientes”, aconseja la consultora de lactancia. “Otra medida muy importante es asegurar que la postura del bebé al pecho es adecuada, cómoda, y no hace daño a la madre”.
Cuando con estas indicaciones no es suficiente, es necesario acudir a un profesional médico para que nos prescriba un tratamiento farmacológico. Este será un medicamento llamado Nifedipino, que relaja las arterias, según explica Baeza. “Es importante desde la consulta de medicina de la lactancia hacer también un buen apoyo emocional a estas madres, puesto que es un cuadro muy doloroso que puede poner en riesgo el objetivo materno de amamantar al bebé”.