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solidaridad en familia© El Desierto de los Niños

emociones compartidas

Vivir la solidaridad en familia: así les ayuda a ser empáticos

¿Que les aporta a los hijos descubrir entornos menos favorecidos con sus padres? ¿Cómo exponerlos a ellos?


6 de abril de 2024 - 10:02 CEST

En España, se puede ser voluntario desde los 12 años con una autorización expresa de los progenitores o tutores. No es una situación muy común, pero hay niños que desde muy pequeños muestran una tendencia clara a ayudar a los demás. Lo más habitual es que ya entrados en la adolescencia sean más conscientes de que hay otras realidades menos favorecidas y quieran aportar su granito de arena. Así, entre los 16 y los 18 años, siendo aún menores de edad, pueden hacer voluntariado contando con el consentimiento de padres o cuidadores.

Pero no hay que esperar a ese momento para comenzar a vivir la solidaridad en familia. Los padres pueden acompañar a sus hijos en esas experiencias desde bien temprano. ¿Qué ventajas y beneficios tiene para el niño que se está formando?

el ejemplo de los adultos© El Desierto de los Niños

El ejemplo de los adultos

“Vivir la solidaridad en familia es una magnífica oportunidad para que niños y niñas comiencen desde pequeños a ser generosos, a dar sin esperar nada a cambio. Y también es aprender de otras situaciones diferentes a las suyas, que no todas son tan beneficiosas como de las que ellos se rodean”, apunta Mari Carmen Díaz Cadenas, filósofa y entrenadora de emociones.

Para los niños, los padres son su ejemplo vivo. A veces no escuchan, pero siempre están observando lo que hacen. “Si aportas ese grano de arena que otro necesita en compañía de tu familia los niños se involucran para que cambie el mundo de una manera más plena. Es una forma de ir todos al unísono. Es mucho más potente la experiencia de ver que toda la familia comparte esa meta de ayudar a los demás”, añade.

los beneficios de fomentar la empat a desde que son peque os© El Desierto de los Niños

Los beneficios de fomentar la empatía desde que son pequeños

La empatía es un valor que deben desarrollar los adultos para transmitirlo a sus hijos. Desde el punto de vista del desarrollo, tal como destaca la experta, hasta los siete u ocho años no han terminado de desarrollar la parte del cerebro que les permite tener conciencia plena de lo que es la empatía. Pero se puede comenzar a trabajar desde mucho antes y, de hecho, hay niños muy pequeños que son capaces de ponerse en el lugar del otro.

“Esa empatía que tienen las personas cuando se ponen en el lugar del otro, cuando desarrollan una conciencia amable hacia la otra persona, trae muchos beneficios, por ejemplo, mejora la comunicación entre las personas. También incrementa la sintonía emocional, esas dos personas van en la misma frecuencia emocional”, destaca. Igualmente fomenta la satisfacción personal y de la misma forma hace que disminuya la agresividad. ”Ponerte en el lugar del otro, no ser crítico con el otro, no juzgarlo, hace que disminuya mucho la agresividad. Entrenar esa empatía sería una vía para ir reduciendo situaciones como el bullying”, recalca.

conocer otras realidades diferentes© El Desierto de los Niños

Conocer otras realidades diferentes

En el mundo hay muchas realidades dolorosas y difíciles. No se trata de mostrarlas con toda su crudeza a los más pequeños, pero tampoco se les pueden ocultar absolutamente. Es bueno que sepan que han nacido y que crecen en un entorno favorecido. “Los niños tienen que conocer las realidades que tienen cerca. Es importante que podamos hablar de problemas sociales de manera abierta”, destaca la especialista (@entrenadoradeemociones, en Instagram).

Ahora bien, aunque hay que hablar con ellos de esas otras realidades, el acompañamiento es muy importante, especialmente cuando el niño es muy sensible. “La conversación sobre esos problemas de otras personas debe ir acompañada de información para que ellos no inventen, no fantaseen sobre las posibles causas”, recomienda. “La conversación ha de ser muy cercana a la edad de cada persona y a su sensibilidad. Los niños sensibles procesan la información de manera más profunda y compleja. Hay que tenerlo en cuenta”, destaca.

el valor de una experiencia compartida© Archivo Mapi Rubio Enfedaque

El valor de una experiencia compartida

Mapi Rubio, fotógrafa, acaba de participar en una experiencia solidaria con su hijos y su marido, junto a otras familias. Ha sido a través de El Desierto de los Niños (www.eldesiertodelosninos.com), una caravana que, desde hace 20 años, recorre poblaciones muy desfavorecidas del sur de Marruecos para llevar a cabo acciones solidarias con el apoyo de empresas como Hyundai, que este año ha equipado dos bibliotecas en sendas poblaciones con muy bajos recursos.

“Compartir con mis hijos está experiencia ha sido muy enriquecedor en todos los sentidos. Hemos disfrutado cada segundo de un viaje que ha sido muy intenso, con muchas emociones a flor de piel”, comenta. “Ayudamos a montar dos bibliotecas en dos aldeas muy humildes en el sur de Marruecos, compartimos juegos y vivencias con niños que apenas tienen nada... Pero, por encima de todo, lo mejor ha sido ver a mis hijos disfrutar tanto y ayudar, aunque solo sea un poco, a gente que lo necesita tanto”, resalta de su experiencia.

interiorizar la necesidad de ayudar© El Desierto de los Niños

Interiorizar la necesidad de ayudar

La experiencia vivida ha servido a los hijos de Mapi Rubio “para interiorizar la necesidad de ayudar y, al mismo tiempo, para comprender lo afortunados que son por vivir cómo viven”.

Así relata su vivencia: “Dos días antes de volver a España del viaje, estando aún en Marruecos, Álvaro, que tiene 13 años, me dijo: ‘Cuando volvamos a casa tengo mi consola para jugar cuando quiera, agua para ducharme o para beber, si tengo frío tengo la calefacción y si tengo calor tengo el aire acondicionado... qué suerte tengo, mamá’. Lo dijo sin que le preguntáramos nada, así que creo que ha aprendido a valorar todo lo que tiene”.

Al pequeño, Martín, de 6 años, le preguntaron directamente qué había aprendido del viaje. “Su contestación fue que ‘somos buenos porque hemos ido a ayudar a niños pobres’. Me emocionaba mucho verlo jugar en las aldeas con niños de allí de una forma tan natural, cómo los abrazaba y les hablaba como si le entendieran. A pesar de ser tan pequeño, sabía a lo que íbamos y no necesitó que le explicáramos nada más”, comenta la fotógrafa.

acciones cotidianas que no lo son para todos© El Desierto de los Niños/Fundación Alain Afflelou

Acciones cotidianas que no lo son para todos

Jesús Alonso, profesor, también ha participado en El Desierto de los Niños con sus dos hijos adolescentes. En el viaje han visitado escuelas de poblados remotos que reciben ayuda de la asociación para seguir en marcha.

“Una de las cosas que más ha impresionado a mis hijos es comprobar que tantos niños y adultos no tenían acceso a unas gafas elementales para poder ver”, comenta. Durante el viaje, voluntarios de la Fundación Alain Afflelou revisan la vista de familias que viven en poblaciones remotas del desierto del Sáhara, y que no tienen acceso a este tipo de prestaciones médicas.

Por la exposición continuada al sol, son niños y adultos que sufren problemas visuales con mucha frecuencia, como la miopía y el astigmatismo, conjuntivitis o alteraciones en la córnea. “Nos explicaron que se encuentran con personas de hasta 29 dioptrías y que nunca han llevado gafas, y esto es muy impactante porque nosotros podemos cuidar nuestra visión al mínimo síntoma de que no vemos bien”, añade.

En este viaje, la Fundación Alain Afflelou, que lleva 14 años colaborando con esta iniciativa, ha revisado la visión de 370 personas, que recibirán sus gafas graduadas o para el sol.

un choque de realidad© El Desierto de los Niños/Fundación Alain Afflelou

Un choque de realidad

¿Son duraderas las experiencias solidarias que se viven en familia? “Yo creo que sí”, responde Jesús Alonso. “Somos privilegiados y no siempre tenemos conciencia de ello. En una época como la adolescencia, en que los chicos se cuestionan tantas cosas, enfrentarse a realidades tan distintas a la suya les hace reflexionar”.

“Cuando ves a tanta gente esperando para graduarse la vista, gente que nunca ha tenido ocasión de usar ni siquiera unas gafas de sol en pleno desierto, se ponen muchas cosas en su sitio, y es una realidad que en determinados momentos de la vida viene muy bien para asentarse y descubrir quién eres en realidad y todas las oportunidades de las que gozas en tu día a día”, concluye el profesor.

la importancia de la escucha posterior© El Desierto de los Niños

La importancia de la escucha posterior

Es muy probable que enfrentarse a realidades muy alejadas de la suya propia y muy desfavorecidas pueda impactar al niño o al adolescente. ¿Qué pueden hacer los padres en ese caso? “Los padres deben ser un espacio seguro donde pueden expresar lo que sienten, lo que piensan y exponer sus dudas sin sentirse juzgados ni criticados. Hay que prestar toda la atención a ese momento, acompañando con la mirada y con las emociones. Hay que empatizar con lo que sienten y validar esas emociones”, comenta Mari Carmen Díaz Cadenas.

“Hay que enseñarlos a reconocer lo que están sintiendo y enseñarlos a gestionar esas emociones con herramientas que estén a su alcance. Debemos validar sus emociones y acompañarlos para que puedan expresar lo que sienten y permitirles preguntar y que no les falte información sobre lo que está pasando”, destaca.

qu podemos hacer © El Desierto de los Niños

¿Qué podemos hacer?

Exponer a los hijos a otras realidades es positivo, pero ¿qué pasa después? “Deben saber que esos problemas existen, pero debe quedar claro que ni nosotros ni ellos somos culpables, que no hemos podido elegir”, comenta Mari Carmen Díaz Cadenas.

Esto no significa mirar para otro lado, sino hacer algo acorde con nuestras circunstancias: “No somos culpables, pero podemos responsabilizarnos en la medida de nuestras posibilidades y aportar y contribuir lo que podamos. Y eso empieza también por ser empáticos en nuestra propia casa y con la gente de nuestro alrededor”, subraya.

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