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Niños

Así afecta a los niños y a los adolescentes residir en una vivienda que no es adecuada

Más de medio millón de menores habitan en viviendas con carencias severas en nuestro país, según el informe ‘Yo también vivo aquí’, de Unicef


5 de abril de 2024 - 15:05 CEST

Hablamos a menudo de cómo desarrollar la inteligencia emocional en niños y adolescentes, de cómo ayudarles a formar una adecuada autoestima, de cómo mejorar en su aprendizaje y cómo darles las herramientas adecuadas para hacer frente a los avatares de la vida, de salud infantil... Son, sin duda, preocupaciones que comparten todos los padres, pero no en todas las circunstancias es posible proporcionarles una base adecuada para ello. Si ya de por sí es complicado, en ocasiones, seguir las pautas de la crianza respetuosa o reconocer ciertas señales de alarma acerca del comportamiento o, incluso, la salud de nuestros hijos, ¿cómo pueden unos progenitores centrarse en todo ello si ni siquiera pueden proporcionarles una vivienda digna?

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Y no, los menores de edad que viven en lugares que no son adecuados para ellos no son una excepción en España. Más de medio millón de niños y adolescentes en nuestro país habitan una vivienda que sufre carencia severa, es decir, además del hacinamiento, puede tener goteras en el tejado, no disponer de baño, ducha o retrete interior, o ser demasiado oscura, según el informe  Yo también vivo aquí  , de Unicef. Este informe señala también que el 16,7% de los hogares con niños no puede mantener la casa a una temperatura adecuada durante el invierno.

Esta situación, que pasa completamente desapercibida desde el punto de vista social, es mucho más grave si hablamos en términos absolutos, pues la tasa de pobreza infantil en España es del 28,9%, lo que significa que afecta a nada menos que 2,3 millones de niños y niñas. Una cantidad demasiado elevada como para no prestarle atención y, más aún teniendo en cuenta que, como indica José María Vera, director ejecutivo de Unicef España, la tasa de pobreza infantil de nuestro país es la más alta de la Unión Europeaz. “Y la vivienda, que se está convirtiendo en un bien menos accesible para muchas familias, es, cada vez más, un factor importante de incremento de la pobreza infantil”, advierte Vera. “Sin embargo, la infancia está prácticamente invisibilizada en las políticas públicas relativas a este ámbito”.

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Así afecta a niños y a adoelscentes vivir en una vivienda inadecuada

Vivir en esas condiciones tiene muchas repercusiones para los niños y los adolescentes, además de un fuerte impacto sobre sus derechos, tal y como advierte el informe de Unicef, el cual detalla que les afecta, en líneas generales, en los aspectos más básicos:

1. Sobre la salud física

Por un lado, “los hogares en situación de exclusión residencial son más proclives a experimentar accidentes domésticos, especialmente los relacionados con riesgos de incendio o intoxicación derivados del uso de alternativas no seguras al suministro energético como velas o estufas sin ventilación”. Por otro lado, las residencias precarias, las infraviviendas o domicilios habitados en situación de hacinamiento tienden a ser hogares más inseguros.

A esto hay que añadir otro dato muy importante que aporta el informe y es que la inestabilidad en la vivienda (desahucios, situaciones de calle) durante el periodo del nacimiento, la lactancia y la primera infancia se asocia con tasas más elevadas de bajo peso al nacer, problemas respiratorios, fiebre y otras afecciones comunes; o estancias más prolongadas en la unidad de cuidados intensivos neonatales, con, por ejemplo, “un 46% más de niños y niñas con una o más hospitalizaciones respecto a los que no están en esa situación”.

2. Sobre la salud mental y el bienestar

La incertidumbre ante la inseguridad residencial y sus consecuencias en las relaciones familiares y en la socialización. Esto hace que los niños somaticen el estrés que perciben en los adultos de su entorno familiar por diversos motivos: la capacidad de pagar facturas y gastos corrientes o las decisiones sobre el gasto que a menudo se sustancian en reducir alimentos, o reducir el consumo energético o el gasto en otras necesidades básicas.

El informe recalca también que en casos de hacinamiento, en los que varias familias compartan una misma vivienda y espacios comunes en ella (como el baño o dormitorios) implica una “falta de intimidad y de espacio para estar por sí mismos de los niños, y especialmente las niñas, que puede ocasionar riesgos de violencia y abuso”.

3. Sobre la educación

También la falta de un espacio adecuado para el estudio o realizar las tareas escolares y disponer de recursos básicos (material escolar, luz o una temperatura adecuada) con un mínimo de tranquilidad para poder concentrarse, “comprometen el desarrollo escolar y personal infantil tanto presente como futuro”, pues esto hace que a menudo tengan “mayores dificultades para desarrollar con normalidad la educación obligatoria y aleja sus opciones de seguir itinerarios formativos medios o superiores”.

4. Sobre las oportunidades futuras

Todo lo anterior tiene como resultado que estos menores tengan una probabilidad más alta en el futuro de “enfrentarse con mayor frecuencia a situaciones de desempleo, empleos precarios, o con ingresos bajos”.