El bebé se desarrolla en el útero materno durante nueve meses, pero no son suficientes. Si lo comparamos con otros mamíferos, el recién nacido humano nace mucho más inmaduro, por lo que se hace imprescindible la exterogestación o exogestación, que “se refiere a esos segundos nueve meses después del parto en los que el bebé continúa su desarrollo físico, neuronal y emocional en contacto estrecho con la madre y el padre, recibiendo alimento, calor y seguridad, lo cual es fundamental para su crecimiento y bienestar”, según indica Tamara Domingo, enfermera especialista en pediatría del Instituto de Investigación y miembro del Consejo General de Enfermería (www.consejogeneralenfermeria.org).
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El motivo es de carácter biológico. A medida que, evolutivamente, el cerebro humano adquiría mayor tamaño y que comenzar a caminar erguidos sobre las dos piernas hacía que se estrechase la pelvis, un embarazo demasiado largo se volvía inviable de cara al momento del alumbramiento. Por eso la ciencia apunta a que la gestación en las primeras homínidas duraba más tiempo y que, en la actualidad, se ha reducido ese período de tiempo para facilitar al bebé el paso por el canal del parto. Esta sería la razón por la que nacemos sin haber terminado de madurar del todo.
Cómo llevar a cabo la exterogestación
Una vez que sabemos qué es la exterogestación y por qué ocurre, la cuestión es ¿cómo llevarla a cabo correctamente para ayudar al correcto desarrollo del bebé? Teniendo en cuenta que la importancia de este proceso, ¿qué pasos debemos seguir para hacerlo bien? “La exterogestación se puede practicar a través de diversas acciones que promueven el contacto cercano, la seguridad y el bienestar del bebé durante los primeros meses de vida fuera del útero materno”, detalla Tamara Domingo.
Para ello no es preciso realizar técnicas complejas, sino seguir las pautas más básicas de crianza. La especialista en pediatría del Consejo General de Enfermería enumera las siguientes:
- Piel con piel: mantener un contacto piel con piel con el bebé, especialmente durante la lactancia materna, para transmitirle cuidado y seguridad.
- Tiempo en casa: pasar la mayor cantidad de tiempo posible con el bebé para evitar sensaciones de abandono y fortalecer el vínculo emocional.
- Evitar separaciones tempranas.
- Brindar calor: ayudar al bebé a regular su temperatura corporal proporcionándole calor a través del contacto físico y adaptando la temperatura del entorno donde se encuentre.
- Exploración mutua: permitir que tanto el bebé como los padres se conozcan y se adapten a su nueva relación fuera del útero, dedicando tiempo a mirarse, olerse y tocarse para fortalecer el vínculo.
“Estas prácticas buscan replicar un ambiente similar al útero materno, brindando al bebé la seguridad, calidez y cuidado necesarios para su desarrollo físico, emocional y neuronal durante la exterogestación”, explica Domingo.
Qué ocurre cuando la exterogestación no se da
Aunque todas las pautas dadas anteriormente forman parte de la naturaleza misma de la maternidad y de la crianza, no siempre se dan. A veces, por motivos muy diferentes, como pueda ser la hospitalización de la madre, bebés prematuros, recién nacidos dados en adopción… algunos niños no reciben el calor humano necesario. Los pequeños que no puedan experimentar la exterogestación de la manera ideal “pueden enfrentar desafíos en su desarrollo”, advierte la enfermera pediátrica. “La exterogestación es crucial para el crecimiento físico, neuronal y emocional óptimo del bebé, ya que durante este período, el contacto cercano, la lactancia materna y el cuidado intenso son fundamentales para su bienestar. La regulación emocional, la capacidad de establecer relaciones saludables y el desarrollo cognitivo están relacionadas con el apego”.
En cualquier caso, incluso en la mayoría de los casos citados, es posible ayudar a estos bebés a que sigan una adecuada exterogestación. Si es la madre la que está hospitalizada, el papá u otro familiar puede encargarse de proporcionarle esos cuidados, por ejemplo. De hecho, hasta entre los grandes prematuros se fomenta, desde hace unos años, el piel con piel con los progenitores desde el instante mismo en el que sacarlos por un momento de la incubadora no compromete su vida.