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Bebés prematuros

¿Qué es la edad corregida del bebé prematuro y por qué es necesaria?

Una especialista nos da todos los detalles al respecto y nos indica si todos los bebés prematuros deben recibir atención temprana o no


1 de abril de 2024 - 19:35 CEST

La edad corregida del bebé prematuro consiste en reajustar su edad real con la que debería haber tenido si hubiera nacido en el momento que le correspondía. Para ello hemos de tener en cuenta que los embarazos duran, por lo general, 40 semanas y que, si el bebé nace a partir de la 37, habrá nacido ‘a término’ y no se considerará, por tanto, un bebé prematuro. “Sin embargo, cualquier bebé nacido antes de esas 37 semanas se considera como prematuro.

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En este sentido, la edad corregida se refiere a la edad que el niño prematuro tendría si hubiese nacido a término en la semana 40. Es decir, si un bebé nace en la semana 30 de gestación, a los tres meses su edad cronológica sería de 12 semanas; pero su edad corregida, en realidad, sería solo de 2 semanas”, explica Natalia González López, psicopedagoga especialista en estimulación temprana y creadora de Mi Otro Yo (miotroyo.es), la primera escuela de estimulación temprana online en España.

¿Por qué es necesaria la edad corregida en bebés prematuros?

Hay que tener muy presente y ser conscientes de que no tiene nada que ver nacer con 28 semanas que con 36, pues “las potenciales dificultades, los retos y los desafíos de estos bebés son totalmente diferentes en función de su prematuridad”. Por ello, reajustar la edad del bebé en el momento en el que nace con aquel en el que estaba previsto que naciera (coloquialmente, cuando su madre debería haber salido de cuentas) es imperativo para ellos, puesto que en ese período de tiempo deben terminar de formarse en una incubadora del mismo modo que hubieran hecho en el vientre materno.

La edad corregida en bebés prematuros “resulta fundamental de cara a valorar apropiadamente la evolución de los pequeños en cuanto a su desarrollo y la consecución de los hitos habituales”, detalla la especialista en estimulación temprana. “De ahí que sea especialmente tenida en cuenta desde áreas como la psicología, la psicopedagogía o la atención temprana, ya que va a servir de guía para acompañar el desarrollo evolutivo de estos pequeños”.

En cualquier caso, el criterio de edad corregida no es para siempre, sino que suele mantenerse hasta los 2 años o 2 años y medio, aproximadamente. Al menos hasta este momento, los hitos del desarrollo de estos niños van a ir más en línea con su edad corregida y no cronológica.

¿Los bebés prematuros deben recibir atención temprana?

En lo que a los bebés prematuros se refiere, especialmente a los grandes prematuros (antes de la semana 28 de gestación o con menos de 1500 gr de peso), “lo lógico es que partamos de una situación en la que se le hayan hecho las pruebas pertinentes desde un punto de vista clínico para descartar cualquier afectación a nivel cognitivo y a nivel neuronal”, apunta Natalia González. “A partir de ahí, se trata de observar su evolución, desde la perspectiva de su edad corregida y en la misma forma en que se haría con un niño neurotípico, para valorar que los ritmos de consecución entra dentro de la norma”.

Para saber si esto es así, si el pequeño va alcanzando los hitos del desarrollo cuando se espera (en función de su edad corregida), hay ciertos aspectos a valorar, pero siempre manteniendo cierta flexibilidad con los tiempos y ritmo propio de cada bebé. De este modo, los indicadores que pueden servir de guía ante posibles señales de alerta los primeros meses son, según la psicopedagoga, los siguientes:

-A los 3 meses de vida:

  • No presenta sonrisa afectiva
  • No hay control ni persecución ocular
  • No existe un control mínimo de la cabeza
  • Está más irritable (y durante períodos prolongados) de lo normal

-A los 6 meses de vida:

  • Tienen muy bajo tono muscular en el tronco o en los miembros
  • Mantiene la mano cerrada sobre el pulgar o persiste alguno de los reflejos arcaicos propios de los recién nacidos
  • No coge cosas

En este sentido, uno de los beneficios que aporta el trabajo de la estimulación temprana con estos bebés es que los padres pueden tener “los recursos necesarios no solo para hacer un seguimiento efectivo de la evolución, sino también para ser conscientes ante cualquier signo de alarma que pueda aparecer a lo largo del desarrollo de su bebé”.

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