laxitud de cadera en reci n nacido© AdobeStock

Bebés

¿Qué riesgos tiene la cadera laxa en el recién nacido?

La laxitud de cadera o displasia de cadera está presente un uno o dos de cada mil bebés. ¿Qué implicaciones tiene? ¿Cómo hay que intervenir? ¿Puede tener consecuencias sobre su desarrollo?


22 de marzo de 2024 - 11:24 CET

La displasia de cadera o displasia del desarrollo de la cadera (DDC), en términos médicos, se presenta en bebés, pero también en niños pequeños. En este último caso, se suele detectar cuando empiezan a caminar, si no se ha diagnosticado antes.

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El Dr. José Enrique Sánchez Martínez, pediatra y neonatólogo del Hospital Vithas Málaga, nos detalla en qué consite la laxitud de cadera.

¿Por qué se produce la displasia de cadera?

La cadera es la articulación que hay situada entre la pelvis y el fémur. Para que funcione bien, estos huesos han de encajar adecuadamente. Así lo explica el especialista: “Durante su proceso de formación, el fémur va moldeando la pelvis y ‘haciéndose hueco’ en la misma, que a su vez debe rodear y ‘abrazar’ al fémur. Este proceso empieza en el feto dentro del útero materno y termina en los siguientes meses tras el nacimiento, prácticamente cuando el niño empieza a andar.  En todo ese recorrido puede haber alteraciones, en diferentes momentos, por lo que decimos que la displasia de caderas es evolutiva”.

Hay tres factores que pueden incidir de forma clara en que el niño presente displasia de cadera. Son los siguientes, como detalla el Dr. José Enrique Sánchez:

• Sexo femenino: este factor de riesgo se relaciona con los estrógenos, que son las hormonas femeninas. Entre otras muchas acciones, los estrógenos aumentan la laxitud de los ligamentos.

• Presentación en podálica: significa que el bebé está ‘sentado’ en el útero materno, en vez de en posición boca abajo o de cabeza. Al nacimiento, primero saldrían las piernas y después la cabeza.

• Antecedentes familiares de displasia de caderas: el riesgo aumenta un 6% cuando hay algún hermano afectado; si está afectado uno de los padres un 12% y un 36% si están afectados un hermano y uno de los padres.

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¿Cómo se trata la laxitud de cadera en el niño?

Cuando nacen, todos los niños son explorados y este es uno de los aspectos que se revisan en dicho examen. Bastan unas simples maniobras para determinar si hay alguna anomalía en la cadera y, por lo que cuenta el experto del Hospital Vithas Málaga, “es muy frecuente encontrar recién nacidos con cliks en las caderas”. Esto no significa que el bebé tenga una displasia, sino “que puede haberla y se necesitan más pruebas y exploraciones”.

 Para diagnosticar esa laxitud de cadera se recurre a la ecografía y a la radiografía.  En los primeros meses de vida se hace una ecografía, que sirve también para valorar la gravedad de la displasia, en caso de que se confirme. En unos meses, cuando los huesos ya están osificados, se puede ver la articulación con una radiografía convencional.

“Por suerte, en la mayoría de las ocasiones la displasia de cadera se detecta muy pronto, habitualmente en el hospital apenas uno o dos días después del nacimiento. En la primera revisión del pediatra (la cual se suele llevar a cabo directamente en la clínica), éste realiza las maniobras de Ortolani y Barlow, que son especialmente útiles para detectar si existe alguna anomalía en la articulación de la cadera”, tranquiliza.

¿Cómo puede afectar la displasia de cadera en un futuro?

Cuando la displasia de cadera no se diagnostica o no se trata a tiempo, “puede derivar en una cojera o dificultades en el caminar en la época de infancia o adulto.  Incluso, requerir tratamientos más agresivos”, advierte el pediatra y neonatólogo.

No obstante, lo habitual es que sí se detecte. Para tratarla, el traumatólogo infantil elegirá la forma más adecuada, según la gravedad que presente el pequeño y según su edad. “En bebés de pocos meses se suele optar por tratamiento ortopédico/arneses o férulas que mantendrán las piernas del bebé separadas y flexionadas (postura de rana) para que la articulación pueda formarse bien. Es posible que el caso requiera cirugía si fracasan estas medidas, si el diagnóstico es más tardío o se trata de niños más mayores”, aclara.

No obstante, si todo va bien, lo normal es que en unos meses (los que dura el tratamiento) el cuadro quede resuelto. Las revisiones se irán sucediendo primero semanalmente y luego mensualmente hasta que el niño reciba el alta y solo necesite un seguimiento a largo plazo por parte de su pediatra.