La diabetes tipo 1 suele diagnosticarse sobre los 13-14 años. Es la edad en la que debuta con mayor frecuencia, aunque también es cierto que se puede presentar en niños mucho más pequeños y en adultos, incluso aparecer por primera vez pasados los 40. No obstante, la adolescencia supone un reto mayor, por distintos motivos.
Mª José Picón César, vicepresidenta primera de la Sociedad Española de Diabetes (SED), y Ana Gómez Perea, enfermera educadora de la Unidad de Diabetes Pediátrica del Hospital Materno Infantil de Málaga, nos cuentan por qué los adolescentes con diabetes necesitan una atención especial.
Conflictos en el cuidado de la enfermedad
Si la adolescencia es, de por sí, complicada para cualquier chico, para uno que tenga una enfermedad crónica como la diabetes lo es mucho más. Las experiencias y vivencias de esta fase pueden afectar a la enfermedad. “A menudo, los cambios propios psicosociales de la adolescencia (necesidad de libertad, independencia, valoración cortoplacista del riesgo y de la vida), se contraponen con exigencias que implica el manejo de la diabetes (estructuración de horarios, alimentación saludable, responsabilidad del autocuidado, riesgo de problemas a largo plazo), por lo que la adolescencia es un momento en el que pueden surgir importantes conflictos”, advierten las expertas.
Además, el cuidado de la diabetes va cambiando. Si durante la infancia recae fundamentalmente en la familia y los cuidadores, al llegar a la adolescencia se produce un cambio de papeles, y son los propios pacientes los que se hacen cargo de su tratamiento. “Esta transición es complicada y puede dar lugar a conflictos que pueden impactar en la salud de la persona y la convivencia con sus familiares y entorno”, destaca Ana Gómez Perea.
Mayor riesgo de trastornos emocionales
Al margen de los problemas en el ámbito de la salud mental que pueden surgir en la adolescencia, la diabetes puede predisponer a trastornos emocionales, más allá de los comunes propios de la edad.
“Es una enfermedad crónica y los jóvenes se ven forzados a mostrar un aspecto de su intimidad en su círculo de amistades, lo que puede hacerles sentir diferente. Además, el cuidado continuo que implica tener diabetes puede generar frustración, agotamiento y fluctuaciones en el estado de ánimo”, alerta la Dra. Mª José Picón.
El resultado de todo ello es que se entra en una dinámica psicológica y emocional que puede llevar a un gran conflicto interno con la diabetes “y a riesgo de descompensación por abandono del tratamiento”.
¿Qué se puede hacer para evitar este problema? “Las estrategias para prevenirlo deben estar centradas en la comunicación y la empatía, en el establecimiento de una negociación objetiva con la persona, en la exploración de oportunidades acordes a esta franja de edad y en la detección e intervención precoz de problemas asociados. Es fundamental realizar progresivamente la transición del control de la enfermedad de los padres o cuidadores a los adolescentes”, detalla Ana Gómez Perea.
Las consecuencias de un mal control de la diabetes en la adolescencia
El hecho de que el adolescente con diabetes no cumpla el tratamiento pautado tiene consecuencias presentes y futuras. En este sentido, hay estudios que sugieren que un mal control en esta etapa tiene más peso en la aparición de complicaciones futuras, que un mal control en otros momentos de la vida.
“Distintos estudios centrados en registros muestran que los ingresos por cetoacidosis diabética y los episodios de hipoglucemia grave son más frecuentes durante la época adolescente, especialmente a partir de los 15 años”, advierte la representante de la Sociedad Española de Diabetes.
Hay distintos aspectos que influyen en ese mal control de la enfermedad durante la adolescencia. Así los detalla la enfermera:
- Cambios biológicos y resistencia a la insulina.
- Patrones de comida y de ejercicio físico menos estables, más erráticos.
- Dificultad para administrar todas las dosis de insulina pautadas.
- Patrones de sueño irregulares.
- Trastornos de conducta alimentaria.
- Comportamientos de riesgo.
- Presión académica y deportiva.
- Aspectos emocionales.
- Mayor riesgo de aparición de trastornos psiquiátricos.
Para evitar estos problemas, “se recomienda que los adolescentes con diabetes tengan un estilo de vida saludable, sin distinción de las recomendaciones para sus iguales, adaptando las necesidades del tratamiento de la diabetes a sus actividades”, señala Ana Gómez Perea.