La carrera fulgurante de Jennifer Lopez tiene mucho que ver con lo vivido en su infancia. Es la mediana de tres hermanas, Leslie -la mayor- y Linda -la menor-. “Cuando era pequeña, buscaba a alguien que me quisiera. Era la mediana y estás un poco perdida al estar en medio”, confiesa la cantante en La mayor historia de amor jamás contada , un documental en Prime Video sobre el proceso de producción de su nuevo álbum en el que muestra como nunca antes su vida personal. “Estar en el medio de mis dos hermanas me marcó en cierto sentido, me obligó a ir por un camino en el que aprendí a esforzarme y ser muy disciplinada”. Es lo que se conoce como síndrome del hermano mediano o síndrome del niño de en medio, un término empleado en psicología “para distinguir los rasgos que en ocasiones comparten los hijos que ocupan una posición intermedia en la familia como consecuencia de intentar atraer la atención de sus padres al sentir que no reciben tanta como sus hermanos, convirtiéndose en aquel que se siente menos destacado, se muestra más competitivo, experimenta celos en mayor medida, etc”, tal y como nos explica María de la Barca Mojarro Corrales, psicóloga sanitaria y psicoterapeuta en Tribeca Psicólogos.
“A menudo se tiende a pensar que el hermano mayor recibe más atención y responsabilidad, así como que el pequeño recibe más cuidado y protección, existiendo un rol menos definido cuando pensamos en el hermano de en medio, el cual puede sentirse en mayor medida ignorado si se compara con el resto”, indica la psicóloga. Es exactamente lo que le ocurría a Jennifer Lopez, que reconoce abiertamente que se sentía “muy ignorada” por su padre. “Siempre trabajaba de noche y durante el día dormía, así que nunca me sentí conectada con él”. De su madre, asegura que “era una narcisista, le encantaba ser el centro de atención y era muy fiestera”.
Todo eso hizo que intentara continuamente superarse a sí misma y naciera en ella un admirable espíritu de lucha; la consecuencia directa fue sobresalir en atletismo y llegar, incluso, a participar en campeonatos nacionales. Esa capacidad para no desfallecer y seguir persiguiendo sus sueños contra viento y marea está directamente relacionada con el éxito alcanzado en su carrera como actriz y cantante y es, en parte, lo que la ha convertido en una gran estrella internacional.
En este sentido, Mojarro Corrales detalla que hay familias en las que pueden darse condiciones que faciliten que surja esa dinámica en la que el hermano de en medio “sienta que debe competir por la atención de sus figuras parentales, buscando su identidad y validación emocional, que sea especialmente sensible en lo que a la equidad se refiere o que experimente en mayor medida rebeldía, ira o celos al sentirse menos atendido, menos reconocido, o que recibe menos apoyos por parte de sus padres en comparación con sus hermanos”.
Esto, que es exactamente lo que sentía Jennifer Lopez, “puede desembocar en que el niño experimente emociones de abandono y que presente dificultad de cara a establecer relaciones basadas en la seguridad”. De hecho, en el documental sorprende cómo JLO se muestra insegura en varias ocasiones y llena de dudas sobre el resultado de la producción audiovisual.
“Jen se sintió emocionalmente desatendida cuando era niña”, dice su marido, Ben Affleck, en el mismo documental. “Luego creces y no tiene por qué convertirse en un trauma que te deja lleno de heridas... Es peor cuando no sabes detectarlo”. Tanto es así que, como apunta la psicóloga infantil de Tribeca Psicólogos, “los hermanos medianos suelen desarrollar buenas habilidades sociales, de comunicación y de negociación, siendo una figura mediadora en muchos casos, así como asumir riesgos en mayor medida al intentar ser más independientes y resolutivos al recibir menos refuerzos por parte de sus padres”. Sin duda, Jennifer Lopez es el ejemplo perfecto de ello, pues se ha convertido, ya en la edad adulta, en una auténtica líder para millones de personas en todo el mundo.
¿Cómo evitar que tenga lugar el síndrome del hermano mediano?
Independientemente de que en el caso de Lopez este síndrome haya servido de excelente palanca para superarse a sí misma y conseguir prácticamente todos sus objetivos vitales, la realidad es que puede ocasionar verdadero malestar emocional y causar, por tanto, mucho daño a los niños que lo sufren. De modo que lo ideal es evitar que el síndrome del hermano mediano haga acto de presencia. Para ello y “entendiendo que cada persona es única y que cada hijo presentará una serie de necesidades particulares, resulta importante tratar a cada hijo como un ser individual”, explica María de la Barca Mojarro.
Nos cuenta que es fundamental que la atención y el número de refuerzos que se le otorgue a cada hermano sea equitativo y, por supuesto, no hacer comparaciones entre los hermanos. Habrá que poner también especial cuidado en valorar aspectos positivos de la personalidad o la conducta del mediano, y “pasar tiempo exclusivo con él interesándote por sus gustos y facilitándole un espacio en el que comunique cómo se siente, le ayudará a sentirse valorado y atendido”.
Una vez que los padres hayan detectado ya la presencia de cierto malestar o que un psicólogo infantil les haya mencionado la posibilidad de que su hijo o su hija tenga este síndrome, es importante tomar medidas para evitar que le cause mayor malestar y para revertir, en la medida de lo posible, la situación. En ese punto, es esencial “brindar atención individualizada pasando tiempo de calidad con el niño, hablar con él sobre cómo se siente o cómo se percibe dentro de la familia para que pueda expresar cualquier frustración o preocupación que pueda estar experimentando, validar sus emociones, aunque estén relacionadas con esa percepción de falta de atención, promover su autoestima y otorgar refuerzos emocionales ayudará a que el niño desarrolle una autoimagen más positiva”, indica Mojarro. “En resumen, mostrarte como una figura parental presente y ofrecer amor, apoyo y comprensión ayudaría a paliar dicho malestar”.