Los dientes de leche representan una etapa muy especial en la vida de toda persona y es la de su más tierna infancia. Apenas duran unos años, los primeros en salir (que suelen ser también los primeros en caerse), unos 5 o, como mucho, seis años, que es cuando el Ratoncito Pérez empieza a hacer acto de presencia en las habitaciones infantiles para llevarse el diente en cuestión y dejar un regalo a cambio debajo de la almohada. El hecho de que se empiecen a caer estos primeros dientes representa el paso de la infancia a la niñez y, en cierto modo, se deja atrás al bebé y al pequeñín que fue el niño o la niña. De este modo, lo que para ellos es un momento cargado de ilusión (en el que tiene mucho que ver la sorpresa que le dejará el afamado ratoncito), para los padres se transforma casi en nostalgia de lo que empieza a dejar de ser. De ahí que muchas mamás y papás guarden los dientes de sus hijos como recuerdo. Pero, ¿cómo hacerlo? ¿Cómo conservarlos de manera bonita?
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Hay varias opciones, desde guardarlos en cajitas de plata (o, incluso, de oro) a otras más económicas como organizadores de madera, que vienen a ser cajas con forma de cara de bebé que, al abrirse, tiene pequeños agujeros en los que introducir los dientes en la posición exacta en la que se encontraba en la boca del niño. Otras opciones buscan darle un espacio aún más especial que, además, puede tener alguna utilidad: los colgantes con diente de leche.
¿Qué es un colgante con diente de leche?
Aunque guardar los dientes de leche en una caja puede ser un bonito recuerdo, ¿qué hacer con ellos con el paso de los años? Es bastante probable que, cuando el niño o la niña sea adulto, antes o después acaben en la basura. Para evitarlo, ¿por qué no conservarlos en una joya? Es lo que hacen los colgantes con diente de leche, que convierten en eso, en una joya, los dientecitos de los niños.
Hay dos maneras de realizar estas joyas, como nos cuenta Laura González Reyes, CEO de Tesoros de Vida (tesorosdevida.es), una empresa dedicada a convertir en tesoros los momentos más especiales de la vida de un niño y de su madre (además de dientes de leche, la leche materna, el cordón umbilical… y hasta cenizas). “Una es convirtiendo el dientecito en un polvito muy fino” y otra es colocar la pieza completa. En el primer caso, “se va lijando el diente hasta sacar todo el polvito; después se mezcla con el esmalte transparente especial de joyería y se solidifica”, nos detalla Laura. “Así podemos realizarlo en cualquier tipo de joya”.
Con la otra manera de hacerlo, es decir, si la mamá o el papá quiere conservar el diente entero de su hijo, hay varios diseños. Lo más habitual es colocarlo “dentro de una argollita que tenemos de plata”, cuenta la CEO de Tesoros de vida. Para hacerlo así, el primer paso es limpiar muy bien el diente y, a continuación, blanquearlo mediante un proceso especial; “luego ya se coloca dentro de esa pieza de plata y se esmalta por fuera también en transparente para que no sufra con el pasp del tiempo ni se pueda estropear”.
Hay otras joyas y diseños, en los que se seguiría el mismo proceso. “De hecho, ahora estamos haciendo una pequeña campanita con una hojita de plata y, dentro de esa campanita, hemos puesto un ojal de plata y dentro está el dientecito entero”, comenta. “Queda muy bonito. No se ve el diente en sí porque está por dentro; solo se ve si lo giras, pero si no lo llevas tú como un recuerdo”.
¿Cómo preparar el diente en casa para hacer un colgante con él?
En caso de que una mamá o un papá decida encargar una joya con un diente de leche de su hijo o de su hija, ¿debe guardarlo de manera especial? ¿Es necesario seguir algún tipo de cuidado? “No, no es necesario”, asegura Laura. “Directamente lo envían en una bolsa o en un kleenex y luego envuelto en papel de aluminio. Ahí tienen que poner su número de pedido y su nombre y solicitamos que este se coloque en un sobre acolchado o en una caja pequeña; luego el transportista lleva una bolsa para el transporte y lo introduce dentro de esa bolsa precintada, a la que pega la pegatina de la dirección”.
La gran ventaja que ofrecen estos colgantes es, además de darle utilidad y un lugar verdaderamente especial, en una joya, es que es el escondite perfecto para aquellos niños que siguen recibiendo la visita del Ratoncito Pérez. Sobre todo si la opción elegida es la joya con polvo de diente, jamás sospechará de lo que en realidad se trata.