Una mayoría aplastante de adolescentes consume alcohol. Así se desprende al menos de la encuesta Drogas en Enseñanzas Secundarias, realizada por el Ministerio de Sanidad en 2021, que concluye que el 73,9% de los adolescentes de 14-18 años ha consumido alcohol alguna vez, el 27,9% ha bebido cinco o más copas de alcohol en tan solo 2 horas, aproximadamente, y el 23,2% se ha embriagado en el último mes. Uno de los principales motivos de esta tendencia es que en España el consumo de alcohol tiene una gran aceptación social e incluso, existe presión hacia la ingesta de bebidas alcohólicas, como nos indica José Antonio Molina, Doctor en Piscología, profesor en la Universidad Complutense de Madrid y autor de SOS Tengo una adicción y de Dialogar para prevenir (ambos de editorial Pirámide).
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Esa presión social al consumo “no solo se da en adolescentes”, como señala el psicólogo especializado en adicciones y miembro del Colegio de la Psicología de Madrid, sino también en adultos. La diferencia es que “cuanto más mayor eres, más estrategias puedes tener para decir que ‘no’; cuesta más, evidentemente, en adolescentes”.
Por eso es importante de dotarles de estrategias para saber decir que ‘no’ y, antes de eso, de concienciarles acerca de los riesgos que la ingesta de alcohol puede conllevar para ellos, pero ¿cómo?
Pautas para concienciar a los adolescentes sobre el consumo de alcohol
“Desde mi punto de vista, es una cuestión multifactorial; no se trata de hablar algo en un momento concreto, sino de un largo recorrido que tiene que ir vinculado, fundamentalmente, a los progenitores”, explica Molina. En primer lugar, desde que los niños son pequeños, es importante “que vayan viendo hábitos saludables y modelos de actuación adecuados”, pues los padres son los modelos a seguir de los hijos. Cuando estos son adolescentes, si ven que ellos no consumen alcohol y observen cómo dicen que no en determinadas situaciones en las que se les haya presionado para ese consumo, facilitará que los hijos puedan adquirir esas herramientas. Es decir, en estos casos habrá más probabilidades de que el adolescente no tenga interés por consumir alcohol y de que sepa decir que no, que pueda “dar un porqué y poderte mantener ante ello”.
José Antonio Molina también apunta a que es importante el diálogo entre padres e hijos sobre este tema. La cuestión es que los primeros no siempre saben cómo abordarlo. Por eso, es necesario “orientar a los padres cómo sacar una conversación o cómo hablar del tema”, nos dice. Lo fundamental a tener en cuenta es que sea una conversación informal y propone, como idea, aprovechar “una noticia en un medio de comunicación, como puede ser este, y comentar ‘he leído sobre esto, ¿qué te parece?’”. Siempre, subraya, “desde la calma” y procurando que esas conversaciones que “se vayan repitiendo en el tiempo para intentar concienciar”.
El psicólogo manifiesta que los colegios y la propia sociedad también deben formar parte de la ecuación, y que deben dar a los chicos información detallada al respecto. Ve necesario que, a través de medios de comunicación, se aborden los riesgos que entraña el consumo de alcohol y, sobre todo, los riesgos inmediatos, pues “una de las características que tiene la adolescencia es que a veces es difícil anticipar consecuencias a futuro”.
La importancia de enseñar a los hijos a decir que ‘no’
Es importante enseñar a los hijos a decir que no, “pero no solo vinculado al alcohol, sino a otras cosas también”. El problema es que “a veces es molesto que un adolescente nos diga que no” y, sin embargo, es esencial para ellos: “cuando dicen que no ante algo, cuando dan una explicación ante ello, cuando se mantienen en una posición, también es forma parte del aprendizaje”. De nuevo, es clave aquí el papel de los modelos del chico o de la chica a la hora de adquirir y de entrenar esas herramientas, que vean como ellos mismos dicen que no en situaciones de presión, no únicamente relacionadas con el alcohol.
¿Cómo saber si el consumo de alcohol se ha convertido en adicción en un adolescente?
“Para valorar si hay una adicción se tienen que cumplir una serie de criterios: que se esté generando lo que se llama un efecto tolerancia (que cada vez necesita más dosis para conseguir el efecto) y que empieza a tener consecuencias negativas en diferentes áreas de su vida y, aún con eso, que siga repitiendo la conducta, que se altere en valores, que pierda el control sobre la conducta... Es decir, hablar de una adicción entraña que sea algo muy mantenido en el tiempo entraña y que el estadio está mucho más avanzado”, detalla el Doctor en Psicología. “Normalmente, en época adolescente lo que suele haber a veces es consumos problemáticos, pero no suele llegar a problemas adictivos”.
Cuando se dan los criterios mencionados, Molina recomienda consultar con un especialista “que pueda valorar hasta qué punto efectivamente nos encontramos con una adicción o si podemos hacer una labor psicoeducativa para que no avance más el proceso y quedarnos en eso, en unos consumos que han sido problemáticos, y que se pueda modificar esa conducta”.
Lo que los psicólogos expertos en adicciones hacen en esos casos es una labor de concienciación a todos los niveles. “También, por supuesto, con los padres” con el objetivo de que sean modelos adecuados en cuanto a consumo de alcohol. Y con respecto a a los jóvenes, el trabajo con ellos está orientado a intentar que vean “qué consecuencias les puede estar trayendo desde ya el consumo de alcohol y si va eso alineado con objetivos que se están planteando o con cosas que desean conseguir”. La idea es, desde esa motivación al cambio, “favorecer que ellos mismos se involucren en esas modificaciones”.