Vanessa Morillas es la autora de Pequeñas maravillas (Ed. Zenith), un libro donde propone juegos y actividades para el primer año del bebé. En él ha volcado su experiencia como madre de tres hijos, una de ellos con discapacidad.
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Firme defensora de la crianza basada en el apego seguro, la maternidad la hizo cambiar de rumbo profesional para centrarse en descubrir de qué manera estimular, a través del juego, el desarrollo infantil en sus primeras etapas. Todo ello lo plasma también en su cuenta de Instagram @juegos_y_burbujas desde donde ayuda a otras familias y hace visible que hay distintas maneras de educar, siguiendo el ritmo del bebé, en el propio hogar y sin necesidad de hacer compras caras.
Al margen de juegos y actividades concretas, para ella hay tres cosas que necesita todo bebé ( y todo niño) para tener un desarrollo sano: el cariño, la comprensión y la presencia real de sus padres. “Y es que, al final, lo que más va a ayudar a su desarrollo es, precisamente eso, los abrazos, las palabras, el tacto, el olor...”, subraya.
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La diferencia entre estimular y sobreestimular
En su libro, Vanessa Morillas destaca cómo no es conveniente sobreestimular al bebé, por los riesgos que esto conlleva. Así, diferencia entre:
Estimulación: “Crear entornos adecuados que favorezcan el desarrollo del niño, y con esto me refiero a que tenga todo lo necesario para desplegar sus capacidades a su ritmo. Es decir, crear propuestas adecuadas a él, que supongan un pequeño reto, pero que le resulten asequibles y, en la medida de lo posible, dejar que sea él quien se interese por una u otra cosa, de cuanto observe a su alrededor”.
Sobreestimulación: “Consistiría en ofrecer actividades de forma constante, entornos sensorialmente estresantes, propuestas para las que todavía no está preparado su cerebro o intervenir de forma excesiva en el propio juego y exploración del bebé. Todo esto puede llevarlo a la frustración y a una mayor ansiedad y los especialistas hablan de consecuencias tan graves como una menor capacidad de atención o dificultades en el aprendizaje. Los niños se vuelven más impacientes y viven con un estrés constante, lo que supone mayores niveles de cortisol (hormona del estrés)”.
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El espacio más adecuado de juego
El espacio físico que se disponga para un bebé también tiene su importancia. Para la experta, es aconsejable, “contar con un rinconcito en el suelo, donde entre la luz, y colocar una superficie que puede ser, por ejemplo, una alfombra de foam, limpia, cálida y firme”. A este espacio se le puede añadir un espejo.
Durante este primer año, el tiempo que pase el bebé en el suelo es clave, porque así fortalece su espalda y va levantando la cabeza, lo que le servirá más tarde para gatear y finalmente para caminar. “Durante los primeros meses, los momentos de suelo deben ser muy cortos, de apenas unos segundos, pero recurrentes (varias veces a a lo largo del día) y siempre a tu lado, no solo para que todo esté bien, sino porque tu presencia hará que ese momento sea mucho más agradable para el bebé”, explica.
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¿Preparados para el primer juego con el bebé?
La primera actividad enriquecedora a todos los niveles para el bebé es el contacto piel con piel. Pero si pensamos en algo que se identifique más con el juego en sí mismo, Vanessa Morillas propone lo siguiente: ofrecerle láminas de contraste en blanco y negro, colocando al bebé en el suelo o darle un dedo para que lo agarre y lo suelte.
Tanto en su primera etapa como durante su primera infancia, el mejor indicador para saber que el niño está preparado para un juego en concreto es el interés que muestra. Si ese juego no despierta en absoluto su atención, quizá no es el momento y hay que ofrecérselo pasado un tiempo.
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Hasta los tres meses: tiempo en el suelo y movimiento libre
Las hamacas y otros elementos similares pueden ayudar en algunos momentos, pero es imprescindible que los bebés pasen tiempo en el suelo con libertad de movimientos.
Algunas de las actividades que la especialista recomienda en los tres primeros meses de vida son los cuentos blanditos de colores contrastados, un espejo colocado a su altura para que vea su propio reflejo y el del adulto, masajes con aceite, música relajante, “y, por supuesto, hablarle y relatarle lo que hacéis”.
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Entre los tres y los seis meses: estimulando el volteo
En esta etapa es importante proporcionarle estímulos para que que se voltee. ¿Cómo hacerlo? Si el bebé está boca abajo se agitaría un sonajero y se movería de un lado a otro y hacia su espalda. De tal modo que “al seguirlo con la mirada, acabará girando”, comenta Vanessa Morillas.
Igualmente en estos meses propone preparar paneles con distintas texturas (algodón, papel burbuja, trozos de madera...) que se dejará en el suelo para que el bebé lo toque con las manitas o con los pies.
“También suelen interesarles mucho las bolsas sensoriales. Yo las engancho en el suelo con cinta adhesiva y meto desde témpera líquida de distintos colores, a espuma de afeitar con colorante y piedras planas, por ejemplo. Ver el movimiento y los distintos colores al mezclarse, es sorprendente para ellos”, descubre.
De seis a nueve meses: descubriendo la cesta del tesoro
Muchos de los objetos que hay en casa sirven como elemento de juego para el bebé. A esta edad, entre los seis y los nueve meses, los bebés suelen sentarse solos y mantenerse así. Es el momento perfecto para proponerles las cesta del tesoro.
¿En qué consisten? “Se trata de meter en una cesta o cajita material inespecífico como bolas, palos, hojas, un trapo o un trozo de tubo, lo que tengas por casa, y que el niño explore libremente, sin indicaciones del adulto. Que dé el uso que quiera a cada uno de esos objetos. Te sorprenderá lo creativos que pueden llegar a ser”, detalla la experta.
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Entre los nueve y los 12 meses: la atracción por los objetos domésticos
A esta edad les encanta meter y sacar cosas de una caja. No tiene por qué ser nada específico, sino objetos domésticos (que no entrañen peligro para su edad). Otra idea similar es introducir palitos en una botella vacía. Y también les atraen los circuitos, que se pueden elaborar con cojines, churros de piscina o cualquier otro elemento.
Y para los que se atreven con algo más elaborado, la autora de Pequeñas maravillas propone una actividad sensorial a base de pintura comestible: “Se prepara simplemente con yogur natural y colorante alimentario, le das varios tarros de diferentes colores al niño y un papel o cartón en el que pintar. Puede hacerlo directamente con las manos y así saborear parte de su creación o utilizar un pincel con mango grueso, que le facilitará el agarre.”
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El valioso papel de los cuentos
“Los cuentos deberían estar presentes siempre. Al principio son más bien un elemento manipulativo y sensorial, pero poco a poco se instauran como parte de la rutina del bebé y este desarrolla interés por ellos”, destaca la experta.
“Tanto los que inventamos nosotros y transmitimos solo con la voz, como los que les leemos mientras ven los dibujos o aquellos que miran de forma autónoma, pasando páginas y tocando, estimularán el desarrollo del lenguaje del niño, dándole un vocabulario más amplio y rico, y, si los introducimos en su día a día de forma respetuosa, ayudarán a establecer una buena relación con la lectura. No olvidemos que leer mucho es la mejor puerta a la adquisición de nuevos conocimientos”, apunta.
Actividades lúdicas en el cuidado del día a día
Al juego se puede recurrir no solo en los momentos dedicados específicamente a él sino en muchos otros de cuidado del bebé. Por ejemplo, a la hora del baño, cuando el pequeño ya aguanta sentado, “hay muchas actividades que podemos hacer con él, como un baño de colores, con colorante alimentario, trasvases de agua de un recipiente a otro, pompas de jabón, chapotear y observar el ruido y cómo salpica el agua... y todo relatado por los padres, con onomatopeyas y exclamaciones que llamen la atención del pequeño”.
Otro momento especial es el cambio de pañal, en el que se puede jugar cara a cara con el bebé, hablarle, cantarle... insiste Vanessa Morillas. Son instantes que afianzan el vínculo con el bebé y lo ayudan en su desarrollo, tal como explica en su obra.