Un niño o un adolescente puede necesitar la ayuda de un psicólogo por motivos muy diferentes: ansiedad, depresión, fobias, bullying… En estos casos, la terapia es un apoyo esencial para él junto con el gran pilar de todo menor de edad: la familia. ¿Cuándo es necesario que la terapia psicológica a la que acude un menor pase a convertirse en terapia familiar? “La terapia psicológica se convierte en un asunto familiar cuando las dificultades de un niño o adolescente son el reflejo de dinámicas familiares disfuncionales o que causan sufrimiento en él o ella. Es esencial involucrar a la familia cuando las dificultades individuales se entrelazan con las dinámicas familiares, afectando al bienestar del sistema familiar en su conjunto”, nos informan la psicóloga la psicopedagoga Laura García y el equipo del gabinete Eunoia Familias de Barcelona (www.eunoiaterapiafamiliar.com). “La inclusión de la familia en la terapia permite abordar las interacciones y patrones relacionales que pueden estar contribuyendo al malestar del niño, de la niña o del adolescente, promoviendo así un cambio integral y duradero”.
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En cualquier caso, puntualizan que no siempre es necesario trabajar con las familias en todas las visitas terapéuticas, pues hay ciertos casos en los que es más conveniente combinar las sesiones individuales con el menor con otras en las que ya se una la familia. “Esta combinación permite una mejoría terapéutica a largo plazo, ya que aborda tanto las necesidades individuales del menor como las dinámicas familiares que pueden estar contribuyendo a su malestar”. Los casos en los que es más adecuado esta manera de abordar la problemática es cuando el niño o el adolescente presenta síntomas como ansiedad, estrés, miedos, fobias, mutismo o sintomatología depresiva, nos dicen.
¿Cómo es la terapia familiar?
Para saber cómo se trabaja en la terapia familiar y cómo ayuda esta a los niños, en primer lugar Laura García y su equipo definen el término: “la terapia familiar es un enfoque terapéutico que considera a la familia como un sistema interdependiente, donde los problemas de un individuo afectan a todos los miembros. Con este enfoque, se trabaja con la familia como un todo, identificando y abordando los patrones de comunicación disfuncionales, los conflictos y las dinámicas que contribuyen al mantenimiento de los problemas”.
Será el terapeuta quien establezca los miembros de la familia que deben acudir a terapia en función de la situación particular y concreta del menor que necesita ayuda psicológica. “El objetivo es promover la comprensión mutua, mejorar la comunicación y fortalecer los lazos familiares para resolver conflictos y mejorar el bienestar emocional de todos sus miembros”, puntualizan. Todo ello se consigue durante un proceso planificado con detalle; las pautas a seguir son, tal y como nos indican las terapeutas de Eunoia Familias, las siguientes:
- Una evaluación inicial. En las primeras sesiones, se trabaja el vínculo entre el terapeuta y la familia. Se habla de los objetivos y de las expectativas, mientras se van descubriendo las dinámicas familiares existentes.
- Identificación de problemas. El terapeuta ayuda a la familia a identificar los problemas y conflictos que desean abordar. Se exploran los patrones de comportamiento y comunicación.
- Desarrollo de estrategias. El terapeuta trabaja con la familia para desarrollar estrategias y técnicas que promuevan la comunicación efectiva, la resolución de conflictos y la comprensión mutua.
- Práctica y aplicación. La familia practica primero estas estrategias en terapia para luego aplicarlas en su vida diaria.
- Seguimiento. Las sesiones de terapia familiar generalmente son regulares y se extienden durante un período de tiempo, lo que permite el seguimiento del progreso y la adaptación de las estrategias.
¿Cuáles son los beneficios de la terapia familiar frente a la terapia individual?
Si la familia es clave en el bienestar de todo individuo, lo es mucho más en un niño y también en un adolescente, pues es el entorno en el que se desarrolla y en el que aprende a relacionarse con el mundo. A esto hay que añadir la dependencia que tiene con el núcleo familiar por cuanto un menor no está capacitado para valerse por sí mismo. Por eso, “la terapia familiar ofrece una perspectiva holística al abordar los desafíos de los niños y adolescentes, reconociendo el impacto de las dinámicas familiares en su bienestar”. Y este es precisamente el motivo por el que ofrece numerosos beneficios significativos para los niños, las niñas y adolescentes en comparación con las terapias individuales. Las especialistas en terapia familiar destacan los siguientes:
- Mejora de la comunicación: facilita un diálogo abierto y honesto, resolviendo malentendidos y fortaleciendo la comunicación familiar.
- Resolución constructiva de conflictos: proporciona herramientas para abordar desacuerdos de manera constructiva, identificando patrones de conflicto y promoviendo soluciones beneficiosas para todos.
- Fortalecimiento de los vínculos: fomenta la cohesión familiar y una comprensión más profunda de las necesidades y valores de cada miembro, contribuyendo a un ambiente familiar más saludable.
- Afrontamiento de crisis y cambios: ofrece apoyo emocional y estrategias para enfrentar crisis y cambios familiares, ayudando a la familia a adaptarse y crecer juntos.
“Además, durante la terapia, se promueve la escucha respetuosa, se identifican los problemas y se trabaja en equipo para resolverlos; se comprenden los roles familiares y se fortalecen los lazos afectivos, mientras se desarrolla la inteligencia emocional individual y grupal”, añaden las psicoterapeutas. “Finalmente, la familia emerge con mayor madurez y cohesión, preparada para enfrentarse a futuros desafíos”.