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Lactancia

Así es cómo la leche materna refuerza el sistema inmunológico del bebé

Va cambiando en cada etapa de la vida del lactante, pero también a lo largo del día e, incluso, de una misma toma para cubrir todas las necesidades del niño


29 de febrero de 2024 - 12:29 CET

Se suele decir que el nacimiento de un bebé es el milagro de la vida; sin embargo, no es el único instante relacionado con el embarazo, el parto y el posparto en el que la naturaleza actúa de manera tan prodigiosa que parece magia. La leche materna y, en concreto, la leche materna humana tiene tales propiedades que, si se piensa por un momento, parece una bebida de otro mundo. El motivo es que la leche que la madre da a su bebé cambia y lo hace no solo en función de la edad del pequeño, sino también de su estado de salud e, incluso, en una misma toma. De esta forma, con esa cualidad ‘mutante’ de la leche materna, “demuestra su capacidad para adaptarse a las necesidades concretas del niño”, señala la Dra. Rosa Maria Merlos, pediatra y especialista en neonatología en el Hospital Vithas Valencia 9 de Octubre e IBCLC (Consultora de Lactancia Certificada).

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La primera gran propiedad de la leche materna es que confiere inmunidad activa y pasiva al bebé, hasta que él adquiere su propia competencia inmunológica, pues, como explica la doctora, la leche de la madre “contiene anticuerpos que protegen de muchas enfermedades propias de la infancia, es decir, está llena de inmunoglobulinas que protegen a los bebés contra la neumonía, la diarrea, las infecciones del oído y el asma, entre otras enfermedades. Es como si fuera su primera vacuna”.

En este sentido, la especialista en neonatología y consultora de lactancia apunta a un trabajo científico publicado por expertos de la Universidad de Pittsburgh (Pensilvania, Estados Unidos) que ha demostrado “que la leche materna humana transfiere una tipología única de anticuerpos que es exclusiva de cada madre y han conseguido dar con las claves de cómo la tipología de proteínas del nutriente natural puede favorecer la lucha contra determinadas patologías infecciosas futuras”.

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¿Cómo cambia la leche materna?

La leche materna es un fluido cambiante formado por lípidos, proteínas, minerales y moléculas inmunes que modifica su composición en función de la edad del bebé, el momento del día, la dieta materna o el grado de plenitud de la glándula mamaria. “Por ejemplo, no es lo mismo el calostro, que tiene un bajo contenido en grasas y lactosa, para adaptarse así a las necesidades calóricas del bebé en sus primeras semanas de vida y que tiene un alto contenido en inmunoglobulinas, proteínas, minerales, lactoferrina y leucocitos, que la leche de transición, a partir del sexto día, que disminuye su concentración de inmunoglobulinas y proteínas e incrementa la de lactosa y grasas”, detalla la pediatra.

1. Cambios de la leche materna en función de la edad del bebé

  1. Primeras horas y días tras el parto: el calostro. El calostro lo produce el pecho de la madre tras el nacimiento del bebé y hasta el tercer o el quinto día, es mucho más denso y pegajoso que la leche y es conocido también como el   oro líquido  por su color amarillento y por las impresionantes propiedades que tiene: gran concentración de vitaminas, proteínas y minerales. A pesar de que sale en muy poca cantidad, apenas unas gotas, es un alimento de enorme valor para el recién nacido, pues no solo resuelve sus necesidades nutricionales, sino que es también su primera inmunización.
  2. Leche de transición. Aparece tras el calostro y hasta la segunda semana tras el parto. Esta leche mantiene las propiedades del calostro y ya contiene más grasa -y, por tanto, más calorías- y más lactosa para ayudar al desarrollo del cerebro, el sistema nervioso y los ojos del bebé.
  3. Leche madura. Entre la segunda y la cuarta semana de vida del recién nacido la leche de su madre ya es totalmente madura. No tiene una concentración tan alta de vitaminas, proteínas y minerales como el calostro, si bien a cambio contiene mayor cantidad de hormonas y de inmunoglobulinas. Las primeras son esenciales para el desarrollo de los órganos y de los tejidos y las segundas, para inmunizar al bebé frente a virus y bacterias.

2. Cambios de la leche materna en función del momento del día

La magia de la leche materna hace que se vaya modificando en función del momento del día y, más concretamente, de la noche. En las tomas nocturnas la leche aumenta la concentración de triptófano y melatonina con el objetivo de ayudar al bebé a conciliar el sueño, además de para que este vaya regulando su ritmo circadiano (el que le permite distinguir el día de la noche y, así, dormir más en las horas de la noche que en las diurnas). A esto hay que sumar otra sustancia, la prolactina, una hormona que se libera en las tomas nocturnas y que, por un lado, ayuda a que se siga produciendo correctamente la leche materna y, por otro, favorece el sueño también de la madre.

3. Cambios de la leche materna durante una misma toma

Durante una misma toma, se pueden distinguir en la leche materna tres fases o partes: la primera, más líquida y dulce, es más fácil de extraer por el bebé; la composición principal es el agua, por lo que lo que hace es cubrir la necesidad de hidratación del pequeño, aunque no carece de otras propiedades, pues contiene también hidratos de carbono, inmunoglobulinas y factores de crecimiento, entre otros.

La segunda parte es mucho más nutritiva y contiene proteínas, calcio y fósforo. Es esencial para el crecimiento del bebé.

La tercera fase o porción es rica en grasas, por lo que aporta calorías y resulta, además, mucho más saciante, si bien le cuesta algo más al pequeño succionarla.