La mayoría de los bebés gatean en cuadrupedia (a cuatro patas), pero hay otros que lo hacen de forma diferente, como arrastrando el culete, moviendo lateralmente solo una pierna y muchas otras modalidades. También están los que se saltan esta etapa y pasan a caminar sin esta transición.
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Ainhoa Tellería Sanjuán es terapeuta ocupacional pediátrica y directora del Centro Garabateo, de Zaragoza (www.garabateo-psicomotricidad.com). A ella le hemos consultado sobre estas formas distintas de gatear y su importancia.
Las funciones del gateo en el bebé
El gateo tiene funciones importantes en el bebé, pero, al contrario de lo que se cree popularmente, no es una etapa imprescindible. Es decir, el bebé puede no gatear nunca y esto no tiene por qué suponer ninguna alteración en su desarrollo neuromotor, como destaca la experta.
No obstante, la aparición del gateo sí aporta lo siguiente, según detalla:
- Favorece la simetría corporal al echar un peso equilibrado entre ambos hemicuerpos (mitad derecha e izquierda) tanto en brazos como piernas.
- Ayuda a consolidar el despliegue de la palma de la mano.
- Evolución del desarrollo visual con mayor agudeza al aumentar la profundidad.
- Mejora la integración de la lateralidad y todo lo que de ello depende.
- Aumenta un despegue del suelo como proceso hasta la bipedestación y marcha.
- Mejora el desarrollo orofacial, ya que la movilidad y el posicionamiento lingual están en relación directa con la columna vertebral, y el movimiento rotatorio de esta durante el gateo favorece determinados movimientos de la lengua; por tanto, influye en la alimentación, el lenguaje y la respiración.
Pese a todo ello, confirma que la no aparición del gateo “ no es indicativo en sí mismo de patología o retraso”. Y es así porque para caminar, que sí es un hito fundamental en el desarrollo del sistema nervioso central, el niño no necesita haber gateado.
No obstante “al ser un hito tan destacable, muchos padres y madres acuden a valoración y es entonces cuando detectamos una situación que previamente ya estaba presente, pero sin detectar. Alteraciones en el neurodesarrollo como un bajo tono, asimetrías, retrasos madurativos, o retrasos intelectuales entre otros pueden ser los causantes de que no gatee nuestro peque”.
¿Qué pasa cuando gatea de distinta forma?
El bebé puede comenzar a desplazarse aunque no gatee. En este sentido, el arrastre es fundamental, pues “genera un desplazamiento en el espacio y otorga nuevas posibilidades de desarrollo intelectual, siendo el deseo el motor de esta nueva etapa”, comenta la directora de Centro Garabateo (@garabeteo_psicomotricidad, en Instagram).
Cuando el bebé se desplaza de forma distinta, con apoyos diferentes y no en cuatro patas, el reparto de peso y el patrón postural son otros, por lo que los beneficios referidos anteriormente para el gateo podrían no aparecer.
¿Qué trascendencia tiene entonces que gatee de otro modo? “Cuando un niño culea, hace el remero o el movimiento en oso (cuatro patas) no debemos llamarlos tipos de gateos, sino más bien tipos de desplazamientos; y en estos casos sería recomendable valorar por un profesional especializado (terapeuta ocupacional pediátrico o fisioterapeuta pediátrico)”, recomienda Ainhoa Tellería. “El cuerpo es muy sabio, y en la lógica del desarrollo una de sus máximas es el ahorro de energía, es decir, hacer el gesto con el menor gasto energético posible, por ello cuando vemos a un niño hacer estos movimientos debemos descartar que no estén apareciendo así porque no puedan hacerlos de otra manera”.
¿Hay que corregir al bebé cuando el gateo no es el habitual?
La forma en que gatea o se desplaza el bebé nos aporta información valiosa sobre él. La manera de actuar cuando ese gateo no es ortodoxo es la siguiente, como comenta la terapeuta ocupacional: “Si observamos que nuestro peque empieza a desplazarse así no debemos corregir, entre otras cosas porque no tendría efecto una intervención basada en explicarle al niño, o colocarle la pierna o el brazo, ya que rápidamente volvería a hacerlo como antes. Sería más razonable acudir a un profesional para valorarlo y descartar alguna dificultad de base, la cual sí sería tratable en caso de existir”.
El tipo de movimiento que haga en ese desplazamiento nos da pistas. Por ejemplo, los niños que culean suelen haber sido sentados antes de tiempo y desde esa posición no han sabido salir para acceder a la cuadrupedia. En otros casos, como los denominados remeros, “puede indicarnos una asimetría de base, es decir, que hay un lado que al peque le resulta más fácil mover”... Hay mucha casuística y, ante la duda, lo mejor es buscar asesoramiento especializado.
¿Hay que fomentar el gateo en el bebé de alguna forma? “Los adultos somos facilitadores y, por tanto, lo que sí debemos hacer es ofrecer oportunidad al niño, pero no debemos intervenir en su desarrollo, es decir, no debemos hacerles hacer. El desarrollo se juega, no se ejercita”, aclara. En este sentido apunta la necesidad de ofrecer al niño un ambiente estimulante (sin sobreestimularlo), “hacernos presentes y ser acompañantes en un proceso en el que el único protagonista es el niño”.