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Psicología

¿Sabes qué es el ‘doomscrolling’ y cómo afecta a los adolescentes?

Se ha convertido en una obsesión para muchos adolescentes y puede acabar teniendo graves repercusiones en su salud mental


14 de febrero de 2024 - 17:35 CET

El uso de Internet por parte de los adolescentes se asocia, generalmente, a las redes sociales y a actividades de ocio o de culto al cuerpo. Pero no siempre es así o, al menos, no únicamente así. “Los intereses de los adolescentes varían mucho dependiendo de su edad, madurez y exposición social, por lo que dependiendo de estos factores van a mostrarse más interesados en unas noticias que en otras”, recuerda Gloria Rodríguez, psicóloga experta de Qustodio. La realidad es que están más sobreexpuestos a las noticias de actualidad que nunca, lo que les puede llevar a entrar en un bucle de consultar noticias impactantes o negativas continuamente. Es lo que se llama  doomscrolling  o adicción a las noticias negativas, concepto que se dio a conocer a raíz de la pandemia de la COVID-19, debido a la constante necesidad de leer noticias sobre la confusa actualidad del momento y que llevaba a los adolescentes (y también a los adultos) a actualizar el feed de sus redes sociales casi cada instante.

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Aunque la pandemia ya haya quedado atrás, muchos chicos y chicas siguen teniendo esa necesidad de actualización constante. En esta práctica tiene mucho que ver el hecho de que, como señala la psicóloga, “las noticias negativas generan emociones más fuertes, suelen ser más impactantes y sensacionalistas y esto genera más interés y mayor atracción”.

De este modo, algo que se podría considerar, a priori, beneficioso por lo que al interés por parte de los adolescentes de estar informados se refiere, es más bien contraproducente, puesto que su interés está centrado en las noticias negativas. Lógicamente esta adicción u obsesión por este tipo de información puede acabar teniendo graves repercusiones en su salud mental.

¿Por qué los adolescentes pueden tener más interés por noticias negativas?

Las noticias negativas “suelen reflejar situaciones del día a día que pueden asemejarse a situaciones vividas por ellos y que les ayuda tanto para aumentar información sobre esas situaciones y así enfrentarse a ellas con menos riesgo, como para poder conocer sobre la actualidad por el simple hecho de tener más que compartir con sus iguales”. En este sentido, es una información de utilidad para ellos.

Por otro lado, Gloria Rodríguez nos aclara que “debemos tener en cuenta también que los adolescentes se encuentran en un momento de desarrollo a nivel emocional y personal muy importante, se están buscando y generando su identidad y muchas veces las noticias negativas les dan otro punto de vista con el que muchas veces no están familiarizados y desafía sus creencias por lo que les hace pensar más”.

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Consecuencias para la salud mental de los adolescentes

El estar recibiendo continuamente noticias negativas nos provoca una sensación completa de desesperanza, lo que hace que aumente nuestra sensación de pesimismo ante la vida en individuos de todas las edades, ya sean menores de edad o adultos. La cuestión es que “esto en los adolescentes puede generar muchas emociones negativas, ansiedad, tristeza, enfado, ira... que en el momento en el que se encuentran muchas veces no son capaces de afrontar”.

Se encuentran en un momento vital en el que, por lo general, no verbalizan las emociones o sensaciones que experimentan, según indica la psicóloga, y que, “cuando lo hacen, tiende a ser entre iguales que se retroalimentan, lo que muchas veces da lugar a un malestar significativo que puede derivar en problemas graves de salud mental”.

Los trastornos mentales que podemos describir en estos adolescentes pueden ser muy variados, si bien hay algunos que tienen, actualmente, mayor prevalencia que otros. Rodríguez indica que son los siguientes:

  • Trastornos de ansiedad, ante la exposición repetida de noticias alarmantes a las que no son capaces de hacer frente y que el cerebro entiende como amenazantes y responde con miedo
  • Trastornos depresivos, por esa sensación de incapacidad o desesperanza
  • Trastornos del sueño producidos tanto por pensamientos intrusivos que llevan a una agitación mental por la noche, como por la adicción que produce el no poder parar de ver esas noticias.

Señales que te indican que el ‘doomscrolling’ se ha convertido en un problema

La psicóloga de Qustodio considera esencial, para prevenir los problemas citados, que los padres estén presentes, que den una educación sana y ejemplar en su manejo de internet y, por supuesto, una confianza sin juicios en la relación con los hijos. Sin embargo, aunque se sigan esas premisas, “nunca se está completamente libres de peligro y, por muy cerca que estemos de nuestros hijos, muchas cosas se nos pueden escapar”, subraya la profesional. “Es por eso por lo que hay que ser conocedores también de los signos de alerta para poder saber responder cuando hay un problema”. Los más evidentes “vienen definidos por un cambio significativo a nivel emocional”, advierte la especialista. Y este cambio a nivel emocional puede, a su vez, “generar dificultades a nivel académico y aislamiento tanto social como familiar, pues los menores tienden a mostrarse más callados, se encierran durante más tiempo en su habitación, dejan de compartir situaciones familiares, se encierran en sí mismos, etc.”.

¿Qué pueden hacer los padres?

Lo más importante es ayudarles a entender la situación, ya que “ser conscientes siempre es el primer paso para poner solución”. Al mismo tiempo, la psicóloga aconseja a los padres que intenten no juzgar y no demostrar miedo, así como buscar las noticias que le generen curiosidad junto a ellos (“nadie como tú para ayudarle a responderlas”, dice). Además, es clave fomentar los hábitos saludables que generen emociones positivas (deporte, series o películas divertidas, etc.) y, sobre todo, “ayúdale a tener una relación positiva con internet y los dispositivos electrónicos siendo su modelo”.

Habría que añadir la necesidad de buscar noticias positivas y de hablar con ellos de sus preocupaciones, en una conversación de tú a tú en la que no caben las reprimendas. Por supuesto, es responsabilidad de los progenitores gestionar el tiempo de sus hijos frente a las pantallas: “tienen que hacerles entender a sus hijos, aunque se enfaden, que les están protegiendo”.