La gastroenteritis o las diarreas infantiles son una de las consultas más frecuentes en los servicios de pediatría y, en los meses de frío, la causa que suele estar detrás es una infección por rotavirus. De hecho, los rotavirus son la causa más frecuente de gastroenteritis aguda infantil en niños menores de cinco años de todo el mundo, según indica el doctor Javier Miranda, responsable de la Unidad de Pediatría de los hospitales Vithas Valencia 9 de Octubre y Vithas Castellón. En invierno, además, se duplican los casos de esta gastroenteritis vírica. El motivo es que, como señala el doctor, circulan más virus.
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Aún así “no hay que olvidar que un porcentaje de estos episodios tienen un origen bacteriano (Salmonella o la Shigella por ejemplo) que afectan mucho el estado general del niño con dolor abdominal, fiebre incluso sangre en las heces”, añade el pediatra. “En algunos de estos casos con origen bacteriano el tratamiento antibiótico es necesario”.
¿Por qué es importante acudir al pediatra cuando un niño tiene gastroenteritis?
Aunque las diarreas infantiles no entrañan, por lo general, gravedad, es importante llevar al niño al pediatra para que lo valore, especialmente si la gastroenteritis va acompañada de dolor abdominal, de fiebre o vómitos, y siempre que el pequeño sea menor de cinco años, ya que puede desencadenar en deshidratación y desequilibrio en el organismo. De este modo, al llevarlo a consulta médica, el facultativo podrá pautar el tratamiento adecuado a la situación clínica del niño y será quien determine la gravedad del caso, dado que uno de cada cuatro niños requieren, según datos del Ministerio de Sanidad, hospitalización médica (la mayoría de ellos son bebés prematuros o con bajo peso al nacer).
Para ello, es importante estudiar su origen porque, como subraya el Dr. Miranda, “la diarrea no es en sí una enfermedad, sino un síntoma de una infección causada por algún virus, bacteria, parásito, ciertos medicamentos, incluso por la intolerancia a algunos alimentos que modifican el tránsito intestinal. Por esta razón, es importante saber su origen para pautar el tratamiento correcto”.
En cualquier caso, lo habitual es que la diarrea en un niño se pueda controlar y que mejore en unos días, “pero si no se trata adecuadamente, puede provocar graves consecuencias, como la deshidratación”. Cuando hay que prestar atención es en los casos de bebés prematuros, pues en ello puede derivar en complicaciones de gravedad.
¿Es posible prevenir el rotavirus?
La manera más segura de prevenir el rotavirus son las vacunas, que en España han mostrado “una efectividad de entre el 83 y el 96% y un impacto de hasta un 70% de reducción de hospitalizaciones”, en función de los datos publicados por la asociación pediátrica Anales de Pediatría. Esta asociación recoge, además, datos de la OMS (Organización Mundial de la Salud), según los cuales “tras la utilización sistemática de las vacunas en más de 50 países, la mortalidad por rotavirus se ha reducido en más de un 50%”.
Ese es el motivo por el que la Comisión de Salud Pública del Sistema Nacional de Salud ha incluido la vacuna frente al rotavirus en el calendario vacunal. Estas vacunas están presentes en el territorio nacional desde 2006, pero había que financiarlas de manera privada precisamente por no estar incluidas en el calendario vacunal oficial, por lo que, aunque los pediatras ya recomendaban administrarla, marcaba una importante diferencia con aquellas familias que tienen menos recursos y no podían permitirse pagarlas.
Por otro lado, es fundamental seguir ciertas medidas básicas de higiene para prevenir el contagio, aunque debemos saber que, a pesar de estas precauciones, lo realmente efectivo son las vacunas, puesto que el rotavirus es altamente contagioso y resistente. De hecho, según la Sociedad Española de Pediatría, entre el 30 y el 50 % de los adultos en contacto con un niño infectado se contagia, aunque de manera asintomática.
En cualquier caso, las medidas higiénicas a seguir pasan por el lavado de manos con agua y jabón en el ámbito familiar, práctica que ha demostrado ser muy útil para la prevención, ya que reduce su incidencia en más del 40 %. A esto hay que añadir la idoneidad de ofrecer “a los niños una dieta equilibrada, agua embotellada, cocinar bien la carne, el pollo y el pescado, y lavar bien las verduras y frutas y los utensilios y superficies usadas para preparar carne, pollo o pescado crudos”, recalca el doctor Javier Miranda.