Se estima que uno de cada 20 niños o adolescentes tendrá una depresión antes de cumplir los 19 años. La depresión no es, por tanto, un problema de salud exclusivo de adultos, aunque a veces su importancia se minimiza en lo que se refiere a la población infanto-juvenil.
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El Dr. Fernando Orellana, psiquiatra infantil de la Unidad de Salud Mental Infantil, Neurodesarrollo y Atención Temprana (USMIN-AT) del Hospital Vithas Málaga, aclara cuáles son esos síntomas ante los que debemos prestar atención.
Un problema infradiagnosticado
La niñez es vista socialmente como un periodo feliz en el que los más pequeños se divierten, juegan, descubren y viven alegremente. Pero no es así en todos los casos. Hay niños con infancias complicadas por distintos motivos (la depresión puede ser multifactorial) y los problemas de salud mental pueden aparecer aun en estas edades tan tempranas.
“Según algunos estudios, la depresión en general, y más aún en la población infantil y adolescente, tiende a estar infradiagnosticada y, por tanto, no tratada en hasta la mitad de los casos”, advierte el psiquiatra.
Síntomas de la depresión en niños y adolescentes
Sabemos identificar la depresión en adultos, porque es una afección desafortunadamente muy común. Pero no hay que trasladar todas esas señales al mundo infantil, porque los más pequeños manifiestan este problema de otra manera que puede pasar inadvertida o confundirse con otra situación si no se conocen.
“Es muy importante que padres, familiares, educadores y profesionales sanitarios especialistas sepan identificar o sospechar los síntomas de la depresión infantil y de la adolescencia para poder detectarla de manera prematura”, insiste el especialista del Hospital Vithas Málaga.
Estas son las 10 señales de alarma en las que hay que fijarse, ya que pueden indicar que el menor está sufriendo una depresión, tal como detalla el Dr. Orellana:
- Aburrimiento persistente.
- Tristeza frecuente o episodios de llanto.
- Aislamiento social o falta de comunicación.
- Sensibilidad extrema al rechazo o poca resistencia ante los fallos o errores.
- Irritabilidad elevada, ira u hostilidad extrema.
- Olvidos y despistes.
- Pérdida de interés y de disfrute con las actividades.
- Pensamientos delirantes.
- Conversaciones o ideas acerca de escaparse de casa.
- Pensamientos o expresiones sobre la muerte o intención de suicidarse activa o pasivamente.
Que el niño o el adolescente presenten alguno o varios de estos síntomas no significa que tenga depresión, pero sí que necesita una evaluación para determinarlo. “El diagnóstico y tratamiento de los niños con depresión debe realizarse por parte de un equipo de profesionales con experiencia en esta enfermedad y siempre mediante una entrevista clínica. Es una patología relativamente frecuente, cuyos resultados suelen ser muy positivos siempre que se realice un enfoque y un tratamiento correctos. Además, el trabajo coordinado con los padres o familiares es clave para conseguir solucionar el problema”, señala.
Un tratamiento integrador para la depresión infantil
Al igual que ocurre con otros problemas de salud mental, el tratamiento de la depresión infantil y juvenil debe ser integral. Esto significa que en ese contexto entran en juego tanto el niño o el adolesente, como su familia y su entorno más cercano, en lo que se conoce como modelo biopsicosocial.
En este sentido, el tratamiento debería combinar estos elementos:
- Psicoeducación. Es una parte fundamental para que tanto el paciente como sus padres conozcan qué es la depresión y el plan terapéutico a seguir con sus objetivos concretos. “De esta forma conseguiremos mejorar la adherencia de unos y otros al tratamiento y abordar creencias o mitos respecto a la depresión”, aclara el Dr. Fernando Orellana.
- Psicoterapia. Hay distintas técnicas y corrientes de psicoterapia para tratar la depresión, que puede ser leve, moderada o grave. Con estas técnicas se hace un abordaje individual, grupal o familiar de los aspectos cognitivos, conductuales, emocionales y de relación que pueden verse afectados cuando el menor está pasando por un episodio depresivo. La psicoterapia se realiza en varias sesiones, que dependerán del estado y de la respuesta del afectado y de las personas que intervengan. Es importante la continuidad “para poder consolidar el efecto y para que los cambios conseguidos perduren en el tiempo”, señala el psiquiatra.
- Medicación. El uso de fármacos en el tratamiento de la depresión infantil o juvenil se reserva a casos de depresión moderada o grave. Va acompañada de la psicoeducación y de la psicoterapia y también puede emplearse cuando falla esta última. Hay antidepresivos que son eficaces en niños y adolescentes y será el médico el que prescriba el más indicado en cada caso. “Hay que recalcar que estos fármacos no son drogas, y no crean dependencia o adicción, ni cambian la personalidad del niño”, comenta el experto.