Un brote de tosferina en Guadalajara con 124 afectados ha dado lugar a cierta alarma después de que este viernes la Dirección General de Salud Pública de la Consejería de Sanidad del Gobierno de Castilla-La Mancha confirmara la existencia de este brote y de que la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid diera a conocer que hay otro niño infectado en Alcalá de Henares. El contagio ha tenido lugar en el entorno escolar, pues la mayoría de los afectados son menores de edad (solo hay seis adultos), aunque no todos ellos pertenecen al mismo centro educativo. ¿Pero qué es la tosferina y cómo se contagia? ¿Debemos preocuparnos por este brote?
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“La tosferina es una enfermedad infecciosa que está producida por la Bordetella pertussis (B. pertussis), que es una bacteria que tiene diferentes familias y que da un cuadro infeccioso después de un periodo de incubación de una semanas, aproximadamente, de tres o cuatro días a veces”, nos explica el Dr. Eduardo Junco Aguado, pediatra. Se transmite, nos cuenta, a través de la tos y, efectivamente, “es muy infecciosa”.
Síntomas de la tosferina
Si hay un síntoma característico de la tosferina, ese es la tos, “una tos persistente, de predominio nocturno, que produce un ‘gallo’ que hace una inspiración”, detalla el pediatra. “Se puede diagnosticar solamente por el sonido y la forma de la tos, que genera vómitos con mucha frecuencia”.
Es, además, “una enfermedad, generalmente, autolimitada”, es decir, acaba curándose por sí sola (en unas dos semanas). Entonces, ¿por qué genera alarma el brote? ¿Cuáles son los riesgos de contraer la tosferina?
Si bien hace años era una enfermedad potencialmente mortal, la vacunación contra la tosferina (que se instauró en España en la década de los 60) protege en gran medida contra los riesgos más nocivos que puede presentar. En la actualidad, los mayores problemas de la tosferina se dan en bebés, como nos indica el Dr. Junco: “es una enfermedad de pronóstico reservado y relativamente grave en niños muy pequeños, prematuros o de muy bajo peso, pero en niños sanos, ya sean lactantes o escolares, es una enfermedad incómoda porque la tos les provoca vómitos, malestar general, fiebre y suele durar más tiempo de lo normal -pueden estar cuatro o cinco semanas tosiendo y, además, con la misma intensidad de la tos inicial-, pero como están protegidos por la vacuna de la trivalente (incluye protección contra el tétanos, contra la difteria y contra la tosferina), que se pone religiosamente a partir del segundo mes de vida, los problemas son menores”.
En los casos de niños muy pequeñitos o prematuros, “la enfermedad se tolera peor y da síntomas claros de cianosis con la tos en forma de gallo, y el diagnóstico diferenciado a veces se hace hasta con una cardiopatía congénita porque el niño se pone morado” a causa de la tos, muy seca y muy pegadiza.
Esto es así por administrase la primera dosis de la vacuna de la tosferina a los bebés de dos meses de edad (después habrá que dar dosis de refuerzo a los 11 meses y a los 6 años, y algunas comunidades autónomas, como Asturias, la dan también en la adolescencia). Pero incluso estos niños, los menores de dos meses, tienen cierta protección, puesto que desde el año 2016 se administra a las mujeres embarazadas en la semana 27 de gestación precisamente para proteger al pequeño cuando nazca. Por tanto, “el 95% de los niños tienen los anticuerpos suficientes para evitar la enfermedad y no correr ningún riesgo”, tranquiliza el facultativo.
De ahí que la mayor parte de los brotes se originen en comunidades o entornos en los que la vacunación no está muy extendida o bien por un infectado o un grupo de infectados que no estén vacunados. Sí que hay una variante de la tosferina, la parapentusi, que “sí se puede dar en niños y personas vacunadas, aunque escasamente”; por lo general, el origen de un brote de este tipo “es porque ha habido un foco en la zona donde residen o en la escuela de niños no vacunados”.
Es preciso señalar que puede haber casos en los que se produzca “la misma infección provocada por otras cepas”; en estos casos, la vacuna es menos efectiva. También “hay niños que pueden pasar la infección aún estando vacunados, pero siempre es una infección más leve”.
Aún así, aunque estén vacunados, es importante poner tratamiento a los niños infectados y vigilar su evolución, pues en ocasiones es necesario hacer radiología de tórax “por si aparece una neumonía o una bronconeumonía”. Como indica el pediatra, “las complicaciones que pueden surgir son fundamentalmente las pulmonares”.
Tratamiento frente a la tosferina
Deberá ser el pediatra quien valore si el niño necesita o no tomar antibiótico para combatir la tosferina. “Si se complica, la azitromicina es el más indicado”, señala Eduardo Junco. Y siempre, en todo caso, será recomendable que el paciente ingiera líquidos abundantes (agua o zumos) y permanezca en reposo.