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Familia

Cómo hablar con los niños de la enfermedad grave de uno de los padres

Como ocurre en muchas familias, es la situación a la que ha tenido que enfrentarse Kate Middleton. Pero sugen muchas dudas: ¿cómo hay que comunicársela a los hijos? ¿Se debe ocultar alguna información? Una experta nos da las claves sobre cuál es la manera correcta de comunicar una noticia de este tipo.


Actualizado 25 de marzo de 2024 - 18:23 CET

Los padres representan el pilar fundamental de la familia,  brindando apoyo tanto a sus hijos como a la estructura familiar en su conjunto . Cuando uno de los padres enfrenta una enfermedad grave, es natural que surjan preocupaciones, ansiedades y angustias que también impactan en los niños, quienes no están exentos de sentir estas emociones.

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Es, sin duda alguna, la razón por la que Kate Middleton, ha elegido cuidadosamente el momento para contarles a sus hijos que padece cáncer. Según hemos sabido a través del  emotivo vídeo que hizo público , la princesa de Gales recibió el diagnóstico de cáncer a finales de febrero, y en él explicaba que, tanto a ella como a su marido, les llevó tiempo aclarar la situación a George, Charlotte y Louis de manera adecuada para su edad.  La Princesa optó por hacer su declaración pública justo al inicio de las vacaciones de Semana Santa de sus hijos , asegurándose de que estuvieran en casa y protegidos de cualquier comentario o repercusión externa.

Encarar una situación así no es fácil y surgen muchas dudas: ¿cómo hay que comunicársela a los hijos? ¿Se debe ocultar alguna información? Por ello hemos charlado con Diana Sánchez, psicóloga sanitaria especialista en Perinatal y directora de Psicólogas en Torrelodones (psicologasentorrelodones.es), para que nos oriente sobre cuál es la forma correcta de comunicar a los hijos una noticia de este tipo.

¿Cómo comunicarlo a los hijos?

La recomendación de los expertos es comunicar cuanto antes a los hijos que hay un problema serio de salud, ya que la realidad, tal como apunta Diana Sánchez, es que “no hay un momento adecuado; todos nos parecen malos”.

Es conviente, eso sí, dar la noticia en persona. Y si el progenitor enfermo va a faltar de casa por el tratamiento, a los hijos hay que hacérselo saber antes de esta ausencia “porque si no el niño sí se puede asustar más o incluso pensar o imaginar algo muchísimo peor”. Si no fuera posible por algún motivo, lo adecuado es incluir al que falta en la conversación con frases del tipo: “Le hubiera gustado contártelo, pero no es posible”, como aconseja la psicóloga.

La charla se debería llevar a cabo en un lugar conocido para el niño y en el que se sienta seguro.  Es importante reservar mucho tiempo para poder contestar a todas sus preguntas sin prisa y sin interrupciones;  la charla debe ser calmada.

“Otra forma buena de iniciar la conversación es preguntando si ha notado algo diferente en casa o si nos ha visto preocupados; incluso puede que haya escuchado algo ya. En ese caso le preguntaremos acerca de qué ha escuchado y qué ha entendido. Esto da lugar a iniciar la conversación explicando con palabras sencillas y sin dar tampoco detalles que no pueda entender o incluso le puedan preocupar más”, detalla la especialista.

© AdobeStock

‘¿Te vas a morir?’

Los niños tienen muchos menos filtros que los adultos a la hora de preguntar lo que se les pasa por la cabeza o lo que les preocupa. Ante una situación grave de salud lo más habitual es que interroguen sobre la muerte. No es un tema que haya que dejar de lado, ya que en su cabeza ellos lo van a estar madurando igualmente, pero por lo menos al compartirlo con los adultos pueden recibir ideas más ajustadas de lo que sucede.

En todo caso, el mensaje y los términos de la conversación han de adaptarse a la edad y al nivel de desarrollo del menor. Si es posible, puede ayudar pensar de antemano acerca de estas preguntas y tener breves respuestas ya preparadas.

“Si pregunta acerca de la muerte y tiene entre 4-5 y 12 años, seremos honestos y  le explicaremos que aunque está en manos de buenos médicos y le están cuidando, a veces puede ocurrir”,  señala Diana Sánchez (@dianasanchez_psico, en Instagram).

Es importante no mentir al niño o al adolescente porque además de no ser honestos, “pueden percibir o interpretar que no les consideramos importantes en la familia”.

Pedir ayuda especializada cuando sea necesario

La enfermedad grave de uno de los padres es un momento muy difícil a nivel familiar y emocional. Es inevitable que el niño se muestre triste o enfadado ante esta situación; de hecho, hay que explicarle que es normal sentirse así para validar su estado.

Pero hay que observar cómo va reaccionando a lo largo del tiempo. “Si empieza a tener cambios en el sueño, está más alejado, irritable, se enfada más de lo normal y se pelea también con otros niños, si tiene cambios de apetito o incluso tiene regresiones evolutivas (por ejemplo, retardo en el habla o enuresis nocturna) y/o si en el colegio nos refieren cambios de comportamientos y desempeño importante, sería recomendable hablar con un especialista en psicología infantil”, destaca Diana Sánchez. Esa ayuda puede llegar de forma individual para el niño o canalizarse hacia toda la familia.

¿Y si llega el desenlace no deseado?

Cuando como resultado de esa enfermedad grave el progenitor fallece, se recomienda comunicarlo al niño a la mayor brevedad. Una vez más, hay que adaptar el mensaje al desarrollo evolutivo del niño. Por ejemplo, los menores de siete u ocho años no entienden la muerte como algo irreversible, por lo que no es adecuado utilizar eufemismos como “se quedó dormido” o “está en un lugar mejor”. “Hay que explicar de forma sencilla y adecuada a su edad que no superó esa enfermedad y ya no estará con nosotros”, destaca la psicóloga.

¿Deben participar en la despedida? Para Diana Sánchez sí es recomendable que los hijos participen en esos rituales de despedida, acudiendo al hospital, al cementerio o al tantatorio. “Existe mucho tabú en nuestra sociedad con llevar a los niños a estos lugares, y debemos tener en cuenta que es su padre o su madre y que si ellos quieren (siempre preguntándoles) debemos respetar su decisión”, recalca.

Si no quieren acudir, pueden despedirse mediante una carta o un dibujo si son pequeños. “Esta participación activa o simbólica ayuda en el proceso de duelo infantil”,  destaca, un proceso para el que los niños están más preparados de lo que los adultos suelen creer.

Cuando no han acudido a la última despedida se puede hacer luego un pequeño acto de homenaje, según recomienda, que sea sencillo y significativo para ellos, como elaborar una cajita de recuerdos para cuando sean mayores, con una canción, un mural, plantando un árbol...